Obsesiones pelirrojas [✓]

꒦꒷Capitulo 11꒷꒦

Comenzamos a preocuparnos por Lacy cuando no fue a clases los días siguientes y se puso cada vez más extraño porque por mensaje nos aseguraba que estaba bien, pero no respondía ninguna llamada.

A veces pensaba que estábamos exagerando. Algunas otras no.

Mi cabeza seguía dando vueltas en el caso de Allan y Martín, recordando una y otra vez que lo único que siempre resultaba estar en el medio era yo. Los dos me seguían, los dos daban likes a mis fotos, incluso hasta comentarios o reacciones. Definitivamente algo se me escapaba.

Decidí relajarme cuando Jenn me invitó a su dormitorio, supuse que también había invitado a Ruby, pero cuando la castaña no apareció por ningún lado supe que solo seríamos la pelirroja y yo. No sabía qué tan bueno o malo era eso.

Cuando llegué al pequeño pasillo donde empiezan las escaleras escuché la voz de Jason, quien hacía un esfuerzo en murmurar, pero sus palabras contenían tanta rabia que era casi imposible. Decidí escuchar un poco antes de subir y encontrármelos de frente.

—¿Qué mierda te pasa, Jenn? Y no quiero escuchar una vez más que no lo pensaste, estoy harto.

Escuché pasos, como si alguno de los dos estuviera caminando ansioso, nervioso.

—Pues es lo único que tengo para decirte —escupió su hermana con un tono que era difícil de reconocer y más si se dirigía a Jason—. No lo pensé, me molesté y eso es todo.

Intenté echar un vistazo, aunque salir de mi escondite era peligroso, no quería causar más problemas de los que seguramente ya tenía en lista de espera. Escuchar una conversación ajena no me daba muchos puntos a favor.

¿Qué había sido tan grave como para llevar a los mellizos a ese punto? Es decir, su relación era inquebrantable, ¿qué tendría tanto poder para hacerlos pelear. O quizás esa era la fachada, su secreto.

—¡Es tu amiga! Eso es lo que no entiendo. Estás demente.

—No seguiré hablando de esto si no estás dispuesto a escuchar.

Después de esas palabras unos pasos se dirigieron hacia donde estaba y corrí lo más rápido que pude antes de ser descubierta. ¿De qué estaban hablando? ¿O de quién?

«Es tu amiga» le había escuchado reclamar a Jason. ¿Hablaban de Ruby? ¿De mí? La posibilidad de que ambos estuviesen hablando de lo que ha sucedido me puso nerviosa, el vuelco en el estómago y la inquietud que me hacía jalar el lóbulo de mi oreja aparecieron.

Me esforcé por no parecer sospechosa cuando volví sobre mis pasos y me encontré con Jenn frente a su puerta, casi maldecí por no haberme esperado encontrarla afuera todavía. Jason no estaba por ninguna parte, así que, después de saludarnos y ponernos brevemente al día le pregunté sobre él.

—¿No está Jason?

Soltó un suspiro casi imperceptible y abrió el refrigerador, la luz de dentro le iluminó el semblante serio.

—No, salió para ver algo del inventario o no sé qué mierda.

Si su enojo persistía no se notaba en lo absoluto, sonaba como siempre. En ese preciso instante me di cuenta de lo fácil que le resultaba mentir.

—¿Agua? —ofreció y yo negué. Su repentina atención me puso nerviosa.

Hui hasta el sofá y de repente Jenn apareció ahí mismo. Me levanté, pero después volví a sentarme. Estaba actuando muy extraño. Comencé a jalarme los piercings de nuevo.

—¿Está bien si te pregunto sobre algo? —mencionó con tranquilidad. Hice un gesto que pretendía ser afirmativo, Jenn tardó un par de segundos más en decir lo que quería—. ¿Te incomodó el beso? O tal vez fue la parte donde fui directa o la cagué por completo, confundiendo las cosas. Independientemente de lo que fuera, mi intención no fue por ningún instante hacerte sentir incomoda.