Capítulo XXIV. Maldito Ángel

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Crowley aún seguía en shock por las últimas palabras que escuchó de Aziraphale antes de que dejara la librería para volver al cielo. Aún después de que el ángel saliera de la librería, a Crowley le tomó algo de tiempo moverse de dónde estaba para poder caminar hacia el sofá que estaba junto a la ventana y sentarse ahí, apenas lo hizo toda la tortura mental comenzó.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos amarillos sin que pudiera evitarlo en cuanto se sentó. Su corazón comenzó a estrujarse, se apretaba dentro de su pecho produciendole un intenso dolor del que no podía deshacerse, aquel dolor se extendía a lo largo y ancho de su cuerpo en todas direcciones. Cada parte de su cuerpo dolía de formas que reconocía de aquella vez en su departamento en el momento en el que Aziraphale se despidió de él y se fue junto a ese viejo de cabello blanco directo al cielo dejándolo solo para siempre. La voz dentro de su cabeza soltó un simple 'mierda, aquí vamos de nuevo' antes de comenzar a sollozar, cambiando pronto a un llanto prolongado, después un llanto más ruidoso hasta que comenzó a gritar tan fuertemente que debían escucharlo en el cielo y el infierno.

-¡Maldito ángel! - gritaba de desesperación - ¡Pudrete!

El demonio se levantó con furia y tomó las botellas de vino que tenía resguardadas en múltiples rincones de la librería para comenzar a arrojarlas en todas direcciones hacia los muros del negocio de Aziraphale. Los cristales que habían explotado contra las paredes se hallaban en todos lados, por cada botella de vino que Crowley rompía del fondo de su alma y a través de sus labios salían fuertes maldiciones al cielo, al plan inefable, a la segunda venida y especialmente a Aziraphale. Extrañamente en su mente aparecían pequeños flashes del rostro de la enorme cabeza que vio en su viaje al cielo con Muriel, era ese mismo ser que había estado en la librería después de que los arcángeles volvieron al cielo, el mismo ser que se llevó a su ángel.
¿Por qué? ¿Por qué aquel ser sobrenatural del cielo aparecía en su mente de pronto? Crowley no lo sabía, pues a pesar de que aquel tipo se había llevado a Aziraphale, sabía dentro de él (por mucho que odiara admitirlo) que no había sido culpa del Metatrón que Aziraphale lo hubiese abandonado pues recordaba como el ángel rubio había aparecido en lo alto de la escalera y la forma en la que lo había visto actuar, como si no lo conociera, como si no supiera quién era él, como si no hubieran pasado seis mil años juntos compartiendo un acuerdo mitad celestial y mitad demoníaco en el que ambos tenían ventaja en lo bueno y malo respectivamente para que ni el cielo ni el infierno tuvieran que intervenir en sus asuntos; había sido él y solo él el que habia decidido actuar indiferente y no había sido él Metatrón quien lo obligara.
Pensar en ello le causaba un agudo dolor en su corazón, pensar en que su ángel fingía indiferencia por él cuando él no hacía otra cosa más que quererlo... Quería lastimarlo también.

Aún gritaba el nombre de su ángel cuando tomó uno de los libros que tantas veces le vio leer, listo para arrojarlo lejos, sabía que si terminaba en algún sitio en el suelo cerca de donde había vidrios rotos y vino tinto quedaría inservible para siempre; sin embargo, no puedo hacerlo. Lo tenía en sus temblorosas manos (temblorosas de ira y desesperación) pero simplemente no podía soltarlo y mucho menos lanzarlo lejos.

- ¡Mierda! - se recriminaba - ¡¿Estás jodiendome?! - se gritaba a si mismo.

Miró con odio aquel libro que sostenía por encima de su cabeza listo para ser arrojado, quería impregnarse del recuerdo de Aziraphale en la librería, de cada palabra que dijo, de su indiferencia, de su actitud, de cada cosa que pudiera empujar su motivación a destruir algo que el ángel amaba para liberar algo de lo que sentía pero aún con eso el libro seguía en sus manos. Era incapaz de tirarlo. Era como si el libro se aferrara a su mano aunque dentro de él estaba consciente que era el amor que sentía por el ángel, el causante de ser incapaz de destruirlo.

Dios No [#IneffableHusbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora