el salvador parte cinco

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Mientras la música derretía los ojos de el césped en medio de un pobre lugar asediado por la lluvia el momento de hacia ralo a su pobre segundo de existencia como una breve llama que movió cada cordón hasta el suelo para terminarlo.
Julián movió su cabeza a las peores enfermedades que su mente pensó y consiguió atar un pobre retaso de quién seguramente lo destrozó. La sorpresa fue acaso requerida como un amigo o desechado como lo mismo, la sorpresa no fue sino un ruido.
Mateo camino con Martina a la puerta, pensaron en Natan y viéndose a los ojos querían y deseaban estar dentro del otro, de ellos quedaba aún en el concierto con las palabras de Frank Stan sus manos frías en medio de una calle estrecha para ver de cerca o tan siquiera de lejos una misma afacia. Las calles cercanas como una luna apestada de deseos inconclusos y lleno por defecto de su misma carencia en su esencia y rica en sus momentos de gloria. Dentro de un taxi lleno, acostumbrados al deseo y sin nada de ánimo dentro de ellos y fuera de la pobreza que sostuvieron hasta sentirse llenos aún de desprecio y asco por su conducta nociva y no por su perdida. Fuera del taxi. En la calle que fresca y cálida con el sol en su color azul marino lleno de la esencia favorita de Dios, y la tierra de siempre secando las interminables lluvias.

En medio de un gran eco lleno de ruido un silencioso dolor carcomiendo el sonido y apagado como la lluvia. Cuando la destrucción capto a Nathan aún escapando de la inmensa lluvia dentro de un árbol junto con otras personas, las cuales abucheaban el concierto y se protegian del estruendo. Jacqueline lo ve de lejos y se le acerca, lo abraza al estar empapado y tiritante, y el la besa tomando de sus piernas un poco más de pasión, ella se hunde en sentimientos y pierde el ánimo por lo que separa de él y con ánimo de indagar le dice que Martina está con Mateo, incredulamente la rechaza pero en corazón pesa todo lo que dijo de ella hasta el final y recuerda solo a Aissa, de tes pacífica y violentamente desenvuelta en su mundo.
En la noche silenciosa que soportaba las manotadas de lluvia y de viento en un círculo repleto de odio; Aissa hallaba de nuevo la esperanza entre los brazos de un donadie a quien no sabía apreciar y sin mayor tino detestar, el la veía con ojos confidentes en medio de la lluvia y el vandalismo sin creer una palabra a nadie sino a su costilla. Aissa le pide que vaya por un cigarro o algo para fumar y aprovecha la ocasión para huir de ahí.

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