EL SALVADOR PARTE TRES

4 0 0
                                    


En medio de el ajetreo de una ciudad limpia y a veces vista desde el cielo, habia un parque abandonado, semejante al conquistador y su espada; Imponente, desbordante de magnánimo color y olor fresco de césped, lleno de encantó, y aún así hoy en día sin la mas mínima vista de su lado. Dentro del parque tan solo un sonido fino de lejos que entrecortado con su clase enterrada se transformaba en un silencio que mataba el inenarrable color destellante de la ciudad que reflejó. En una de la piletas apagadas de la plaza, llena de hojas de arboles casi muertos y con algo de lodo en el fondo, dando asco y repulsión a quien pudiera oler esa sensación que provocaba realmente. Dentro de la pileta la admirable sombra de su fin.

-Estupideces, dices puras estupideces.
-Estas enojado, que patético.-Jacqueline se tomo un seno.
-¿Si quiera ahora?.-su pie piso el charco.
-No, solo ahora.-Jacqueline quiso besarlo, pero Mateo la empujo y resbalo.
-Quieres verme a la cara.
-¿No me quieres?
-Olvidaré tu nombre.
-Ciertamente yo ya lo he hecho.
-¿No vas a acabar lo que empezaste?.-Jacqueline beso a Mateo.-Que mediocre.
-Sigues siendo una niña..-Jacqueline tomo la mano de Mateo y le dejo un peso y media flor.-Pero nunca me canso de ti.
-¿Planeas irte otra ves?
-No, yo estaré aquí
Solo las rosas pueden irse cuando la vida te consume, no hay un solo hombre que sepa porque el odio nos lleva tan lejos, solo sabe que en mundo gira por algo... 

Mateo razono ira dentro de las palabras de Jacqueline, muriendo por saber que era lo que realmente la caminaba por el desierto, y veía dentro de su mente una tumba sin rosas, mientras varias personas lejos de él lo veían con una sombra por rostro nada mas una sombra desastrosa que sin osar ni dañar nada de lo que seguramente hoy aprendió a odiar se deslizaba por las paginas iniciales de vida, fría e intangible, su gran sentir en el mundo de Jacqueline. No perdió de vista figura ni sus palabras, pensó nuevamente en la ennegrecido grito hacia el viento en su enmudecida apariencia, no pudo re aceptar lo que hizo.

Julián caminaba de un bosque a otro hasta que en su reloj dieron las cuatro de la tarde, entonces se dirigió a la plaza Suramérica, quería convencer a su amigo de la idea que tenía hacía dos meses de ir a un concierto, pensó seria el par puntual, sin embargo se halló dentro de una plaza desierta a la cual recordaba como el centro recreativo, hoy en día, un montón de tiendas cerradas y varios puestos llenos de mugre, con la mínima suerte de ver dentro del lugar una tienda de bebidas y cigarros. Se movió a la pileta del centro y con un vaso tomo agua de ahí mientras pensaba en el tiempo y la certeza una figura de su mente invalidaba su animo mientras el mismo arrancaba de su mente la esencia misma de la realidad en segundos planos que pasaban de su presencia y en medio de una espera que se vuelve mas larga; la ansiedad y la consumida chispa hacían de si mismo un simple y común peón. En la cima de la estructura oriental, justo encima del techo pudo ver a dos adolescentes abrasados, gritándose y llenándose de ultrajes consumiendo su pasión en un beso que robaba la atención del mundo entero, de la cima saltó Raymond, cayendo al vacío, casi esperando su muerte se agarro del barandal y dio un salto corto de dos metros y veinte centímetros hacia una mesa, saco una botella de ron viejo, con la etiqueta rota en el superior y una pequeña grieta en el pico, dio un sorbo mientras caminaba hacia Julián y él con su cara raja y gris casi suplicante saco un cigarrillo que iba a botar a la pileta sin mayor suerte que guardárselo entre sus dientes.
-Juli.-Abrió un bolsillo.- ¿Qué pasó?
-Abrías de pensar nuevamente en mi suerte.
-No lo creo, solo pienso en drogas.
-Vaginas y submetal, haha.- Julián tiro el tabaco al suelo.-Nada mejor que el reconfortante sonido de las navajas y la madera chocando.
-Mientras mas nauseas des, mas cómodos se sienten a tu lado.-Julián tomo un sorbo de la botella.-Es solo un concierto, no un sacrificio.
Julián se levantó y Raymond fue con él.
-No hay un buen camino, solo mas escabrosidad entre esa suavidad tan tenebrosa. Veo muy lejos de este lugar y mi mente va automáticamente a una forma aterradoramente irreal de amor y odio.
-Tal ves es solo tu imaginación, si es así, no cuentes conmigo.-Pateo un corcho del suelo.
-Raymond ¿Qué eres tú?
-Soy tu ego, tu orgullo, tu salvación.-Bajaron una pequeña montaña de tierra.-o ¿solo soy quien ves?
-Solo he muerto por querer saberlo.-Volvió a encender su cigarro.-Y por tus palabras me he convertido en animal.-Su mirada lo redujo ante si mismo.-¿Somos jóvenes y por eso no entendemos o somos tan insensibles que morimos por saber?
-Solo somos este eco incesante...-Tomaron asiento entre un gentío.-...Como esta pequeña brisa, o aquel árbol desramado al fondo de la calle.-Su mano cerrada aterrizo en su rodilla.

Mientras ellos clavaban cuadros de su miseria en un parque, a cuatro kilómetros de ahí estaban Serial Murders Ensayando para el concierto, interrumpidos por una distorsión en el amplificador del bajo de la banda.
-Fíjate.- Ass.-Clay.
-Me distrajo ese edificio.-Al fondo un edificio marron con casi siete plantas y el sol en la cima destellando fuego hacia la base.
-¿Esa pequeña columna? Si quieres te la derrumbo.-Piece of god.-y asi empezamos de nuevo.
-Cierra el ano.

Death.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora