Capítulo 12: Una Vía con Diferentes Destinos.

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El hospital interdimensional estaba en calma cuando Gary abrió los ojos por primera vez en días. Sus recuerdos eran borrosos, pero la imagen de Perla, con lágrimas en los ojos, se mantenía firme en su mente. Mientras sus ojos se adaptaban a la luz tenue de la habitación, vio a Perla sentada a su lado, su expresión una mezcla de alivio y tristeza.

—Perla... —susurró Gary, su voz débil pero llena de cariño.

Perla tomó su mano, su corazón latiendo con fuerza al ver que Gary había despertado.

—Gary... estoy tan feliz de que estés bien —dijo, sus ojos llenos de lágrimas.

Gary intentó sentarse, pero el dolor aún era intenso. Perla lo ayudó, ajustando las almohadas detrás de él.

—¿Qué pasó? —preguntó Gary, recordando fragmentos del ataque.

—La criatura... te hirió gravemente, pero logré traerte de vuelta a nuestro universo a tiempo —explicó Perla—. Has estado inconsciente durante varios días. Los médicos lograron estabilizarte, pero fue un momento muy crítico.

Gary asintió lentamente, sus pensamientos volviendo a la confesión de Perla. Recordaba sus palabras, su beso, el amor en su voz.

—Perla, te escuché... cuando me dijiste que me amas —dijo, mirando profundamente a sus ojos—. Y quiero que sepas que yo también te amo. Siempre lo he hecho.

Perla sonrió, pero había un matiz de tristeza en sus ojos.

—Gary, yo también te amo, más de lo que puedo expresar con palabras —dijo, apretando su mano—. Pero hay algo que debemos enfrentar.

Gary la miró, su expresión pasando de la alegría al temor.

—¿Qué pasa?

Perla respiró hondo, buscando las palabras adecuadas.

—Gary, somos de diferentes universos. Nuestras vidas, nuestras realidades... son tan distintas. Hemos compartido tantas aventuras, tantos momentos increíbles, pero siempre hemos sabido que hay una barrera entre nosotros.

Gary sintió un nudo en su estómago. Sabía que Perla tenía razón, pero no quería aceptarlo.

—¿Estás diciendo que no podemos estar juntos? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Perla asintió, sus ojos llenos de lágrimas.

—Lo que tenemos es real, Gary. Pero nuestras obligaciones, nuestras vidas... no encajan. Yo tengo responsabilidades en mi universo, y tú tienes las tuyas en el tuyo. No podemos abandonar todo lo que conocemos y amamos.

Gary cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que Perla tenía razón, pero el dolor de perderla era casi insoportable.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó, abriendo los ojos y encontrando los de Perla.

Perla lo miró con amor y determinación.

—Nos despedimos, Gary. Pero no como un adiós para siempre. Nos despedimos con la promesa de que siempre llevaremos este amor en nuestros corazones, sin importar dónde estemos.

Gary sintió las lágrimas correr por sus mejillas. Asintió lentamente, entendiendo la inevitabilidad de su situación.

—Te amo, Perla —dijo, su voz llena de emoción—. Siempre te amaré.

Perla se inclinó hacia él, sus labios se encontraron en un beso lleno de amor y despedida. Fue un beso dulce y amargo, un último acto de amor antes de que sus caminos se separaran.

Cuando el beso terminó, se quedaron mirándose, sus corazones latiendo al unísono por última vez.

—Cuídate, Gary —dijo Perla, susurrando las palabras como una promesa—. Siempre estarás en mi corazón.

—Y tú en el mío —respondió Gary, su voz quebrada por la emoción.

Con un último apretón de manos, Perla se levantó y salió de la habitación. Gary la observó mientras se alejaba, sabiendo que, aunque sus caminos se separaban, su amor siempre los mantendría conectados de alguna manera.

El tren de sus vidas los llevaba a diferentes destinos, pero el recuerdo de su amor perduraría, más allá de las barreras de sus universos. Y aunque no podían estar juntos, el amor que compartían siempre sería un faro en sus corazones, guiándolos en sus respectivos caminos, después de todo... fue un accidente sobre las vías.

Accidente Sobre Las VíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora