Cap. 5: Una verdad dolorosa

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Era de noche y como cada vez, él estaba postergando el encuentro. Habían tenido una comida agradable, la llegada de Porsche trajo risas y recuerdos a la mesa, hablar del tiempo de escuela podía ser agradable si olvidaba sus momentos más preciosos, esos que vivió con alguien que estaba lejos en ese momento, alguien a quien extrañaba cada segundo, aun ahora.

Suspiro viendo su reflejo, la ducha no había ayudado a sacarle el cansancio, estaba agotado hace demasiado tiempo y lo sabía. Agotado de fingir, agotado de intentar amar a alguien que no podía amar, agotado de pasar sus días preguntándose si eso sería todo. El ruido fuera del cuarto lo puso incomodo, como cada noche tendría que ir al cuarto que compartían, tener la cercanía que le incomodaba y fingir que algo le pasaba para que no insista con él. Habían pasado años desde que empezaron a salir y aun le sorprendía que Kinn aceptase sus besos y excusas y soportase a su lado ¿Podía amarlo tanto? No lo entendía y por más que lo pensaba no encontraba la respuesta.

Pero esa noche no la encontraría tampoco, se dijo soltando un suspiro, por lo que solo debía seguir con ese circo y tratar de aclarar su mente. La última llamada con su madre llego a su mente, esta estaba insistente desde que el padre de Kinn había empezado con su manipulación en busca de nietos, como si fuera a conseguirlos.

Acomodo su pijama, una camisa con botones y un pantalón largo con cordón, estaba en tonos pasteles, como le gustaba, los pijamas de satén que Kinn tanto le insistía en usar no eran lo suyo. Salió del cuarto luego de juntar coraje y lo vio sentado en su lado de la cama con la vista en el teléfono. Ignoro el hecho de que estuviera trabajando incluso ahí, era un adicto al trabajo, pero más veces lo había salvado que irritado ese hecho. Se movió a su lado de la cama y corrió las sabanas, apenas había deslizado sus pies dentro cuando lo sintió moverse. Por el rabillo del ojo lo vio dejar el teléfono y acomodarse en la cama para quedar de lado con la vista a él.

-Es bueno tener a Porsche de nuevo por acá ¿eh? Había extrañado su sentido del humor.

-sí, es cierto, él siempre vuelve todo más divertido- Kinn se le acercó y le dio un beso en la mejilla mientras movía su mano al lado contrario de su cara- Kinn, espera.

-te extrañe Pete- pegándose más beso junto a su oído y siguió un camino hasta su cuello- siento que te extraño hace una vida.

-por favor Kinn- alzo su mano tapando la próxima zona a ser besada, cosa que detuvo a Kinn- Porsche esta acá.

-está en otro lado, no nos va a escuchar- trato de retomar sus besos, pero Pete lo detuvo- además, estamos casados, él lo sabe, ¿Qué hay de malo en darnos amor? Aún no hemos...

-hoy no- lo corto, apartándose un poco para hacerlo entender- por favor.

Por un largo momento todo quedo en silencio. Pete sintió la fuerte mirada junto a él y se sintió culpable. Cada vez que se negaba la situación se volvía mas incomoda.

-hoy...no, hoy no- susurro molesto -¿Cuándo demonios será hoy si Pete? ¡¿Cuándo?!- Al no recibir respuesta se levantó de la cama molesto, estaba claramente enojado y sentía la necesidad de romper algo, pero no podía descontrolarse de esa forma- carajo- dijo empuñando sus manos antes de ponerse su calzado y tomar su almohadón, tras eso se dirigió a la puerta sin siquiera verlo. Espero por unos segundos junto a esta rogando por un pedido de Pete, una disculpa, lo que sea, pero sabía que no la tendría, incluso parecía feliz de sacárselo de encima- mierda.

Tras eso salió cerrando tras él, el golpe fue hueco, pero débil, aun con su enojo se negaba actuar como un bruto. Se movió por la casa a oscuras perdiéndose en su oficina. Era un buen momento para perderse en un vaso de whisky, o tal vez... toda una botella.

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