La desconfianza.

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Abrí los ojos de repente y sentí rápidamente un fuerte dolor de cabeza y también en los pies. La luz del sol se filtraba a través de las esquinas de la puerta, iluminando un poco mi habitación. El olor a arepas flotaba en el aire. Recordé la fiesta de anoche: los mariachis que había traído mi papá para mí abuela, las risas, los momentos en que bailamos. Pero ahora, todo lo que quedaba era un dolor punzante en la sien y pues una vaga sensación de que no me arrepiento porque si disfrute el cumpleaños de mi abuela.

Me incorporé con cuidado, sintiendo como mi estómago rugía por comida. El vestido de botones que llevaba estaba arrugado ¿No sé porque cuando voy a una fiesta, no me cambio la ropa para dormir?.

Me levanté de la cama y me tambalee por causa del sueño y fui directo al baño. Me mire al espejo y me encontré con una versión desaliñada de mi misma. Mi cabello estaba enmarañado, mi maquillaje estaba todo corrido. Pero no podía quedarme en la cama con esta hambre y dolor de cabeza.

Fui a la cocina, me senté a la mesa de la cocina, el aroma a las arepas recién hechas llenando la cocina. Mi mamá, coloco una arepa dorada frente de mi, con una cara de pocos amigos que suele tener cuando cocina.

- Anoche estuvo bien la fiesta de tu abuela ¿Verdad? - dijo mi madre mostrandome una sonrisa.

Asentí, tomando un sorbo de jugo frio.

- si fue una noche chévere.

- bailaste bastante me di cuenta - sonrió.

- si me duelen hasta las uñas - las dos nos reimos a carcajadas.

Termine mi desayuno y me fui directo a mi guarida, osea mi habitación.

Me encontraba en mi habitación aburrida y empecé a ver publicaciones en facebook de mis amigos del liceo, y en esa publicación de mi primo Endry, habia etiquetado a su hermano Andy. Y pues mi cabeza tuvo un flashback, sobre el.

( Observaba a Andy desde lejos. Mi corazón latía con fuerza mientras lo veía reir y charlar con los demás. ¿Cómo podría acercarme sin que me estén ignorando y Andy vea que existo?.

Finalmente decidí que no había nada que perder. Di un paso al frente y me uni al grupo de chicos. Mientras estaba en el grupo me di cuenta que nadie notaba mi presencia, solo hablaban nadie parecía notarme. Los chicos continuaron riendo, charlando y jugando como si yo fuera invisible. Me siento como un fantasma en medio de la multitud, es una presencia que no dejaba huella.

Me quedé al margen, observando. Andy reía, pasaba sus manos por su cabello negro oscuro y hacia gestos animados al contar la anécdota. Deseé poder acercarme, decir algo ingenioso o simplemente existir para el, pero mi timidez no me deja decir ni siquiera una vocal.

Decidí rendirme y fui para donde estaban todas las sillas, y me senté adelante porque el pastor de la iglesia de mi abuela hiva a darnos la palabra de Dios. Todos estaban sentados mirando fijamente al pastor, otras personas lloraban disimuladamente y otras oraban con los ojos cerrados y con una lágrima que les caía en la mejillas.

Mi madre estaba al lado de mi rezando y con algunas lágrimas en las mejillas. Quería llorar quería también sentir ese sentimiento de perder a alguien y que te doliera pero no salía nada, sentía que en mi futuro hiva hacer alguien sin corazón porque realmente no me duele que mi tía haya muerto, pero al mismo tiempo se que no la veremos más y que es triste pero realmente no siento nada ninguna emoción pero eso lo digo ahorita es porque todavía estoy pequeña. Tengo apenas ocho años puede ser que más adelante lo sepa.

El pastor terminó de dar la palabra para luego dejar mi parte favorita. En la que recuerdo, Andy tocaba el tambor mientras una chica cantaba una linda canción evangélica que no había escuchado antes, debe ser que es nueva, y también habían niñas de mi edad bailando. Yo no paraba de mirar a Andy, la luz de la luna y la luz de las velas hacía que Andy se viera espectacular - mente hermoso, cada vez que le daba un toqué al tambor le caían al rostro mechones de cabello negro, todo su cuerpo sudado y caían gotas de sudor al piso, pero a el no le importaba porque estaba demasiado concentrado tocando el tambor, y yo simplemente no paraba de admirarlo y brindándole toda mi atención a pesar de que el no lo notará.

Lo Que El Destino SeparóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora