𝗗𝗶𝗮𝗯𝗼𝗹𝗶𝗸 𝗟𝗼𝘃𝗲𝗿𝘀 [ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛ / ʜᴇᴀᴅᴄᴀɴᴏɴ]

𝗥𝗲𝗶𝗷𝗶 𝗦𝗮𝗸𝗮𝗺𝗮𝗸𝗶 [ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛ]

Regalo

La única mujer nacida en la familia Sakamaki se encontraba dando un corto paseo por las calles humanas. Eran horas de la tarde donde los candentes rayos del sol se volvían débiles, el momento perfecto para salir a caminar. Además de que sus hermanos seguían en un profundo sueño. La calle estaba concurrida, nadie le prestaría atención y podría pasar desapercibida entre la multitud.

El tiempo corría en su contra, debía regresar antes de que sus hermanos despertaran, por lo que entre esquivos y pasos apresurados llego al local que meses antes había descubierto. Una campanilla dio a conocer su llegada donde una mujer mayor la recibio con una suave sonrisa detrás del mostrador. Inspecciono todo el lugar, detallando cada uno de los objetos que se exhibían, sonriendo al encontrar aquello que tanto deseaba tener.

—disculpe puede guardarme este juego, lo comprare

—por supuesto, permítame unos momentos por favor

Con sumo cuidado la señora tomo aquel juego que la joven Sakamaki le había señalado, llevándolo sobre el mostrador donde mantenía una caja especial para guardar aquellas delicadas piezas. Al guardarlas le iba explicando a la joven el material con el que se había realizado y el tiempo que les tomo crear el juego completo. Sabía perfectamente que el detalle iba a encantarle.

—muchas gracias por su compra joven

—gracias a usted por la atención, que tenga buen día

Encantada por su compra, salió de aquella tienda para regresar a casa. Sus pasos eran apresurados, deseaba llegar a tiempo, aunque mantenía un sumo cuidado para que aquella caja no fuera a caer de sus manos.

—¡Ayato! Dime que eres el único que esta despierto

—eso creo —en un rápido vistazo noto aquella caja en sus manos— ¿saliste?

—no tengo tiempo, estoy contra el reloj

Paso al lado de su hermano menor, subiendo las escaleras de dos en dos para llegar al laboratorio/biblioteca que usaba su hermano mayor para realizar sus estudios y experimentos. Estaba segura de que si la veía actuar de esa forma la regañaría por sus malos modales, pero en ese instante era lo de menos para ella, solo quería llegar a la habitación.

Al observar el pasillo desolado y silencioso un gran alivio se mostró en sus ojos el cual desapareció luego de que la puerta de aquella habitación se abriera antes de que ella lograra hacerlo, encontrando la alta e intimidante figura de su hermano mayor Reiji. Sus lentes estaban levemente caídos y podía verse reflejada en ellos, pero al ser acomodados solo encontró una expresión que no era del todo su agrado y que la hacía sentir aún más pequeña de lo que su altura podría permitirle a su lado.

Estaba en problemas y lo sabía.

A su hermano no le gustaba que saliera a las calles humanas o no que lo hiciera sola donde cada peligro podría estar a su acecho si descubrían lo que ella era realmente. Se hizo a un lado, permitiendo que su hermana entrara a la habitación esperando una buena explicación del por qué no la encontró en su habitación al despertar.

—fui a comprarte un regalo —explico, señalando la caja— hace unos meses, al regresar de la academia, pedí un paseo tranquilo entre nosotros tres —el chico de lentes se acercó a la caja, escuchando atento las palabras de su hermana— ese día vi a lo lejos la tienda de artefactos hechos en porcelana detalle un juego muy hermoso de té, sabía que te iba a encantar por lo que al día siguiente fui con Subaru para conocer su precio, ahorre meses para comprarlo... de verdad espero que te guste, haces mucho por mí, por nosotros y deseaba darte un detalle para mostrar mi gratitud y cariño

Reiji detallo aquel juego de té que le había obsequiado. Todo estaba hecho en porcelana, bañada en una pintura blanca con detalles muy delicados en oro. Al ser coleccionista sabía que mantenían un precio elevado y que posiblemente sería la más costosa de su colección y la más importante para él.

—agradezco tu esfuerzo y detalle, sin embargo, procura no volver a salir sola

Ante la emoción termino por abrazarlo. Él no era de expresar sus emociones, pero ella conocía bien cada una de sus posturas y aquel regalo le había encantado. El gesto lo tomo por sorpresa, pero no tuvo interés en apartarla.