Nico aprende una valiosa lección para su salud mental

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Cada vez que cerraba la puerta del despacho que ahora era ocupado por Reyna, su mundo adquiría una tranquilidad inusual. Hasta la persona más negativa sería capaz de pensar que todo estaba mejorando.

Mantuvo los ojos cerrados por unos segundos, disfrutando de los besos y caricias tentadoras de Reyna a lo largo de su cuerpo. Cada vez que la escuchaba soltar una pequeña risilla cuando notaba su piel erizada, todo adquiría un tono más alegre.

-Quiero hacer más horas extras si esta es mi recompensa - bromeó Thalia, alzando el cuerpo de Reyna sobre el suyo para que estuviese a su misma altura. - ¿Cuándo es la próxima?

-¿Tú, Thalia Grace, queriendo trabajar?

-Por supuesto, somos un equipo. Soy la mejor camarera y guitarrista, más de la mitad de los clientes es por mí. Me esfuerzo para que todo salga perfecto - carraspeó, tratando de poner su voz más profesional, aunque tener sobre ella a Reyna le mermaba la concentración. - Todo para que mi chica tenga el mejor negocio.

-Estoy segura de que tu interés y esfuerzo es puramente profesional. Claro que sí.

Ambas sabían que desde que Reyna había asumido el mando, Thalia había presionado a todo el equipo a dar la mejor versión posible en cada momento, pero tenía sus momentos de rebeldía donde buscaba escaquearse como la más irresponsable del lugar. Aunque siempre terminaba pagando por esas escapadas.

Sin embargo, esta vez Reyna le siguió el juego, pasando su dedo indice trazando círculos a lo largo de su pecho descubierto, como si estuviese recordando el patrón que había dejado su boca hace escasos minutos. No mentiría si alguien le preguntaba cuáles eran sus motivaciones, esos largos minutos donde ambas se tomaban un merecido descanso se habían convertido en su motor principal para cumplir con su horario.

-Vuelve aquí conmigo - pidió Thalia, nada más notar cómo las caricias de Reyna frenaban u su vista quedaba perdida en cualquier punto de su cuerpo, pero sin prestarla atención realmente.

La silencio con sus labios antes de escuchar una disculpa de su parte. No había conseguido eliminar la manía de Reyna de pedirle perdón cada vez que desconectaba del mundo y quedaba sumida en sus pensamientos. No le molestaba, sabía que estaba bajo un estrés enorme, pero sí quería sacarla de ese maremoto cerebral cada vez que se lo permitiese.

-Aún no tengo un nuevo proveedor - lamentó, escondiendo su cabeza en el cuello de Thalia. Su voz le erizaba la piel. - Son tantos que... Apolo eligió fatal, hay demasiados. Tengo que elegir quienes sí, y cuáles sustituir. Y no tengo alternativas.

Como cada vez que escuchaba su tono ahogado, se sintió tentada a pedirle que renunciase, pero después de cuatro intentos ya había aceptado que Reyna no iba a dejar el Kithara. Comprendió que, lo que quería de ella, en vez de soluciones, era solo apoyo.

-Lo conseguirás algún día - prometió en un susurro, - cada vez viene más gente por las noches. Vamos a darte todo el tiempo del mundo, cada uno tenemos nuestra parte.

No dejó de acariciar su espalda hasta que la respiración de Reyna volvió a calmarse. El paquete de cigarros estaba tirado en el suelo cerca de sus pantalones, casi al completo desde hacía dos semanas. Solo esa imagen le hizo sonreír y apretó aún más a Reyna entre sus brazos, era su forma de darle las gracias.

-El viernes no vengo por la mañana, haré el turno de tarde y luego actuaré - informó.

-¿Sin descansar? Olvídalo. Cubrirán tu falta - replicó al instante, apoyando su codo en el sillón, al lado de la cabeza de Thalia para tener una vista directa. - ¿A dónde vas?

-Mi última práctica de conducir - explicó de forma agónica. - Bueno, mi cuarta última práctica antes del examen. ¿Cuántas veces he suspendido ya?

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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