Capítulo 6.

23 6 1
                                    

Nataniel se encontraba sin camisa, observándose en el gran espejo de la habitación. Miraba los moretones y algunas cicatrices en su cuerpo; aparecían sin explicación.

Tocó con sus dedos su mejilla, la textura lisa y uniforme, luminosa y firme. Se veía tan joven. A pesar de tener 40 años, ahora aparentaba 30.

Sonrío al ver uno de los beneficios que le daba aquel ser demonio por todo lo que él hace. Pronto, recibiría el poder y dinero que tanto deseaba.

Puede que su ambición se exagere por llegar al punto de hacer rituales por un demonio, pero él quería más, debía ascender en la sociedad y obtener influencia.

En su mente llegaría tan lejos como para no tener que pedirle prestada una casa a su amigo, como hizo en esta ocasión.

—Vaya, parece que el elixir de la juventud también viene con su propio conjunto de... "decoraciones" —exclamó viendo los moretones—. Un pequeño precio que pagar. Después de todo, unos pocos moretones son un pequeño sacrificio por el poder y la prosperidad eterna.

Nataniel, con una amplia sonrisa, entró al baño. Se daría una larga ducha relajante, ya que pronto tendría que trabajar.

—Prepare té —dijo Gale dándole una taza a cada chica.

—Si no estuviéramos literalmente con un loco satánico, esto sería un magnífico momento —comentó Leysi—. Es increíble que me desmayé en la calle y desperté en esta casa.

—Mi hermana vino por decisión propia. Yo debería de estar en mi casa pensando en qué hacer con mi existencia.

—¿Por qué llego aquí por decisión propia? —Mai arrugó la nariz.

—Nova quería dinero, mucho y rápido. Se encontró con ese señor, y aquí estoy.

—Yo también estaba en la calle —anunció, mirando a Leysi—. Pero fue diferente; me metieron en el maletero del auto, Nataniel me aterrorizó con todo lo que me dijo, y lo demás pasó aquí.

Gale desearía que Nova nunca hubiera salido de casa para irse con Nataniel. Pero sin ella, nunca hubiera conocido a las dos chicas con las que se encontraba. También deseaba conocerlas de otra manera, una en la que no estuvieran en peligro.

—Las tres estamos claras en que Nataniel le hizo algo a Evangeline —Mai miraba la taza de té con atención.

—Creo que es obvio. La pregunta es, ¿qué le habrá hecho?

—Leysi, no lo pienses —exclamó con una mueca de disgusto Gale.

—Las pesadillas... los sueños son nítidos... una peor que otra —susurró Mai.

—Si si si. Solo intenta despertar —Leysi probó el té y se quejó—. ¡Me queme la lengua!

—Por tonta —dijo Mai.

La cocina de la casa era bastante amplia, con un mesón de mármol hermoso. Nataniel, que estaba en el piso de arriba, pasó todo el día con un humor pésimo y ojeras gigantescas.

—Mientras yo destruyo todo lo que está detrás de la lavadora, ustedes dos buscarán la llave en el ático, sacaran a Nova y nos encontraremos en la puerta principal si todo sale bien.

—Entiendo... lo destruirás para que se vallan "ellos" —dijo Gale—. Te pondrás en peligro, no quiero.

—Debo correr el riesgo —su mirada fría y distante—. Además, si Nataniel me encuentra, gritaré para que ustedes escapen con Leondre o se escondan.

—Eres la menor de las tres, y la más valiente —Gale se sentía como una cobarde.

—Gale, apenas cumpliste 18 años.

—18 años desperdiciados. Pude haber hecho tantas cosas y decidí escuchar música en mi habitación, ignorando todo.

La cocina quedó en silencio mientras tomaban el té. Leysi no comentó nada respecto a la edad. No quería que ellas supiesen su edad.

—Saldré un momento, iré con el robacorazones —Leysi se acomodó el cabello y caminó como modelo, moviendo las caderas, saliendo de la cocina.

Al llegar al jardín, lo vio perfectamente. Él, con esos ojos tan oscuros como la noche, igual a su cabello.

—Oh, querido jardinero —dijo con un tono coqueto.

—Señorita que adora el color rosa —habló con frialdad—. Acérquese.

Ella se acercó a él, con una sonrisa juguetona.

—Desde el día que hable con usted, no hay señal telefónica para comunicarse con la policía —dijo regando las flores.

—¿Qué hay del pueblo?

—No hay nadie que las pueda ayudar. Está casi deshabitada.

Leysi pasó un brazo por el hombro de Leondre y con una amplia sonrisa la miró, a solo centímetros de su rostro.

—Deberías de irte justo ahora conmigo —agarró la mandíbula de ella—. Es el mejor momento, Nataniel y esas dos chicas distraídas. Sacarte solo a ti es más fácil y efectivo.

—No —dijo con frialdad—. Hoy, nos iremos las tres, o ninguna.

—Piensa en ti —frunció el ceño, la ira recorriendo su piel.

Leysi sonrío. Este chico, desde su punto de vista, era un adorable egoísta, pensando solo en el bienestar de ellos dos.

Con su mano recorrió la piel pálida de Leondre. Su rostro tenía facciones duras. Él se mantuvo quieto, parpadeando lentamente por el tacto de la suave piel de Leysi.

Ella, bajo su mano hasta el cuello de Leondre, lo apretó con la suficiente fuerza para que él se alertara.

—No, es no —sonrío—. Debes de estar al pendiente cuando salgamos corriendo de la casa.

—Eres tonta —con una mano soltó el agarre de Leysi.

—Me lo dijeron desde que nací, no me ofendes cariño.

Leondre la observó, con el ceño fruncido y un par de venas marcándose en su frente por la ira. Pasó su mano por su rostro, tratando de calmarse.

De su bolsillo sacó un cuchillo plegable; lo puso en la palma de Leysi.

—Espero que me lo devuelvas.

—Sí, mi cielo, te lo devolveré sano y salvo, conmigo incluida.

Leysi le dio un beso en la mejilla, dejando la marca de sus labios en un color rosado en la mejilla de Leondre.

Al entrar de nuevo a la casa, las dos chicas la esperaban.

—Nataniel acaba de ir a la oficina; calculo que saldrá dentro de 15 minutos.

El rostro de Mai era una máscara de seriedad, con los labios apretados y la mirada fría e impenetrable.

—Veerga, niña, guardaste en tu mente cuánto dura en la oficina de los días anteriores. Mis respetos —exclamó Leysi.

—Tengo miedo —susurró Gale con una expresión imperturbable.

—Se te pasará.

—No importa lo que tengan que hacer, si es por defenderse, háganlo —exigió Mai—. Yo... me encariñé un poco con las dos.

—¡Lo sabía!, ¡nadie se resiste a mi personalidad perfecta! —Leysi estaba siendo jalada hasta las escaleras por Gale.

Mai sonrió levemente, y agito la mano en forma de despedida. 

El Hedor Del ÁticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora