Unión Impuesta - JENLISA ┃ G!P

3 | La mañana siguiente

A la mañana siguiente, Jennie se despertó con un cuerpo cálido presionado contra el suyo y un brazo pesado alrededor de su cintura.

Sintió un cosquilleo al respirar por primera vez. Lisa dormía a su lado y el espeso aroma de su esposa llenaba la habitación. El simple hecho de inhalar bastó para que un latido de necesidad se acelerará entre las piernas de Jennie, que se estremeció mientras sus paredes internas se contraían. Aunque sentía la fresca humedad pegada a sus muslos, el rudo trato de Lisa la dejó muy sensible.

Con cuidado, para no despertar a su compañera durmiente, Jennie se deslizó bajo el brazo de Lisa y tiró de las mantas hacia abajo. Desgraciadamente, esto significaba quitarlas también de la parte superior de Lisa. Aunque Jennie había visto el cuerpo desnudo de la alfa la noche anterior, no pudo evitar quedarse mirando. La piel tostada de Lisa tenía cálidos reflejos dorados, que delineaban sus prominentes músculos.

Jennie extendió una mano hacia el estómago de Lisa sin ser consciente y, tras un momento de vacilación, permitió que sus dedos tocaran el abdomen de Lisa. Aunque los músculos eran firmes, su piel era increíblemente suave. Jennie medio esperaba que se despertara, pero en lugar de eso Lisa gimió y se revolvió sobre su espalda, apartando las mantas.

Sólo entonces Jennie se dio cuenta del problema que había entre las piernas de Lisa. Su pene no había sido visible antes, y ahora con las sábanas amontonadas junto a sus caderas, Jennie por fin pudo ver que la polla de la alfa estaba medio dura, moviéndose desde su blanda posición contra su pierna. La fina capa de piel alrededor del glande empezó a retirarse, dejando ver la punta.

Jennie tragó saliva. Aunque la noche anterior se había familiarizado con el pene de su compañera, no había tenido ocasión de estudiarlo de cerca. Este era el primero que veía fuera de un diagrama en un libro. Se acercó más y puso la mano en el muslo de Lisa, inclinándose para observarla mejor.

El efecto fue inmediato.

El pene de Lisa se hinchó, haciéndose más grande y grueso y apuntando hacia el techo. Jennie retiró la mano al instante, pero el daño ya estaba hecho. La longitud de Lisa estaba completamente extendida, la cabeza hinchada palpitaba suavemente y una vena sobresalía a lo largo de un lateral.

¿Yo... yo le hice eso?

Una mezcla de excitación y culpa se agitó en el estómago de Jennie. Sabía que no debía mirar así a Lisa mientras dormía, pero no podía evitar sentir curiosidad. Volvió a poner la mano sobre el muslo de Lisa, acercando las yemas de sus dedos.

Lisa gimió, pero cuando Jennie observó su rostro, seguía dormida. Una vez que Jennie estuvo segura de que la alfa no iba a despertarse, acarició con un dedo la vena más prominente del pene de Lisa, trazando la línea tan suavemente como pudo. La piel de Lisa era aún más suave aquí que en el resto de su cuerpo, cálida, fina y suave como la de un bebé. Jennie volvió a pasar el dedo por la misma vena y observó con asombro cómo la hendidura de la cabeza hinchada del pene de Lisa empezaba a rebosar de un líquido transparente. A Jennie le picó la curiosidad. Frotó el creciente líquido con la mayor ligereza posible y ahogó un suspiro al ver que salía más cantidad. Parecía a punto de deslizarse por el pene de Lisa, pero Jennie lo apartó con el pulgar.

Tras otra vacilación, se llevó el pulgar a la boca y lo recorrió con la lengua.

Al principio, el líquido de Lisa no sabía a mucho, pero Jennie pudo detectar un ligero sabor, algo con un toque de sal. Volvió a mirar hacia abajo. El pene de Lisa estaba a punto de derramar más, pequeñas gotas brotaban del orificio de la punta.

Jennie se lamió los labios. Deseaba desesperadamente volver a probarlo, pero no sabía si Lisa se lo permitiría. La alfa había sido muy exigente con ella la noche anterior y, aunque había experimentado un placer alucinante, había sido completamente a capricho de Lisa. Además, este acto en particular no tenía ningún propósito. No podía dejarla preñada, que era la razón del apareamiento.