Capítulo 1.

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—Nova, respira. Estas muy alterada y no te entiendo —dijo Gale en la llamada—. Dime de nuevo, ¿qué sucede?

—N-no tengo tiempo —tartamudeó—. ¿Anotaste la dirección que te di?

—Si. Dime, ¿qué hago?

—Ven a buscarme, no llames a la policía, este hombre es muy adinerado, no te creerán o... él pagará para desacerté de ti si lo acusas —dijo con la respiración entre cortada—. Entra por la puerta de atrás. Una chica te esperará. Mantente escondida siempre, y si por alguna razón ese hombre te encuentra, finge... finge que estás perdida, miéntele; él se ofrecerá a ayudarte; síguele la corriente.

—Hermana, ¿porque estás llorando?

—Tengo miedo... Está... esta... casa... Por culpa de él, hay cosas de otro mundo —sollozó—. Ven y sálvame.

Nova cortó la llamada. Gale apretó el celular en sus manos con ira. Su hermana mayor, hace una semana, había salido de casa, porque un hombre le ofreció mucho dinero por ser una dama de compañía para él.

Aunque Gale intentó convencerla de no irse con él, esta le aseguró que estaría bien, y que traería mucho dinero. Su situación económica no era la mejor desde la muerte de su padre, pero irse con un desconocido no era la mejor manera de conseguir dinero.

Gale se sentía con miedo, pero eso no la detendría. Mientras manejaba el viejo auto que le dejó su padre, buscó por internet a quien le pertenecía esa casa de campo; tal vez encontraría algo relevante.

Era una casa bastante alejada de la ciudad y con mucho terreno. Según Internet, aquella casa pertenecía a un científico llamado Barrett Silver.

Pero aquel hombre que aparecía en su pantalla no tenía nada que ver con la descripción que apenas le entendió a su hermana. Soltó un suspiro, y se preparó mentalmente. No tenía ni idea de lo que haría, pero no dejaría a su hermana sola en eso.

Fue un viaje de 3 horas. Al ver que la carretera de asfalto se terminaba y empezaba una de tierra y piedras, dejó el auto escondido detrás de una exagerada cantidad de maleza. Era mejor dejar ese pedazo de carcacha ahí.

Con su mochila en su espalda comenzó a caminar. Si no fuera porque debía ir a rescatar a su hermana, se hubiera perdido en el bosque que estaba cerca. Se veía hermoso y llamativo.

Después de media hora caminando, pudo ver la casa. Una construcción de ladrillos y teja, de dos pisos, que se alzaba sobre un terreno terracota. Gale estaba con los ojos muy abiertos, apreciando el lugar.

El suave viento en su rostro le recordó que debía moverse. Amarro en una coleta su cabello castaño.

Con cautela se dirigió a la puerta de atrás. Aunque es una casa grande, no había nadie afuera. Pronto pudo tener la mano en la manilla de la puerta.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó una voz masculina.

Gale se agachó con miedo; el corazón lo tenía en la garganta. Por un momento pensó que la habían descubierto, pero la voz venía de adentro.

—Escuche un ruido afuera.

Gale debía pensar rápido; su hermana le dijo que le mintiera al hombre, y este le ofrecería ayuda. Se levantó, y con las manos temblorosas, dio dos golpes suaves a la puerta.

La puerta se abrió de golpe, dejando ver a un hombre de expresión fría y mirada penetrante. Alto, elegante, moreno y delgado.

—Dígame, ¿qué necesita, señorita? —habló con amabilidad.

—Eh...lamento incomodarlo, pero...estoy perdida.

Gale lo miraba a los ojos menos de un segundo y bajaba la mirada; hizo esto un par de veces, para verse indefensa.

El Hedor Del ÁticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora