AMAR Y SER AMADO

3 1 0
                                    

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez, donde permití que mis sentimientos, pensamientos y emociones fluyeran a través del lápiz y el papel; en verdad, no imaginé que después de tanto tiempo volvería a estar aquí, sentado otra vez.

Preguntas y palabras me gustaría intercambiar con futuro, presente y pasado, a través del cristal, pero en lo que escriba solo quiero que cada uno se pueda expresar, a través de cada letra, hasta el punto final.

Había renunciado a lo que al principio significaba demasiado, la oportunidad de amar y sentirme amado. Había rechazado la idea de algún día poder vivir donde pudiese sentir lo que realmente es ser feliz. Cambié los halagos por las críticas, poco a poco apagué mi sonrisa, y me encontré miles de veces caminando en la cuerda sobre un abismo entre la muerte y la vida.

Por un momento me cansé de ayudar, de estar, de amar; pero no puedo mentir, son cualidades que fueron tatuadas en mí, por lo que era inevitable que en ciertos momentos pudiesen salir.

Lo que amaba hacer lo dejé, y eso no me importó, tanto activismo terminó cegando por completo mi visión, matando sueños persiguiendo lo que al final nunca me llenó.

Con el tiempo fui entendiendo que el culpable no era yo, al menos no mi yo del presente y tampoco del pasado, era culpa de la cadena que a los dos nos tenía atados, juntos pero separados, haciendo imposible mi sanación, revelando todo el dolor, frustración, miedo y rencor que había incrustado en el fondo de mi interior.

El camino se hizo muy largo con el pasar de los años, cargué con maletas que cada vez se multiplicaron y crecían dejándome gravemente atascado. Un día sin esperarlo, alguien me atacó, al pasar el tiempo alguien se acercó y me ayudó, aunque después alguien más fuertemente me lastimó, pero con el tiempo vi lo mucho que también me enseñó.

Fui huésped del desierto junto al sol y la luna, conté cada duna, recorrí cada una, parecía que me divertía mientras conocía sus alturas, pero ninguna notó que necesitaba ayuda. Fue por eso que hasta el sol de hoy muchas ya no ven mis pisadas y a otras ya ni siquiera les quedan las huellas de mis palabras.

A veces descansaba y a veces caminaba, pero a mitad del camino realmente me cansaba, hasta que llegó un día en que de forma inesperada comenzó a suceder lo que menos imaginaba.

No fue una voz en el cielo, ni una señal en la tierra, de hecho, si lo ves por encima, parece un día cualquiera, pero con ciertos detalles que nadie se espera, solo llegan hasta en medio de una fuerte tormenta. Y tan pronto como pasaron los años, me parecía sentir que estaba sanando, pero tan solo al caer el ocaso, noté que muchas cosas estaban empeorando.

Las noches comenzaron a volverse eternas, para ver la luz del día debía guardar una larga espera, pero no te miento ni te doy rodeos, pues era tan intenso lo que comencé a sentir, que por momentos, sin importar el caos, amaba estar allí.

El camino largo parecía estar acabando, y quise dar todo por sentado, pero lo inesperado cayó en manos de mi miedo más oscuro, fue la noche en la que me vi a un segundo del sepulcro.

Ciertamente se oían algunas voces de calma, las dunas junto al viento bailaban al sonar de una linda melodía clásica, y esta vez, lo que más temía que de pronto pasara, terminó siendo una simple y mala jugada.

Era mi mente aferrada a momentos pasados y un par de cicatrices que allí quedaron. Todo lo confirma que estando en el silencio de mi ser, finalmente escuché una frase que nunca olvidaré, «tranquilo, todo va a estar bien». Y así fue.

Una tormenta se avecinaba, pero solo fue una nube blanca que al posar sobre mí de pronto se dispersaba, con ella se disolvieron algunos de mis miedos, y por supuesto fui aclarando muchos de mis sentimientos, comencé a prestarle atención a algunos de mis pensamientos y también a la raíz de cada uno de ellos.

Ahora bien, te contaré lo que esa pequeña nube me fue enseñando: «muchas veces, al borde del abismo, es cuando despiertas y cambias el paso», y si algo te puedo confesar, ya había estado antes en ese lugar, pero esa fue la primera vez que pude despertar.

El desierto ya no era solo arena como sal, comenzaron a verse arbustos, árboles, flores y a lo lejos una cascada brillante como el cristal, se pintaba un panorama perfecto, y de hecho, lo fue por un tiempo, y por un momento noté que ya no cargaba con tanto peso, pues sin darme cuenta, caminar mientras sentía que no estaba haciendo nada, finalmente fue ir colocándole vendas a mi alma.

Como en toda cascada, hay piedras y rocas gigantes, que aunque se ven pequeñas a lo lejos, de cerca se ven desafiantes, intenté ir escalando y resbalaba demasiado, ganando moretones arriba y raspones al costado. Al final noté rasguños sobre las mismas heridas, que pensé que ya estarían sanas, pero no hace mucho que coloqué las venditas.

Nuevamente comencé a sentir ese dolor, ese que ya conoce mi mente y mi corazón, ese que por mucho tiempo me ató, ese que me estaba aniquilando sin compasión, pero comencé a ver ángeles, y muchísimas señales, y sí, la verdad comencé a sentir que esta vez decían verdades, por un momento me angustié, pero al otro solo cerré los ojos y me senté, y sentí que alguien se acercó lentamente a mis pies.

Aunque abrí los ojos, no pude ver a nadie a mi alrededor, pero el mensaje que me dejó fue: «Ya falta poco campeón». Fue cuando respiré y solté, siendo lo segundo, algo que día a día intento hacer, y en lugar de accionar y forzar, me centré en sanar, visionar y esperar.

Han sido muchas las señales que he dejado, reconozco que a lo largo de este tiempo nunca he sido franco, cierto día una duna preguntó por la verdad, y si no le respondía con lo que quería escuchar, solo decía lo que fuera por cubrir lo que sentía con pequeñas verdades que la pudieran disfrazar.

En el amor ciertamente no es válido ocultar, pero desde que te conocí he llegado a este punto en el que me he llegado a condenar, sintiéndome como un prisionero más a juzgar, pues es así como a veces siento que me pueden llegar a señalar.

Pero mi sueño aún sigue intacto y radiante, sigo esperando y también visionando, confiando en que las señales no fueron en vano, sé que no, si tan solo supieras que el amor que siento es tanto que jamás sería capaz de hacerte algún daño.

Quisiera poder añadir más a mi canción, pero ahora solamente quiero oír tu voz, lo que has visto es lo que soy, y estoy dispuesto a dar más, hoy agradezco con mi corazón que contigo una vez más volví a vivir para sentir lo que es ser amado y amar. 

SUEÑOS EN TIEMPOS DE LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora