Al día siguiente Akari seguía sonriendo, se sentía ligera y enferma de amor. Se sentía como si fluyese electricidad por su sangre e incluso las voces dentro de su cabeza estaban tranquilas. Se escondían de la luz dentro de ella.
- Hola Misha - dijo mientras se sentaba a su lado en clase. - ¿Cómo te va? - Misha parecía un pájaro asustado y Akari sabía que había llegado la hora y tomó una profunda respiración. - Escucha, sólo quería decirte que me siento mal por la forma en la que me he comportado en el pasado y espero que puedas encontrar una forma de perdonarme. Sé que todo lo que has hecho por mí lo has hecho porque te importo. - Fue en ese momento en el que Akari se dio cuenta de lo mucho que había echado de menos a Misha, era como si le hubiese faltado una enorme parte de ella. Podía contar el número de veces que se había dado la vuelta para decirle algo divertido solo para ver que no había nadie allí.
Misha se abalanzó sobre Akari y la abrazó con fuerza. - ¡Eres tan estúpida a veces! Estoy tan contenta de que seamos amigas de nuevo! - Ambas estallaron en carcajadas y fue como si nunca hubiesen discutido.
No fue hasta más tarde en el día que se dio cuenta de que Kiroshu no estaba sentado en su sitio y una sensación de inquietud se deslizó dentro de ella. No era propio de él faltar a la escuela a menos que tuviera una razón muy buena y seguro que le habría dicho algo si se hubiese ido de viaje o algo parecido. Incluso Misha se preguntaba la razón de su ausencia.
En los próximos días, tampoco se presentó y Miss Lamora, su maestra, no hizo ningún comentario sobre su ausencia, y eso hizo que la preocupación de Akari aumentase. Un millón de posibilidades jugaron en su cabeza, podría estar perdido en algún lugar, podría haber sido golpeado por un autobús y haber muerto o podría haberse caído accidentalmente por un precipicio. Aunque en la última opción, Akari sabía que sólo había una ligera posibilidad de que eso hubiese ocurrido. Ella comprendió en ese momento cómo su hermano, Satoshi, debía sentirse todos los días y ella entendió por qué insistía en acompañar a Kiroshu de la escuela a casa todos los días.
- ¡No puedo soportarlo más! ¡Todos tus lloriqueos porque Kiroshu no está aquí! - Misha explotó un día. - ¿No fuiste a su casa una vez? Seguramente recuerdas el camino, puedes simplemente ir allí y preguntarle lo que ha pasado. Estoy bastante segura de que no ha sido comido por una manada de coyotes salvajes o cual sea tu más reciente y disparatada teoría. ¡No aguanto más! - Misha alzó las manos dramáticamente.
- No iría a parecer un poco rara si hago eso? - Akari preguntó, pero en su corazón ella ya sabía que iba a ir. Era sólo una hora a pie de la escuela y debía estar de vuelta a tiempo para cenar con su familia, sin que se diesen cuenta. Tampoco es que se dieran mucha cuenta desde un principio.
- Tu obsesivo comportamiento por él ya es raro. Si tú no vas, lo haré yo, sólo para poder salvar mi cordura. - Akari le sonrió con cariño.
- Eres tan dramática a veces. - Misha resopló y luego hizo un mohín de disgusto fingido.
Más tarde ese día Akari se encontró caminando hacia su casa, dejando la cara sabionda y petulante de Misha detrás de ella. Akari había practicado más de cien veces lo que iba a decir y hacer. Temía sentirse como una chica pegajosa, pero al mismo tiempo ya no podía soportar el no saber lo que pasaba.
Sin embargo, cuando llamó a su puerta y Satoshi abrió, todo lo que ella había practicado para decir murió en sus labios. Satoshi tenía un aspecto horrible, había círculos oscuros bajo sus ojos que parecían venas magulladas y estaba casi encorvado como si sostuviera un gran peso sobre sus hombros. Akari se quedó sin aliento.
- Siento mucho molestarte pero me di cuenta de que Kiroshu no ha venido a la escuela por unos días y me preguntaba si estaba bien. - Era todo lo que podía hacer para obligar a las palabras que salieron pasar el corazón en su garganta. Algo estaba muy mal.
Satoshi la miró con sus ojos cansados. - Tiene una infección en los ojos de nuevo y cuando eso ocurre tiene una fiebre que le hace temblar y sudar. Juega trucos con su mente haciéndole creer que aún puede ver que es lo que más te destroza de todo. Por la noche grita tan fuerte que escupe sangre porque recuerda el día en que perdimos a nuestros padres. Puedes entrar si quieres. Estoy seguro de que agradecerá un poco de compañía aparte de la mía por un tiempo. - Puso una mano sobre su hombro -. Sólo no le canses demasiado. - Ella asintió con los ojos bien abiertos.
Su habitación era amplia y las ventanas estaban totalmente abiertas. Estaba recostado en una cama en el centro de la habitación, su pecho subiendo y bajando lentamente. Todavía podía ver algunas manchas de sangre manchando sus labios. Volvió la cabeza en su dirección cuando ella entró, pero un paño estaba atado alrededor de sus ojos.
- ¿Quién es? - exhaló suavemente.
- Soy yo, Akari. - Ella se arrastró hacia adelante y lentamente se sentó en su cama, con cuidado de no moverlo demasiado. - Sólo vine a ver por qué no estabas en la escuela. - Él sonrió y ella extendió la mano para apartar algunos mechones de pelo de su frente. Su piel estaba muy caliente bajo sus dedos y él estaba empapado en sudor. Todavía era la criatura más hermosa que había visto jamás y había algo tan desgarrador acerca de su vulnerabilidad mientras se hallaba descubierto ante ella, para ver todos sus defectos e imperfecciones.
- Gracias por preocuparte.
- Siento algo más que solo preocupación hacia ti - Akari dijo en voz baja, pero sus ojos se habían cerrado y él ya estaba dormido.
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Baila al son del Violín (Dance to the Violin)
Teen FictionAunque Kiroshu esté ciego, puede ver el desierto de Arabia y las luces de la aurora boreal a través del poder de la música. Akari tiene la gracia y la belleza de un hada al bailar, pero es arrastrada y hundida por palabras crueles que la encadenan...