Cap. 6: Hora de sincerarse

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Pete estaba en el cuarto de baño de aquella suite viendo su reflejo sin saber qué hacer. Habían pasado varios y silenciosos minutos desde que Kinn se había marchado y no se animaba a actuar. Había estado recostado en aquella cama hasta que sus piernas dejaron de temblar, pero el resto de su cuerpo aun lo hacía. Se sentía nervioso, incomodo, dolido. Toda la mentira de su relación había explotado al fin ¿Era este su final? Odiaba sentir una ligera emoción ante la idea, pero ya no tenía fuerzas para fingir. Quería acabar con todo, superar todo eso y dejar atrás su fallida relación.

-no podes amarlo- le dijo a su reflejo, las lágrimas cayendo descuidadamente por su mejilla- lo intentaste, pero... no pudiste. No es tu culpa- se mintió, parte de él sabía que no lo intento realmente ¿Cómo hacerlo cuando Vegas seguía ocupando su mente y corazón?- no lo es. Lo intentaste, lo hiciste- se dijo con falsa convicción- y no funciono. Es hora... de seguir- paso su brazo por su rostro limpiándose torpemente, luego se inclinó para mojar su cara un par de veces. No tenía idea de que haría con su vida, pero si seguía encerrado ahí solo se llenaría de culpa y malos pensamientos- no podía... hacerlo- vio su reflejo nuevamente y sintió sus piernas temblar, el recuerdo de lo ocurrido minutos atrás en la cama lo incomodo- no podía.

Tras eso salió del cuarto de baño y miro la vacía habitación en busca de sus cosas. Torpemente tomo estas moviéndose hacia la puerta. El pasillo estaba vacío, el ascensor igual, por lo que se permitió desplomarse una última vez contra una de las paredes, se sentía agotado. Cerro los ojos buscando olvidar lo que ocurría, su vida se había convertido en un mal chiste y cada momento era peor que el anterior. Su teléfono sonó en el aún lugar entre sus cosas, pero no quiso verlo, seguro era su madre, Korn o cualquiera que esté de ganas de arruinarle aún más su noche.

Salió del hotel minutos después, con su ropa desarreglada y un fuerte dolor en su pecho, el mal sabor de boca por la situación con Kinn seguía pesándole, siempre lo hacía. Una parte de él seguía preguntándose ¿Por qué no había podido entregársele en todo ese tiempo? Ni una vez, incluso cuando se intentó convencer de ello no lo logro. Salió hasta la entrada del hotel ignorando las miradas del personal ¿Dónde iría? No quería ir a su casa, no podría enfrentarlo y menos a Porsche, pensar en que su amigo sabría lo ocurrido lo hacía sentir aun peor ¿Cómo podía pasear sus errores delante del resto? Pronto sus padres lo sabrían, Korn seguramente ¿Cómo iba a lidiar con ello? No estaba listo. Sabiendo que no podía ir a casa y que la de sus padres tampoco era una opción se preguntó qué haría entonces. Pensó en eso un momento, solo había una persona que lo alegraba y esa persona no quería verlo. Camino a paso lento, tenía sus zapatos en la mano y no se sentía con fuerzas de detenerse y colocárselos, el frio suelo que tocaba sus pies y el viento que acariciaba su cuerpo lo ayudaban a ser consiente de s realidad. El viento mecía su cabello nublando su visión, camino casi a ciegas con la vista baja, apenas consciente de donde se dirigía, quería dejar de pensar y en su lugar dejarse llevar por su instinto, tal vez así dejase de cometer tantos errores.
Se detuvo en una parada de auto bus y miro a su alrededor, estaba sorprendido de reconocer la zona, pero más aun de que zona era, la de Vegas ¿Realmente había caminado hacia allá? Se acercó a la calle viendo los autos pasar, al ver los edificios de en frente se sintió nervioso ¿Se animaría a ir con Vegas de nuevo después de como este le dejo en claro que no quería verlo? No sabía que hacer ¿Debía insistir? Sus manos temblaron mientras sentía al frio adueñarse de todo, su cuerpo colapso en un mar de sollozos silenciosos, bajo la cabeza tratando de controlarse, se abrazó a si mismo tembloroso y lleno de nervioso ¿Por qué todo le salía mal, porque debía estar pasando por todo eso? Quería cerrar los ojos y dormir por días, necesitaba desconectarse de todo y todos, no podía más.

Pronto sus lágrimas no fueron las únicas en empaparlo, sintió su cuerpo humedecerse y alzo su vista al cielo para encontrar grandes gotas que lo cubrían sin reparo, la llovizna se transformó en lluvia y solo quiso huir, pero ¿Dónde?

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