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Segundas oportunidades.

Dos meses pasaron desde el nacimiento de Shōto. Como de costumbre, en la casa de la familia Todoroki los habitantes de esta eran los más infelices por distintas razones.

Entre ellas estaba la conversación que tuvo Sumi con su esposo por su trato hacia Natsuo. Porque sí, la ojigris le reclamó por gritarle al menor cuando estaba asustado.

«—Eres un adulto de treinta y un años, ¿cómo se te ocurre tratarlo así cuando está asustado? Él no merecía que le gritaras de esa forma, ¿estás mal de la cabeza? —inquirió con impotencia.

Los niños se encontraban en la escuela, así que era libre de alzar la voz hasta cierto punto. No olvidaba que Shōto se encontraba durmiendo en el futón de su habitación y ciertamente no quería que despertara asustado por gritos.

—Si vas a actuar como un descerebrado cada vez que estás cerca de él solo porque no sabes cómo tratarlo, entonces simplemente da media vuelta y aléjate de él. Mi hijo no necesita un idiota que le grite solo porque está asustado.

Tenía miedo por su respuesta, no iba a negarlo. Pero no soportaría su actitud solo porque le daba miedo cómo reaccionaría, Natsuo la había pasado muy mal por su culpa y nunca se lo perdonaría. Le parecía una persona despreciable, era precisamente la clase de persona que no necesitaba en su vida.

Lamentablemente estaba atada a él por sus hijos y el registro civil... No obstante, había una gran diferencia. Que ella fuera capaz de soportar su carácter colérico y sus problemas de ira no significaba que los niños pasarían por lo mismo. Y si para evitarlo tenía que apartarlos de él, entonces lo haría.

—No eres nadie para decirme qué hacer —espetó tajante el pelirrojo. Disgustado por la forma en que se dirigía a él, a veces odiaba que fuera tan audaz como para hacerle frente sabiendo cómo podría terminar.

—Soy su madre. Y no porque seas su padre significa que tienes derecho a tratarlo así. No vuelvas a acercarte porque te juro, Enji, que te arrepentirás de haberme comprado en medio de tu desesperación por tu complejo de inferioridad... De la misma forma que yo me arrepiento de no haber escapado y ponerte una orden de alejamiento cuando todavía podía —zanjó con firmeza.

Sus palabras fueron muchos golpes a su ego y lógicamente desató su ira. Sus llamas haciendo presencia en su rostro eran prueba de ello.

—Ni se te ocurra levantar la voz —advirtió con rapidez—. Shōto está durmiendo y no quiero que despierte asustado solo porque su padre decidió no ir a terapia para tratar sus problemas de ira.

Otro golpe más a su ego.

Sumi abandonó la sala de estar sin importarle que su esposo estuviera a punto de explotar por cólera. No se arrepentía de nada de lo que dijo, porque solo estaba diciendo la realidad.

Si se preocupara menos por el qué dirán los demás entonces no estarían teniendo esa conversación y tanto él como Tōya estaría en terapia.

Sus pensamientos arcaicos siempre serían su mayor obstáculo al momento de avanzar y eso lo llevaría a su destrucción, no solo como persona, sino también como padre.»

Salir de esa conversación en una pieza fue casi un milagro. Con los drásticos cambios de humor que tenía el pelirrojo no dudaba que en cualquier momento haría algo más grave que gritarles.

FAMILY LINE | bnhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora