7. Capítulo Siete

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Las bebidas quedaron en segundo plano. Los hielos murieron en sus vasos. Las risas en el viento eran la prueba de lo mucho que les agradaba hablar a ese par de jóvenes. La noche era maravillosa, la brisa suave era perfecta para estar al aire libre y los invitados dispersos por los rincones del jardín del bello recinto eran invisibles para ellos dos. Estaban perdidos en su conversación y nada más era relevante en ese momento íntimo.

—Entonces...—Lisa reía atrapando su vientre entre sus manos— ¿Tuviste que salir de la playa con la falda de esa anciana? — preguntó entre risas y lágrimas cayendo de sus ojos.

Jungkook asintió riendo al recordar aquella broma que Jimin le hizo cuando vino a Corea por primera vez. El chico estaba descubriendo un nuevo vicio, la risa del hada frente a sus ojos.

—Tuve suerte de que no me arrestaran por vestir únicamente esa falda.—comentó entre risas.— Aquí la desnudez no es tan aceptada, y mucho menos de un criminal.—bromeó.

—¿Criminal?—preguntó Lisa algo desconcertada.

— Algo asi dijo la señora al ver mis tatuajes.—alzó los hombros.

—Oh, quizas fue pandillero.—pensó— He lidiado con esos comentarios con un grupo de amigos que están tatuados.—comentó Lisa. — ¿Tienes muchos? He visto los de tu mano, son bonitos.— agregó.

—Gracias.— sonrió tímido — En realidad no son muchos, solo aquí.— le enseñó su brazo derecho entero.

Lisa se sorprendió al ver tanta definición y color abrazando su fornido brazo. Sin darse cuenta se había acercado demasiado a Jungkook, de inmediato lo miró en búsqueda de permiso, él dió su consentimiento con un gesto rápido. Ella tocó su piel comenzando un recorrido en el camino de la tinta, admirando el detalle del arte y la imaginación detrás de cada dibujo y comentando escuetamente lo genial de cada uno. Mientras tanto, Jungkook, ardió bajo el toque delicado de la yema de sus dedos largos y suaves. Tragó duro y sin respirar estaba estático pues lo tomó por sorpresa su tacto.

—Esto es arte.— comentó maravillada— Mis amigos tienen lo típico, animales y muchas flores, cosas sin un gran sentido.— explicó  — Aquí hay mucha imaginación, ideas originales. Es precioso, cada uno de ellos...—se detuvo — "Los ganadores nunca renuncian"... Es cierto.— sonrió mirándolo con sus grandes ojos. 

Jungkook maravillado con la pequeña sonrisa ladina en sus labios, y con lo fascinante que le resultaba su rostro desde tan cerca, inevitablemente le devolvió la sonrisa como un niño enamorado del último juguete de moda.

— "Amame por favor" —susurró.

Jungkook abrió los ojos como platos.

—¿Qué?— preguntó atónito y dispuesto a aceptarlo.

—Aquí.— señaló Lisa riendo cuando fue consciente de la confusión del chico.

— Oh... es mi- fl-flor de nacimiento.—respondió Jungkook demasiado avergonzado.

Lisa sonrió y asintió. Inmediatamente se apartó cuando fue consciente de su cercanía tan imprudente, y miró al interior del recinto intentando evadir los ojos cautivadores del chico. Pero para disgusto, encontró al grupo de chicas con las que Jungkook había estado hablando, observando con cuidado.

—¿Tienes tinta en la piel?— indagó Jungkook intentando disipar el malentendido y su vergüenza.

—Unos pequeños.—mencionó —Me fascinan pero no creo que vaya a quedar bien tanta tinta en mí.— pensó.

—¿Puedo verlos?— preguntó.

Lisa sonrió negando con su cabeza.

—Es difícil en este momento, por el vestido.— explicó —Uno está en mi espalda, otro en la parte interna de mi brazo, son pequeños.— respondió.

Una mente soñadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora