Laurel observaba con expresión de satisfacción desde su despacho en lo alto del rascacielos que servía como sede de operaciones de la mafia. La ciudad se extendía bajo ella, un hormiguero de luces parpadeantes y callejones oscuros que ocultaban los secretos más oscuros de la noche. Pero ninguno de esos secretos se comparaba con el suyo.
Era la líder indiscutible de la mafia, pero pocos sabían que detrás del rostro de un hombre sombrío se escondía una mujer de piel blanca como la luna y ojos tan oscuros como la noche misma. Mantener su identidad en secreto era crucial para su supervivencia, especialmente ahora que los rumores de la policía siguiendo el rastro de los estragos que causaron alimañas en la familia de la mafia, unos malditos delatores que dificultaron las cosas.
Mientras tanto, en el corazón del Circo Luna Morada, Bastian se preparaba para su espectáculo nocturno. El aroma a algodón de azúcar, sangre y palomitas de maíz llenaba el aire, mezclado con la emoción y la anticipación de la multitud que pronto llenaría la carpa.
Bastián se movía con gracia y destreza, ensayando sus malabares con dagas y trucos de magia con una facilidad innata. Pero su mente estaba en otra parte cuando uno de los acróbatas se le acercó con una mirada preocupada en el rostro.
—¿Qué pasa? — preguntó Bastián, notando la expresión sombría de su compañero.
—Los policías están rondando por el barrio—, respondió el acróbata en un susurro tenso. —Dicen que están investigando las desapariciones y los rumores sobre el circo. Creo que nos están vigilando—.
El corazón de Bastian se aceleró ante las palabras del acróbata. Sabía que el circo era un lugar de secretos oscuros, pero nunca había imaginado que la policía pudiera estar tan cerca de su circo, quizá aun no de descubrirlo pero las posibilidades no estaban a su favor, pues el nuevo jefe de policía según los rumores era un experto en desenmascarar a mafias poderosas y llevarlas tras las rejas. Si eran descubiertos, todo lo que habían construido se vendría abajo.
Bastian tomó una decisión rápida. No tenía otra opción que recurrir a la mafia para obtener protección. Se dirigió a su oficina improvisada detrás de la carpa principal y marcó un número que había guardado para emergencias. Era hora de hacer un trato con el diablo.
Laurel se encontraba en la sala de reuniones, acompañada de Maximiliano, un hombre de aproximadamente 50 años que había sido la mano derecha de su padre adoptivo y ahora era el suyo. Él era el rostro público del liderazgo, mientras ella dirigía desde las sombras. Hoy, sin embargo, Laurel decidió asistir a la reunión bajo la fachada de una secretaria.
Maximiliano entró primero, seguido por Laurel, quien mantenía la cabeza baja y la expresión neutral. El "jefe" se sentó en la cabecera de la mesa, mientras Laurel tomaba asiento a su lado, lista para observar y analizar.
La puerta se abrió de nuevo y Bastian entró, su rostro una máscara de preocupación disfrazada de confianza. Se detuvo frente a Maximiliano y le estrechó la mano.
—Gracias por recibirme —dijo Bastian, su tono educado pero urgente.
—No es común que el circo pida una reunión con la mafia —respondió Maximiliano, observando a Bastian con ojos calculadores—. ¿Qué te trae aquí?
Bastian tomó aire y se lanzó.
—La policía está investigando mi circo. Necesito protección y... suministros adicionales. Puedo ofrecer algo a cambio que les interesará.
Maximiliano levantó una ceja, intrigado. Laurel permanecía en silencio, tomando notas y observando cada movimiento de Bastian.
—¿Qué tipo de protección y qué ofreces a cambio? —inquirió Maximiliano.
ESTÁS LEYENDO
Crimen en el Anillo: Mafia, Circo y el Baile con la Muerte
RandomEn las sombras de una ciudad envuelta en secretos y corrupción, la mafia controla los hilos del crimen, mientras que un circo aparentemente ordinario esconde un oscuro y siniestro espectáculo detrás de sus telones. En el corazón de esta intrincada r...