La mañana siguiente llegó con una claridad fría que contrastaba con la confusión de la noche anterior. Gary despertó en el sofá del laboratorio de Perla, su mente todavía procesando los eventos recientes. Al abrir los ojos, vio a Perla dormida sobre una pila de papeles, el brillo azul de la computadora iluminando su rostro cansado pero determinado.
Gary se levantó con cuidado para no despertarla y se acercó a una de las ventanas del laboratorio. El mundo afuera parecía normal, pero había pequeños detalles que no cuadraban: el color de algunos edificios, los nombres de las calles, incluso la disposición de ciertos negocios. Todo era casi igual a su propio universo, pero no del todo.
—No puedo creer que estoy con una chica de un universo diferente tratando de salvar el multiverso. —susurro Gary.
Perla se removió y abrió los ojos, parpadeando para despejar el sueño.
—Buenos días —dijo Gary, intentando sonar más optimista de lo que se sentía.
—Buenos días —respondió ella, frotándose los ojos—. ¿Algún avance?
Gary negó con la cabeza.
—No mucho. Estoy empezando a entender las diferencias entre nuestros mundos, pero todavía no tengo idea de cómo regresar.
Perla se levantó y caminó hacia la cafetera, sirviéndose una taza de café.
—Quizás deberíamos tomar un descanso —sugirió—. Necesitamos despejar nuestras mentes. Tal vez salir y ver más de este mundo te ayude a encontrar alguna pista.
Gary asintió, reconociendo que un cambio de perspectiva podría ser útil. Se dirigieron hacia la puerta y salieron a las calles del pueblo.
A medida que caminaban, Perla le mostró algunos de los lugares más importantes: la biblioteca, el parque, y la plaza central. Gary observaba todo con fascinación y una extraña sensación de déjà vu.
—¿Qué tan diferentes son las cosas en tu mundo? —preguntó Perla, curiosa.
—Sutilmente diferentes —respondió Gary—. Los nombres de algunas tiendas, el color de ciertos edificios, incluso los anuncios en las vitrinas. Todo es casi igual, pero no del todo.
Pasaron frente a una librería, y Gary se detuvo al ver un libro en el escaparate. Era un libro de física teórica que él mismo había escrito, pero el nombre del autor era diferente.
—En mi mundo, yo escribí ese libro —dijo, señalando la portada, —Esta novela también la escribo yo, ahora mismo.
Perla lo miró con sorpresa y luego entraron a la librería. Gary tomó el libro y lo hojeó, notando que el contenido era muy similar al suyo, pero con algunos cambios menores en las teorías y ejemplos.
—Esto es fascinante —murmuró Perla—. Las similitudes y diferencias entre nuestros mundos son como una versión alternativa de la realidad.
Continuaron explorando el pueblo, encontrando más ejemplos de estos pequeños cambios. Gary empezó a notar patrones y a teorizar sobre las causas de las diferencias. Mientras tanto, Perla disfrutaba viendo su mundo a través de los ojos de Gary, su entusiasmo científico era contagioso.
Al mediodía, se detuvieron en un pequeño café para almorzar. Mientras comían, Perla sacó su laptop, una curiosa computadora color verde esmeralda. Comenzó a mostrarle a Gary los códigos y programas en los que estaba trabajando.
—Quizás haya algo en mis programas que pueda ayudarte a entender mejor las dimensiones —dijo ella, mostrándole una serie de algoritmos complejos.
Gary estudió los códigos, impresionado por la sofisticación del trabajo de Perla. Juntos, comenzaron a hacer conexiones entre las teorías de Gary y los algoritmos de Perla, descubriendo nuevas formas de analizar las brechas dimensionales.
—Esto es increíble —dijo Gary, emocionado—. Si podemos combinar mi teoría con tus algoritmos, podríamos tener una oportunidad real de entender lo que está pasando y cómo revertirlo.
Perla asintió, compartiendo su entusiasmo.
—Pero necesitamos más datos —dijo—. Tal vez deberíamos intentar recrear las condiciones que causaron la brecha.
Gary dudó por un momento, consciente del riesgo.
—Es peligroso, pero tienes razón. Necesitamos más información para avanzar.
Decidieron regresar al laboratorio y comenzar los preparativos para el experimento. Pasaron la tarde y la noche trabajando intensamente, perfeccionando los algoritmos y ajustando los equipos.
A medida que trabajaban juntos, Gary y Perla se daban cuenta de que no solo estaban conectados por su búsqueda científica, sino también por un vínculo emocional que crecía con cada momento que compartían. La atracción entre ellos se hacía más evidente, pero ambos estaban conscientes de las complicaciones de su situación.
Finalmente, agotados pero satisfechos con su progreso, decidieron descansar un poco antes del gran experimento. Mientras se acomodaban en el laboratorio, Gary miró a Perla y sintió una mezcla de esperanza y temor.
—Perla, no importa lo que pase mañana, quiero que sepas que estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí —dijo suavemente.
Perla sonrió, su mirada cálida y comprensiva.
—Yo también estoy agradecida, Gary. Has traído algo de emoción y propósito a mi vida que no había sentido en mucho tiempo.
Con esas palabras, ambos se durmieron, sabiendo que el día siguiente podría cambiar sus vidas de manera irrevocable. Mientras las luces del laboratorio se apagaban, el destino seguía su curso, tejiendo un futuro incierto pero lleno de posibilidades para Gary y Perla.
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Accidente Sobre Las Vías
Science FictionEn un pueblo, dos almas coinciden por un accidente en el multiverso, Gary, un chico científico que trabaja en un laboratorio clandestino, y Perla, una ingeniera en software que tiene el mismo objetivo que Gary... Conocer la vida en otros universos. ...