capítulo 1: Las pesadillas

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[...]


Mia se encontraba sumida en la oscuridad de la noche, envuelta en el silencio sepulcral de su habitación. El recuerdo de su esposo fallecido aún pesaba sobre ella, como una sombra que se negaba a desaparecer. Con el corazón lleno de dolor y el alma consumida por el desasosiego, se sumergió en un sueño inquieto, esperando encontrar algo de paz en el mundo de los sueños.

Sin embargo, la paz que anhelaba estaba lejos de alcanzarla. Noche tras noche, su descanso era interrumpido por la presencia ominosa de un demonio. Sus sueños se convertían en un laberinto de terror, donde el demonio la acechaba con sus ojos ardientes y su voz profunda resonaba en las paredes de su mente.

Con el corazón martilleándole en el pecho, ella se lanzó hacia adelante, el miedo envolviéndola como una manta oscura mientras aquel demonio la persigue con una sonrisa siniestra en los labios. Mia se atrevía a mirar hacia atrás en repetidas ocasiones para ver qué tan cerca estaba el de ella, su aliento entrecortado por el temor que le clavaba garras en el alma.

Por un breve instante, un rayo de esperanza titiló en su interior al no encontrar rastro del demonio. Un suspiro de alivio rozó sus labios. Pero antes de que pudiera saborear verdaderamente la calma. Sin darle tiempo a reaccionar, el demonio se abalanzó sobre ella, sus garras afiladas sujetando su brazo con una fuerza cruel. Con voz quebrada, le susurró al oído que ella sería su esposa.

Mia se despertó abruptamente, envuelta en sudor y lágrimas. Aliviada al reconocer su habitación, soltó un suspiro y se pasó la mano por la cara. Sin embargo, al bajar la mirada, notó una marca en su brazo, justo donde el demonio la había agarrado en su pesadilla. Intrigada, pero atribuyéndolo a una posible lesión mientras dormia, decidió no darle importancia.

Se levantó, se puso las pantuflas y la bata, y descendió al salón, donde encontró a Nani, la empleada de la casa, dejando sus últimas maletas en el salón.

-"¿Ya te vas, Nani?" -preguntó Mia con tristeza.

-"Sí, señora. Estas son mis últimas cosas"- respondió Nani con una sonrisa.

-"Realmente me entristece que te vayas..." -Mia se acercó a Nani y la abrazó con lágrimas en los ojos.

Mia despidió a todos los empleados del servicio, ya que la casa sería embargada. La confusión la invadía a todo momento por qué Nike, su esposo, afirmaba haber pagado los impuestos cada vez que salía a pagarlos.

-"Lo sé, señora, pero no se preocupe"- dijo Nani al secarle las lágrimas a Mía.- "Sé que nos volveremos a ver. Cuídese mucho".

Mia asintió con una sonrisa mientras Nani tomaba sus maletas y salía de la casa.

Todo esto para Mia estaba siendo muy difícil básicamente lo estaba perdiendo todo, no entendía nada se sentía confundida, y más aún el comportamiento de su esposo antes de morir.

***

Por otro lado, Cecilia, la mejor amiga de Mia, estaba guardando un par de cosas en su mochila, lista para ir a recoger a Mia. De repente, su madre entró en la habitación con un tupper en manos.

- "Toma, Cecilia. Llévale esto a Mia. Cuando estaba aquí en el pueblo le gustaban mucho" - dijo su madre, depositando en la cama el tupper con unas galletas en su interior.

Cecilia asintió y guardó el tupper cuidadosamente.

- "Gracias, mamá. La verdad es que Mia está pasando por un momento muy difícil. No sé cómo puedo ayudarla, pero estaré para ella, cuando regrese aquí a Valles Altos."

Su madre se sentó en el borde de la cama, con una expresión preocupada.

- "Lo que le pasó a Nike fue tan extraño y trágico. Desaparecer así, y luego ser encontrado en ese estado en el bosque... Y lo peor fue que cuando despertó en el hospital, no reconocía a Mia. ¿Cómo puede alguien olvidar a su propia esposa de un día para otro?"

Un demonio me dice en mis pesadillas que seré su esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora