Te amo Ana

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T
E

A
M
O

A
N
A

Grita mi mente, grita mi ser.

Me has envuelto en una marea de emociones intensas de la que sólo eres capaz de experimentar cuando lo que pasa a tu alrededor realmente magnitud.

Tiene valor.

Me acompañaste desde antes, ¿no?

—No...

¿Entonces quien eras?

Bueno, si eres alguien reciente, ¿entonces quién estuvo conmigo todo este tiempo?

—Hola.

Oh, tú.

Te extrañé.

Te odio.

Pero una parte de mí
Te
Quiere...

Eres Mía...

Abrázame Mía, dime que todo estará bien, no me lastimes más. No deformes mi cuerpo más, no hagas de un castigo verme al espejo.

Espejo.

Cámara.

La cámara es peor, Sue, sales horrible en las fotos.

Mía, mírame.

Quién sabe a dónde llegaré.

Ana.

Tómame...

Ya no hay suelo donde caer...

Desde que era niña era horrible ser una fea a pesar de que varios dijeran que era linda. La persona que me importaba en ese momento me dijo lo peor, me dijo que era tan fea que le daba asco solo verme, que nadie se fijaría en mí, lo dijo en serio.

Pequeños e inocentes antojos de infancia se convirtieron en una adicción a los dulces, estuve dependiendo de ellos, de sus adictivos. Procesados... eran... un vicio, y ahora tengo arcadas, no obstante, de vez en cuando se me hace agua la boca por uno, solo de vez en cuando, lo juro. Yo ya no quiero ser así. Eran la cura de mi depresión,  eran una gratificación instantánea que a la larga me reducía el tiempo de vida cargándome de enfermedades.

Traté de dejarla varias veces, mi fobia era fuerte, me impedía devolver el mal que traía dentro.

No pude
V
O
M
I
T
A
R

Por una maldita fobia.

Pero mira lo que lograste, Ana, ayunar prolongadamente, días sin comer, ahora luzco menos fea y de paso gracias a tomar pastillas que me ayudaron a bajar de peso, aunque de paso bajaban mi ánimo considerablemente. Será por eso que ya no encuentro mi felicidad? Tantos químicos en ida y vuelta se la llevaron, o tal vez aún existe y está por ahí, perdida en algún lado.

Sé qué he dicho varias veces que él ese mi felicidad, pero, muy en el fondo, sé que no es así. Él no es felicidad ni lo será jamás, la felicidad no te hace pasar todo el día en la cama esperando sus mensajes, llorando los recuerdos que no volverán y las oportunidades perdidas, no te cambia por otra chica apenas ve una mejor opción, no te hace rajarte el brazo hasta querer suicidarte.

Él no es felicidad.

Él tiene diferentes significados.

Y uno de ellos es euforia.

...

Te estoy llamando Ana, hazme caso, ven a mí, reina.

Cada vez más cerca...
Antes muerta que gorda.

The End Donde viven las historias. Descúbrelo ahora