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-¡Kim Yongbok te irás a detención!

El grito del profesor la descolocó. De pronto tenía todas las miradas encima de ella y sólo pudo reaccionar cuando el hombre se acercó directamente a su lugar.

-¿Qué esperas? ¡A detención, ahora!

Yongbok parpadeó sorprendida. Miró su mesa y se dio cuenta de que la razón de su detención había sido ni más ni menos, que el hecho de que no había puesto ni su nombre en su hoja de examen. Había estado distraída con sus pensamientos clavados en el recuerdo de aquella marca enorme y morada que se asomaba cínicamente en el cuello de su madre.

Yongbok ya era grande y su tía Innie, junto a Changbin, le habían enseñado indirectamente que aquellas marcas eran simplemente besitos de amor que funcionaban para presumirse públicamente y dejar en claro que esa persona ya tenía a alguien. O al menos esa fue la explicación que le dio Changbin cuando llegó de sorpresa al departamento de su tía.

A esas alturas pensaba que su madre ya no podría romperle más el corazón sin embargo, esa marca en conjunto con su sonrisa, tan sólo la hundieron más en su impotencia miserable.

Recogió sus cosas bajo un semblante derrotado. Se volvió irritante y salió del aula sin mirar atrás. Ni siquiera podía quejarse con alguien sobre el comportamiento de su profesor porque ella realmente había estado mal. Su mente había estado lejana todo el tiempo y tampoco podía escudarse, ventilando a todo mundo que la razón de su desempeño mediocre se debía al hecho de que su madre le estaba poniendo los cuernos a su padre y ella lo sabía.

-¿Yongbok-ah?

La nombrada detuvo sus pasos, haciendo presión en su agarre con su mochila, se giró a regañadientes y vio a su primo acercándose con las cejas arrugadas.

-¿Qué quieres?

-¿A dónde vas? Aún no terminan las clases.

-Me mandaron a detención, no estés jodiéndome ahora.

El mayor alzó las cejas y abrió la boca en un perfecto círculo. No se suponía que debía sorprenderse de esa manera porque él también solía maldecir sin embargo, nunca pensó que escucharía una palabrota saliendo de la boca de la pequeña Bokkie. Él había sido testigo de la sobreprotección de Lina y la manera en la que se ponía histérica si alguien maldecía cerca de su pequeña. Pero ahí estaban ahora, con la malhumorada y grosera Kim Yongbok.

-¿Estás bien? Tu mamá estará disgustada si te escucha de...

-¡Tan sólo vete a la mierda, Chan!

El nombrado se quedó en silencio, incapaz de seguir. Aunque no lo pareciera, él realmente se preocupaba por la niña porque creció con ella mirándola como a una hermana, mas ahora no parecía estar mirando a esa misma niña que él conocía.

Yongbok, por otro lado, realmente se sintió arrepentida, pero más allá de tener las intenciones de disculparse, se vio más irritada y molesta porque el otro no se movió, así que se dio media vuelta y se marchó de ahí. Llegó hasta el salón de los castigos e ingresó en silencio, recibiendo únicamente una mirada fugaz cuando entregó su papeleta de reporte al sujeto encargado de supervisarlos. A esa hora del día no había tanta gente en el aula, sabía por los chismes que usualmente se llenaban dos salones después del horario de educación física o luego del receso, pero ella había sido mandada justo después de una hora de haber llegado.

Nunca había estado en detención. Ni siquiera había llamado la atención de un profesor hasta ese maldito día y por alguna razón le aterró no saber cómo la recibirían en casa porque era claro que llamarían a su madre para darles la noticia.

-Aaah -suspiró, recostando su cabeza en su escritorio, sobre sus brazos.

Llevó la mirada al costado izquierdo y miró el paisaje del jardín en la ventana. Usualmente prefería el interior del edificio porque su madre la acostumbró a siempre estar peinada y presentable, pero ahora -probablemente producto de su repentina rebeldía-, tenía las inmensas ganas de salir y que el viento le arruinara el cabello y el uniforme. Quería dejar de ser la niña de mamá porque entonces recordaba lo que había estado descubriendo y se asqueaba de sí misma por dejarse influenciar por alguien tan terrible como su propia madre.

-Kim Yongbok, vete ahora.

Levantó la mirada confundida. Miró al hombre que los cuidaba y siguió la dirección de su pulgar que señalaba la puerta.

-¿Disculpe?

-Vinieron por ti, no tiene caso que sigas aquí.

-De acuerdo.

Tomó su mochila y reverenció ligeramente hacia el hombre a modo de agradecimiento. Salió del aula y se encaminó por el pasillo hacia la salida, quedándose congelada tan sólo un par de metros después cuando vio la figura de su padre que esperaba mientras atendía una llamada. Yongbok sintió una punzada en el pecho que se intensificó un tanto más cuando los ojos oscuros de su padre la captaron. Ni siquiera esperó a que la llamara, automáticamente ella corrió hacia su padre y lo atrapó en un abrazo que dejó más que confundido al mayor.

-Estás en problemas, señorita -sentenció, pero sólo fue receptor de un apretón en su cintura.

Seungmin dejó un beso en la coronilla de su hija y tomó la mochila de la pequeña colgandola en su propio hombro para comenzar el camino hacia el auto.

Se fueron en silencio, pero Yongbok extrañamente se mostró más empalagosa sin querer soltar la mano de su padre. Claro, sólo hasta que tuvieron que ingresar al auto.

-Channie me llamó -confesó el mayor-. ¿Princesa hay algo que te esté molestando? No creo haber escuchado antes que hayas sido mandada a detención.

Su voz fue calmosa y demasiado gentil para el gusto de la pequeña que quería romperse a llorar. La amorosa y comprensible actitud de su padre la tenía a Yongbok demasiado mareada y enojada, porque le seguía ocultando un secreto maldito. El nudo en su garganta se hinchó y tuvo que tragarse su orgullo porque era inevitable que no se pusiera a llorar.

-No pasa nada, papá.

Automáticamente supo que era una completa mentira porque la voz de su hija había sonado temblorosa. No tenía idea de qué podría pasarle y le preocupó más porque ni siquiera su propia madre tenía idea. Ya se había dado cuenta de la actitud hostil que había adoptado con Lina, pero sólo recibió la triste incógnita de su mujer que no sabía porque de pronto era menospreciada por su bebé. Y admiraba a su esposa porque a pesar de todo, ella seguía mostrándole una enorme sonrisa a su hija, esperando a que todo volviera a ser como lo era anteriormente.

-No me gusta verte así, princesa, por favor, habla conmigo si tienes preocupaciones, eres demasiado pequeña y bonita como para malgastar tu tiempo en preocupaciones estúpidas -opinó el mayor y se asustó cuando sólo recibió a cambio los sollozos a su lado.

«Oh, papá, si tan sólo supieras». Pensó la menor, con el puchero más marcado en sus labios, sin tener las agallas para mirar a su padre.

EL AMANTE DE MAMÁ [skz family universe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora