Cap. 8: Amenazas

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Porsche estaba sentado en su cama con la vista pegada a su teléfono. Había intentado llamara Pete muchas veces, pero la cobardía no se lo permitió. Ahora que su amigo no estaba en la casa no podía evitar el sentirse emocionado, pero eso estaba mal. Aun cuando su lobo había disfrutado la atención del castaño, sabia que no debía ¡Kinn era el esposo de su amigo! Aun si las cosas estaban mal, ellos estaban juntos, y él no tenía derecho a meterse. Arrojo el teléfono para luego cubrir su rostro con ambas manos, se sentía el peor.

-No merezco llamarlo amigo- susurro, odiándose a si mismo por todo lo ocurrido- soy una basura.

Recordó haber seducido a Kinn, entregarse a él noches atrás. El tiempo que pasaron frente al sillón viendo películas o comiendo juntos en la sala lo hacían sentirse un traidor. ¿Esperaba ocupar el lugar de pete solo así? ¿Cómo podía ser tan malo luego de que su amigo lo invitara a quedarse en su casa?

-es este estúpido lobo- soltó con desprecio y lo sintió removerse- todo es tu culpa.

Sabia que su lobo estaba apegado a Kinn, al parecer ni el tiempo ni la distancia cambiaron su sentir, a pesar de todo lo ocurrido en su vida su lobo aun prefería al castaño por sobre todos. Eso estaba mal, no tenía derecho, no podía hacerlo...

-tengo que irme- dijo con duda, su lobo se removió molesto, eso solo lo hizo aceptar su decisión- debo irme, no hay otra forma.

Sin pensarlo demasiado comenzó a juntar sus cosas, quería irse antes de que Kinn regrese. Armo su bolso dejando todo listo y observo la ventana, estaba oscuro y el castaño aun no regresaba. Busco su teléfono algo nervioso, al ver la hora supo que llegaría tarde de nuevo.

-¿Qué sentido tiene que me quede? No le importo tampoco.

Le dolía pensarlo, pero su lobo era el único involucrado en eso- su lobo y aun si lo negaba el mismo- puesto que Kinn solo lo usaba como consuelo. No iba a mentirse, le partía el corazón saber que el castaño amaba a su amigo, la idea de nunca conseguir su atención por completo, de nunca ser su prioridad, le dolía demasiado. Sintió sus ojos humedecerse, pronto su visión se nublo. Debía irse, por evitar el seguir con esa traición, por proteger lo poco de su corazón que aún quedaba, el solo... debía irse.

.


Kinn llego a su casa de la oficina cerca de las nueve, el encontrarse con Pete había alterado sus horarios y retrasado sus cosas en la oficina. Entro en la casa dejando sus llaves y aflojo su corbata con cansancio, fue recién entonces que vio las maletas a un lado. Su primer pensamiento fue que eran suyas, ahora que se divorciaban él se iría y seguro necesitaba llevárselo todo. No le importaba darle la casa, una parte del pensaba en deshacerse de ella ¿De que servía una casa con tan malos recuerdos? Pero entonces Porsche apareció con un bolso de mano y el no comprendió nada.

-¿Qué haces?-dijo mirándolo.
-oh, Kinn, perdón yo... no sabía que estabas acá- tomo su abrigo acomodando su bolso y tratando de hacer equilibrio con las bolsas.
-no me respondiste ¿Qué estás haciendo?- repitió.
-creo...que no hay necesidad de fingir- dijo con una sonrisa triste en su rostro- estuve mal, ambos lo estuvimos. Después de lo que paso, de cómo me aproveche de tu situación y engañe a mi amigo no puedo quedarme, no así.

Porsche lo observo fijamente, su determinación se tambaleo al ver la expresión perdida del castaño, deseaba tanto quedarse con él.


-Porsche, Pete y yo terminamos -dijo Kinn como si las palabras sonasen repetidas, lucia cansado.
-¿Qué?- soltó confuso, de todo lo que espero, eso era lo último ¿Ellos ya no estaban juntos?- ¿Qué queres decir?- en seguida un pensamiento vino a su mente, el miedo y la culpa lo inundaron por completo- Acaso...¿Lo descubrió? ¡Oh dios! No -dijo tapando su boca con ambas manos, era su culpa, todo era su culpa. Arruino su relación, arruino todo.
-no descubrió nada - Él camino hasta los sillones apoyándose en los respaldos, su mirada en el suelo mientras sus manos se mantenían en sus bolsillos, sentía el peso de los días sobre él. No se arrepentía de su decisión, sabía que terminar las cosas con Pete había sido lo mejor, pero aún le dolía- el matrimonio fue un engaño, él nunca me amo, no... como yo lo hacía- Se sentía un idiota contando eso, pero sentía que de todas las personas, Porsche seria quien mejor lo entendería, quien menos se burlaría de él por ser tan idiota.

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