Noche por sorpresa

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La falta de aplausos al subir al escenario le cayó de sorpresa. Nico estaba acostumbrado a los silbidos, gritos y aplausos incluso antes de empezar, pero ahora solo había un silencio sepulcral mientras medio centenar de ojos estaban sobre ellos, esperándoles y más listos para juzgar que para disfrutar.

Se atrevería a decir que echaba de menos los comentarios obscenos que le gritaban en el Kithara. Prefería estar contabilizando cuántas chicas - sin la más mínima remota posibilidad - querían acostarse con él y prometerle la mejor noche de su vida; cualquier cosa menos esto.

-Tranquilo, cadáver humano - Will sonrió como si en su mente resonasen unos aplausos que no existían. Se mostraba tan relajado que parecía deslizarse por el escenario mientras Thalia y Percy consumían los escasos segundos que les quedaban para colocarse. - Tienen delante a un chico guapo, talentoso y cautivador, la persona perfecta para admirar. - Nico casi tira el micrófono en su mano ante su sorpresa, con su mirada puesta en Will que sonreía de forma tranquila y apaciguada. Nunca le había halago, al menos, no de forma sincera, como parecía. - Ah, y también estás tú - añadió, cambiando a una sonora carcajada.

Si no estuviese seguro que golpear a un compañero de banda estaría muy mal visto, cedería a sus impulsos y agarraría a Will del cuello de su camisa solo para lanzarla de cabeza a ese público que tanto iban a admirarle.

-Imbécil.

-Este imbécil ha hecho que te olvides de los nervios - susurró, cuando sus micrófonos estuvieron conectados. - Ha sido un placer.

Vio a Reyna y Annabeth colocarse prácticamente en el medio de la multitud, junto a los que creía que serían los padres de Reyna. Por alguna razón, quiso esforzarse aún más que de costumbre, como si el hecho de que fuesen impecables supusiera que Reyna sacase una de esas escasas sonrisas que tanto costaba ver.

Parecía que nunca sabría si realmente no era una chica risueña, o, simplemente, que no tenía motivos para sonreír.

Percy comenzó a tocar su batería.

Todos los ojos se dirigieron a él aunque no fuese la figura central. Estaba marcando el ritmo, sacando las primeras sonrisas discretas al reconocer el conocidísimo tema Another one bites the dust. Le dio a Percy una última mirada, estaba concentrado en la batería, ni levantaba la mirada, era él quien en lo que dure la canción debía carrearles a todos, ni siquiera Thalia con su afán de protagonismo y particular performance podría socorrerle y disimular un mal destiempo. No, Percy era la sincronización de equipo, era el director con sus batutas.

Si aún le quedaba alguna duda sobre si las dos personas que estaban al lado de Annabeth y Reyna eran los padres de esta última, se disipó al reconocer el aura seria y juzgadora con la que le miraban cuando comenzó a cantar.

Hace años, cuando era un chico nada seguro de sí mismo, tímido y acobardado, se habría venido abajado, tartamudeado y hecho el ridículo. Pero ya no era ese chico, había dejado todo eso atrás. Tenía un fuerte grupo de amigos que habían conseguido que mirarse al espejo o escucharse no fuese una odisea del terror.

Al principio no cantó para el público, cantó para ellos. Quería gritarles con su arte que esto era The Big Three y que no podían intimidarles.

Su sorpresa llegó al escuchar cómo en un espacio tan abierto y distinguido la voz de Will Solace se acopló con naturalidad a la suya durante las dos siguientes canciones. Eran algo parecido a un dúo, y debía reconocer que poseían la misma compenetración que cuando discutían fuera del escenario. Solamente esta vez, sentía algo especial, algo diferente, la música les estaba demostrando que encajaban mucho más que para discutir, también para hacer lo que más les gustaba.

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