꒦꒷Capitulo 2꒷꒦

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Me desperté en contra de mi voluntad. Después de quejarme varias veces ante las protestas de Ruby, ella corrió la cortina, dejando pasar todos los rayos de sol posibles para hacerme perder las ganas que tenía de seguir ignorando al mundo por un rato más.

—Vamos Fay —me animó.

Miré el celular, había un par de mensajes de papá preguntando cómo estaba, así como también de Eddie, su novio. Sólo logré contestarle a este último antes de que una almohada me impactara en la mejilla.

—Hagamos algo —chilló alargando la última vocal lo más que pudo.

No sabía si me sentía triste ante mi nuevo descubrimiento, definitivamente tenía que hablar con Allan, quizás hacer más que eso y era precisamente eso lo que me daba pereza.

—¿Qué? —balbuceé con la mejilla pegada a la cama.

—Podemos ir a merendar —propuso. Noté que ella ya estaba vestida y el sol de fuera me indicaba que la hora del desayuno había terminado.

—¿Valdrá la pena?

—Será la mejor comida que hayas probado en tu vida —aseguró.

Ducharse bajo la presión de Ruby debería considerarse un deporte de alto riesgo, teniendo en cuenta que llegué a resbalarme una vez y casi me ahogo con la pasta dental. Cuando estuve lista ambas salimos del campus, pasamos por varios locales donde también esta aquel club al que fuimos el día anterior.

La verdad es que, entrada la noche, me di cuenta de que me agradaba mucho la compañía que tenía. Resultaron ser geniales, Isaac era muy gracioso y me hizo reír unas cuantas veces cuando me veía desanimada y con una vista de los mellizos, la verdad es que no pude sentirme triste.

Ruby me señaló un local y ambas entramos en un pasillo estrecho, con unas escaleras que nos llevaron a la parte superior del restaurante. Las mesas eran sencillas, pero había un ligero toque de elegancia por todas partes. A la izquierda se encontraba una barra en la que a estas horas claramente no había nadie, y una terraza a la derecha, donde también se encontraban un par de mesas con la vista de la ciudad por debajo, incluido el campus.

Mi compañera de habitación escogió una mesa y ambas nos sentamos, me pasó el menú apenas tuvo la oportunidad de hacerlo y me señaló sus favoritos. Me decanté por una de sus recomendaciones y finalmente ordenamos la comida.

No había muchísima gente, parecía todo muy tranquilo y sencillo, aunque los precios no lo eran mucho.

En un momento de silencio observo a Ruby jugar con la cadena que le cuelga del cuello, que debía ser alguna especie de tic o acto nervioso al que recurría inconscientemente, porque la vi hacerlo varias veces antes.

Ruby era linda, siempre tenía un aspecto dulce y cuidado. Me daban curiosidad aquellas personas en las que normalmente resaltaba lo bueno, de las que nadie sospecharía capaces de hacer nada malo, así era ella. Sabía que todos tenían secretos e incluso más las personas que estudiaban ahí y tenían familias con influencia. Me pregunté cuál sería el secreto de Ruby.

Cuando trajeron nuestros platos seguimos hablando de cosas banales para conocernos mejor. Descubrí que había pisado muchas escuelas a lo largo de su vida, le gustaba el color naranja pero no las naranjas, era hija única, estaba intentando algo con Isaac y hacía un año que conoció a los mellizos.

No preguntó por Allan y lo agradecí, era amable el gesto de simplemente estar. Pasaron pocos días desde mi llegada, pero sentía una cercanía a Ruby que me agradaba.

—¿Cómo son tus padres? —preguntó en algún punto de la conversación, donde ya nuestros platos estaban vacíos y solo alargábamos la estancia.

—Mi papá es... —varios flashes aparecieron delante de mis ojos. Los mensajes sin contestar, las miradas fijas, cómo se erguía ante mi—, normal, supongo.

Obsesiones pelirrojas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora