Llegando a casa no me encontré a ninguno de mis padres, un poco más tranquila me dispuse a preparar la cena desde este momento para cuando llegarán solo calentarla, me evitaría un regaño.
Mientras más lo pensaba más era mi miedo en darle una excusa a mis padres, ellos no estaban en la casa la mayoría del tiempo. Si tuviera mis obligaciones antes de irme a trabajar y llegar solo a calentar la cena, realmente no creo que se den cuenta que estoy trabajando.
Con la decisión tomada, escondí mi uniforme de trabajo y me dispuse a dormir.
Extrañamente desperté hasta la mañana siguiente, revise la casa y aún no había rastro de mis padres.
Confundida me puse a limpiar la casa, al menos la comida que hice ayer me serviría para hoy, terminé todas mis obligaciones antes de las cuatro dándome suficiente tiempo para bañarme y alistarme para el trabajo.
Faltaban diez minutos para las seis, por mi parte ya había llegado al bar y estaba limpiando el lugar junto a Rodrigo.
—Veo que eres puntual. Me gusta— Pasó Marco, mi jefe, al lado de nosotros.
Le dí una pequeña sonrisa.
—Te lo dije, la puntualidad le gusta. Así mantendras el trabajo— Rodrigo me susurró para seguir en lo suyo.
—Gracias, Rodrigo— volteo a verme y me hizo una seña para restarle importancia.
—Muy bien, los clientes están apunto de llegar. No tolero las faltas de respeto así que cualquier cosa se la pueden hacer saber a sus compañeros o a mi. ¿Entendido?— moví la cabeza dando a entender que estaba de acuerdo.
Los primeros clientes estaban en la barra, ahí ellos pedían las cosas directamente, así que los que atendíamos las mesas estábamos un poco apartados sin hacer nada.
Dando las diez ya había atendido un par de mesas, no era algo con tanta ciencia, solo que ahora la mayoría de borrachos querían que la "nueva" los atendiera.
Me fijé que había un hombre en las mesas de la esquina, nadie le hacía caso. Me dispuse a atenderlo hasta que levanto su vista, me arrepentí.
—Pero miren quién está aquí. ¿Tu me vas a atender, preciosa?— Un Dixon.
Detuve mi pasó.
—¿Qué pasa, muñeca?— me miró con burla.
Tomando respiración me recompuse y me termine de acercarme.
—Buenas noches, ¿Qué te sirvo?— ahora entendía porque nadie había ido a atender a este hombre.
—Traeme una cerveza y tú número — me sonrió coqueto.
Trate de no burlarme. —La cerveza en un momento, lo otro, la verdad, no lo creo.— sonreí.
—¿Eres de esas perras que se guarda para el matrimonio?— arrugó el ceño.
—Dios...— me dí la vuelta y me acerque a la barra.
—Una cerveza— pedí.
—Uy, te toco la mesa de Merle.— hice una mueca.
—¿Quién?— mi compañero me tendió la cerveza.
—Merle Dixon, nadie lo quiere atender, con las mujeres es un idiota y con nosotros los hombres, bueno sigue siendo un idiota— reí, al menos ya sabía cómo se llamaba.
—Si bueno, es mi trabajo— di la media vuelta y regrese a entregarle la cerveza a Dixon.
— Aquí tienes, ¿Algo...— no pude articular nada más. Un borracho había pasado y me había dado una nalgada.
Vi como Rodrigo dejo de atender una mesa y se comenzaba a acercar hacia mi. Al igual que la mayoría había quedado en silencio.
—¿Qué?, no te gusto guapa— sentí como aquel hombre se pegaba a mi.
Quise decirle algo, golpearlo o lo que fuera pero unas manos tomando mi cintura me detuvieron. Solo sentí un jalón hacia una esquina, recompeniedome ví la fuerte espalda de alguien. Era Merle.
—Deja a la muñeca tranquila, hijo de perra— escuché su voz ronca.
—Tu que te metes, Dixon. Métete en tus putos asuntos. — presencié como Merle le metía un golpe al hombre dejándolo en el suelo.
Merle tenía una clara ventaja, era más grande, más fuerte y lo más importante no había tomado ni una sola gota de alcohol.
—Vuelve a tocarla y lo menos que te preocupará será un golpe.— el hombre como pudo se levantó y se retiró del bar.
Le hice una señal que estaba bien a mis compañeros y me acerque a Merle.
—Oye, gracias por eso— hablé bajo.
Escuché como Merle chasqueaba su lengua.
—Traeme otra cerveza, muñeca. Ese idiota tiro la que me iba a tomar— hice caso, pero no pude dejar de pensar en como no había aceptado mis palabras, hasta lo pude notar incómodo.
Regrese con su cerveza, se la tomó de un trago, dejo propina y se fue del bar. Sin decir nada.
Dejándome confundida.
Ya eran las doce, ahora entraban los del turno de la madrugada, la mayoría ya eran hombres, por obvias razones. Deje mi uniforme en el espacio que me proporcionaron y me despedí de la mayoría.
Ahora mi problema era el transporte, tendría que caminar.
Al dar la vuelta en una esquina había un hombre en una moto, realmente no quería problemas. Así que no lo mire y camine más rápido.
—Pero si es la muñequita— detuve mi pasó.
—Hola Merle— me alivio de cierta manera que fuera él y no alguien más.
Sonrió un poco. —Sube, te llevo a tu casa— quise negarme, no lo conocía, me había defendido en el bar pero no por eso lo iba a seguir a dónde fuera.
—No, gracias. Caminare.
—¿Crees que está hora es segura para una chica?— me preguntó burlón. —Aparte Braulio en la carcel junto con la perra de tu madre, no creo que sí te pasa algo alguien te busque.— lo mire confundida.
—¿En la carcel?— pregunté.
—No sabías, ayer los arrestaron, por drogas.— ¿mis padres con drogas?.
—No, yo no sabía.
—Ven, te llevaré a tu casa— lo mire desconfiada. —Solo te llevaré y eso será todo— prometió.
Un poco más segura acepte su mano y la ayuda para subir a la moto.
—Agarra mi cintura o podrías caer— haciéndole caso me sostuve de su cuerpo.
Mi toque parecía no serle suficiente ya que en una curva aceleró haciendo que yo prácticamente me abrazara a él.
Sentí su estómago vibrar, se estaba riendo.
Inconscientemente se formó una pequeña sonrisa en mi cara.
Siguiendo mis direcciones llegamos a mi casa.
—Ven acá— Merle bajo rápido de la moto y me tendió su mano, ayudandome a bajar.
—Gracias por el aventón y por lo del bar— quise agradecerte una vez más.
Sin responderme nada dió media vuelta para regresar a su moto.
—Oye, solo te agradecí, ¿dije algo malo?— Merle detuvo sus paso.
—Solo no lo hagas.
—¿Perdón?, no hacer ¿qué?—me acerque a él.
—Eso. Tratarme bien, agradecerme. No me gusta que se burlen de mi— dijo un poco más orgulloso.
—Pero te lo dije en serio, no me quiero burlar de ti— bajo su mirada a mis ojos.
—Buenas noches, Odile— volvió a caminar a su moto y se fue.
Cansada y confundida, decidí meterme a mi casa. Sin mis padres unos días, podría descansar más.
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Nadie como tú |Merle Dixon|
FanfictionAntes del apocalipsis Odile conoció a un hombre que la hizo sentir por primera vez amada. Con la llegada del apocalipsis ellos se vuelven a encontrar. ¿Será una linda historia de amor?.