Cap. 5

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Pasaron dos semanas, en las que no pensé extrañarlo tanto como ahora. Me sorprendí al descubrirme observándolo tras la mesa de aperitivos tomando un bocado sin saborearlo, al otro lado del salón saturado de gente que buscaban cerrar negocios, o, bien comenzar uno con un apretón de manos y una sonrisa cortez. Encima de sus hombros tenía un saco café, en el cuello divise un cálido punto del jersey color beige, que combinaba con pantalones de vestir color café, los cuales cubria sus calcetines de un estampado "exótico" que, solo pude ver cuando tomo asiento y la bota subió unos centímetros, descubriendo así las calcetas coloridas. Me sonreí por debajo.

—Ella debe ser tu esposa —dijo un hombre de cabello canoso como la nieve, acercandose con aire autoritario.

—Si —asintio Gavín con orgullo y acontinuación nos presentó.

David era un hombre de mediana edad, gerente del equipo de marketing, así que era el superior de Gavín. Muy afable cuando se trata de camadería, pero muy serio cuando se trata de negocios; un hombre con ambiociones. Eso explica las horas extras que cumple Gavín por las noches. El hombre canoso delineó una sonrisa de placer por conocerme, se despedió besando el dorso de mí mano para luego disponerse a saludar a más personas. Me volví hacia Gavín y no tarde en divisar las perlas de sudor que destellaban en su frente pálida como papel.

—Gavín, ¿Estás bien? Estás sudando demasiado —dije alarmada por el zumbido agitado y audible de su respiración.

—Son los nervios por el discurso, no te preocupes —respondio— Solo necesito un poco de aire.

—Te acompaño.

—No, puedo ir solo.

Antes de que pudiera protestar ya había salido del salón. Volví a nuestra mesa, un barista lleno mi copa de vino burbujeante; nunca se vacío porque en una hora solo había tomado dos sorbos por la preocupación. Heche un vistazo a mi teléfono una tercera vez y mire por encima de mi hombro paseando la mirada por el salón. Me encamine por los pasillos hacia el balcón, pero solo me encontré con una pareja muy cariñosa, la cual solo ignore y les dí privacidad. «¿Dónde estás?» dije para mis adentros.

—Estoy a un paso —respondió una voz conocida, a mis espaldas, mis pensamientos.

Oscilé por un momento antes de volverme a él. Mi corazón latio enloquecido. Al ver sus ojos me dí cuenta que mi mente olvidaba retratar los detalles: como su pupila dilatandose, como el sonrojo en sus mejillas, como su ligera sonrisa, casi tímida en sus labios. Sin embargo, sus comisuras elevadas se relajaron formando una línea recta, difuminando su sonrisa que esbozaba en sus labios.

Una mujer hermosa como una diosa griega, entrelazo su brazo en el de Jake. Su vestido corte sirena se ajustaba a su figura destacando sus atributos: su cintura de avispa, su trasero voluntuoso y sus pechos pequeños; sus dientes blancos descubiertos por una sonrisa con pinta labios rojo, delineados con una técnica impecable, su piel nivea, casi transparente, con un colorete rojizo muy sutil en los pómulos y una sombra dorada en sus ojos verdes intensos que te transportaba a un bosque vasto. Cuando nos vimos más temprano pensé que se había equivocado de evento, ya que parecía ir a la alfombra roja de los premios Óscar.

—Hey, ¿me recuerdas? "La chica Óscar" —dijo divertida.

—Si, cómo olvidarte —dije sonriendo por cortesía.

—¿Ustedes se conocen? —pregunto "La chica Oscar".

—Si.

—No —contestamos al unísono.

Ella soltó una risita por debajo.

—¿Si o no? —insistió paseando su mirada en ambos.

—Pues, hemos tenido encuentros casuales —respondió Jake desenfadado para acontinuación presentarme a su novia.

Tercer CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora