𝗙𝗮𝗺𝗶𝗹𝗶𝗮 𝗦𝗮𝗸𝗮𝗺𝗮𝗸𝗶

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Por fin la mansión Sakamaki estaba ante mí

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Por fin la mansión Sakamaki estaba ante mí. Observe el timbre aun costado de la puerta, sería ridículo tocarlo sabiendo que iba a llegar hoy a la mansión, pero si no lo hacía daría a entender que no tengo modales. Lo pensé por varios segundos y al final decidí hacerlo, escuchando el sonar del timbre en un eco que podía escucharse desde afuera, pero todo lo contrario a lo que esperaba esta nunca se abrió.

—disculpa ¿buscas a alguien?

Voltee para encontrarme con una joven de cabellos cenizos y ojos rosas, tenía unas bolsas en sus manos de al parecer unas compras en el supermercado. Su apariencia me hizo saber que era una humana, aquella humana que fue enviada a la mansión Sakamaki para que la grupa de seis viviera junto a ella, pero el perfume que más predominaba en ella era del menor de los seis hermanos que habitaban la casa.

Al parecer no era la única a la que enviaron a este lugar.

—fui llamada por el señor Sakamaki, me ordenaron que viniera hoy a la mansión

—oh tu eres la otra chica, mucho gusto conocerte

—lo mismo digo...

—Yui... Komori Yui

La joven ceniza coloco las bolsas en una sola mano para abrirme la puerta de la mansión permitiéndome el paso a mi primero. Tome las dos maletas que había traído, entrando a la mansión Sakamaki donde no sabría que esperar. Por lo poco que había escuchado de mi padre, el señor Sakamaki buscaba a una nueva chica humana para que viniera a la mansión. No llegue a escuchar las razones, pero dado mi entendimiento y lo que he visto hasta el momento, Yui fue marcada por uno de ellos lo que significaba que los otros cinco no podrían tocarla.

Era una ley que mantenían los vampiros.

La sala era silenciosa, fácilmente se podía escuchar el sonido de mi respiración y los desenfrenados latidos de mi corazón. Algo pasaba o algo iba a pasar. En la vida me había pasado, ni siquiera en mis momentos de adrenalina mi corazón había bombardeado de aquella forma.

Desde pequeña supe que era especial. Mi familia lo había dejado claro desde que era una niña, hasta ahora no me habían dado las razones, pero estar en la mansión Sakamaki solo lo confirmaba. Cualquier humano que pisara esté lugar no saldría vivo y si llegaba a ocurrir solo era una demostración de lo que ocurría si pisaban sus tierras.

La familia Sakamaki no era alguien en las cuales confiar, a menos de que poseyeras algo importante para ellos.

Yui no parecía tener nada valioso en ella, podía percibirlo de alguna forma, pero al ser marcada por uno de los hermanos Sakamaki su vida había cambiado por completo y debían tener cuidado con ella. Una vez marcada formaba parte de la familia. Era intrigante saber la razón de su marca, pero me ahorre las preguntas porque no estaba en posición de hacerlas.

Vagando por la gran mansión me encontré con Yui nuevamente que me guio hasta la que sería mi habitación. Era extraño no haberme encontrado con ninguno de los Sakamaki, pero deduje que podrían estar dormidos al ser medio día.

—gracias Yui

—no es nada, si necesitas ayuda puedes decirme

La chica ceniza me deja en la soledad de mi nueva habitación. A este punto había ignorado por completo el palpitar de mi corazón, el cual seguía igual de descontrolado que antes. Era posible que un baño lograra calmarlo. Acomode mis maletas junto al armario, recostando una de estas para sacar la ropa que me pondría al salir de la ducha.

—¿y tú quien eres?

Dentro de mi baño, recostado en la tina medio llena, se encontraba un chico de cabellos rubios. Al escucharme volteo ligeramente dejando a relucir sus ojos azules observándome con gran molestia. Si no mal recordaba era el primogénito de los Sakamaki. Shu Sakamaki. Hablaban mucho de él, ya que sus comportamientos no eran dignos del próximo sucesor de los Sakamaki, convirtiéndolo en una vergüenza como primogénito y sucesor.

—hola... ¿podrías dejar mi ducha e irte?

Shu me siguió observando, recordando que estaba envuelta en una toalla blanca que había encontrado sobre la cama. Me sentí expuesta, demasiado para mi gusto. Aunque eso a él no pareció importarle, volviendo a cerrar sus ojos y seguir en lo suyo dentro de la tina del baño.

Ignorada. Me había ignorado por completo. Ahora comprendía porque a todos no les era del todo su agrado estar cerca suyo. Sali del baño, buscando en mi maleta una de las sábanas que había traído al ser mi favorita, tomando aquella vara metálica estirable para volver al baño. Tener dos hermanos menores que no respetaban la privacidad me hizo prepararme bien para venir a la mansión.

Sujete la manta con la barra de metal, ajustándola con ambos lados de la pared para formar un tipo de cortina improvisada que separaría el baño de la tina que era ocupada por el Sakamaki. Verifique que no se viera absolutamente nada y que él no fuera a salir de la tina, logrando tener un baño algo tranquilo, pero a su vez inquieto al imaginar al chico abriendo la cortina improvisada.

—¿qué paso después de eso? —pregunto una pequeña de cabellos rubios— ¿te vio bañarte?

—no —respondió la mujer que permanecía sentada en las bancas del jardín, acariciando los cortos cabellos de su hija— en realidad nunca se movió de su lugar, ni siquiera cuando me estaba vistiendo

—que rara forma de conocerse —murmuro el joven adolescente de ojos azules que observaba a las mujeres. Su madre y hermana menor.

—querido Shuna para el amor nada es raro, ¿verdad ángel?

—¡papá! —grito la pequeña emocionada— mamá nos contaba la historia de como se conocieron

—recuerdo ese día —dejo un beso en la frente de su pareja, permitiendo que su hija se lanzara a sus brazos y así desordenar los cabellos de su hijo mayor— aun guardo ese intento de cortina improvisada 

—recuerdo ese día —dejo un beso en la frente de su pareja, permitiendo que su hija se lanzara a sus brazos y así desordenar los cabellos de su hijo mayor— aun guardo ese intento de cortina improvisada 

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𝗗𝗶𝗮𝗯𝗼𝗹𝗶𝗸 𝗟𝗼𝘃𝗲𝗿𝘀 [ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛ / ʜᴇᴀᴅᴄᴀɴᴏɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora