Capítulo 11: Confesión Multiversal.

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La emoción por explorar nuevas fronteras había alcanzado su punto álgido. Gary y Perla, solos en esta misión, se preparaban para cruzar hacia un nuevo universo descubierto recientemente. Era un universo joven, con energías y fenómenos aún en formación, lo que lo convertía en un lugar fascinante pero potencialmente peligroso.

—¿Estás lista? —preguntó Gary, ajustando su equipo.

—Lista —respondió Perla, con una sonrisa confiada—. Vamos a descubrir lo que este nuevo universo tiene para ofrecernos.

Cruzaron la brecha, emergiendo en un paisaje vasto y cambiante. La atmósfera estaba cargada de energía, y el aire parecía vibrar con una fuerza vital primaria. Colores y formas desconocidas llenaban el horizonte, creando un entorno tanto fascinante como alienante.

Mientras avanzaban, se dieron cuenta de que no estaban solos. Criaturas desconocidas, formadas por la energía primaria del universo, los observaban desde la distancia. Algunas parecían curiosas, mientras que otras emitían una vibra claramente hostil.

—Mantente cerca de mí —advirtió Gary, observando cuidadosamente a las criaturas—. No queremos provocar un ataque.

Sin embargo, mientras exploraban, una de las criaturas más grandes, una entidad formada por energía pura y con una presencia imponente, se acercó demasiado. Sin previo aviso, la criatura atacó, lanzando una ola de energía que desestabilizó a Gary y Perla.

Gary reaccionó rápidamente, utilizando su dispositivo de contención para desviar la mayor parte de la energía. El impacto, sin embargo, lo lanzó varios metros atrás, dejándolo gravemente herido.

—¡Gary! —gritó Perla, corriendo hacia él con el corazón en un puño.

Perla se arrodilló junto a Gary. Su rostro estaba pálido y su respiración era superficial. Sangraba por varias heridas, y la energía residual del ataque aún chisporroteaba a su alrededor.

—No, no, no... —susurró Perla, con lágrimas comenzando a correr por sus mejillas—. Gary, por favor, quédate conmigo.

Gary intentó sonreír, pero el dolor era demasiado intenso.

—Perla... estoy aquí... —logró decir, su voz débil y entrecortada.

Perla trabajó frenéticamente, utilizando su equipo médico para estabilizar a Gary lo mejor que podía. Mientras aplicaba los primeros auxilios, las lágrimas caían sin cesar.

—No puedes dejarnos, no puedes dejarme —dijo Perla entre sollozos—. Eres el corazón de este equipo... eres mi corazón.

Gary, en medio de su dolor, la miró con ojos llenos de cariño y tristeza.

—Perla... yo... también te... —intentó decir, pero su voz se apagó.

La criatura continuaba su asalto, y Perla, desesperada, utilizó todos los recursos a su disposición para crear una barrera temporal alrededor de Gary y ella, protegiéndolos del caos exterior.

—Gary, aguanta. No te voy a dejar solo —dijo Perla, su voz quebrada por la desesperación y el miedo.

Mientras las lágrimas seguían cayendo, Perla se dio cuenta de que había llegado el momento de decir lo que siempre había sentido pero nunca había expresado. Se inclinó sobre Gary, susurrando entre lágrimas.

—Gary, te amo. Siempre te he amado. No puedo perderte ahora, no después de todo lo que hemos pasado juntos.

Con una determinación renovada, Perla continuó trabajando para estabilizar a Gary. Sus manos temblaban, pero su corazón estaba decidido. Mientras intentaba detener la hemorragia y aliviar el dolor de Gary, las palabras que había mantenido en su corazón durante tanto tiempo finalmente encontraron salida.

—Eres mi todo, Gary. Desde el primer día que te conocí, supe que eras especial. No puedo imaginar mi vida sin ti.

Gary, luchando por mantenerse consciente, la miró con una mezcla de amor y dolor. Sus labios se movieron ligeramente, intentando formar palabras.

—Perla... yo... te amo... también —logró decir, antes de que la conciencia lo abandonara.

Desesperada, Perla se inclinó aún más cerca y, sin pensarlo dos veces, presionó sus labios contra los de Gary en un beso lleno de amor y angustia. Era un beso desesperado, una confesión y una promesa al mismo tiempo.

Cuando sus labios se separaron, Perla vio una chispa de vida en los ojos de Gary antes de que volviera a cerrar los ojos, esta vez más pacíficamente. Perla continuó trabajando, ahora con una fuerza renovada por su amor y determinación.

En un ataque de furia, Perla comienza a atacar a la entidad con uno de sus dispositivos mas fuertes. Quedando levemente herida logra terminar con el, y llevar a Gary al hospital interdimensional lo mas rápido posible, antes de morir desangrado.

Horas después, en el hospital interdimensional, Perla esperaba angustiada fuera de la sala de operaciones. Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones. Había visto a Gary enfrentarse a peligros antes, pero nunca había sentido la amenaza tan cercana, tan personal.

Finalmente, el doctor salió, con una expresión seria pero esperanzadora.

—Gary está en condición crítica, pero hemos logrado estabilizarlo. Las próximas 24 horas serán cruciales.

Perla sintió una mezcla de alivio y temor. Agradeció al doctor y se dirigió a la sala donde Gary yacía inconsciente, conectado a varios monitores y máquinas.

Se sentó junto a su cama, tomando su mano entre las suyas. Las lágrimas volvieron a brotar mientras hablaba en voz baja.

—Gary... no sé si puedes escucharme, pero necesito que sepas algo —dijo, su voz temblando—. Te quiero. Te quiero más de lo que jamás imaginé posible. No puedes dejarnos... no puedes dejarme. Tenemos tanto por hacer, tanto por descubrir juntos.

Perla pasó las horas siguientes junto a Gary, recordando cada aventura, cada momento compartido. Sabía que su conexión iba más allá de lo profesional, que lo que sentía por Gary era profundo y verdadero.

Cuando Gary finalmente comenzó a mostrar signos de mejoría, Perla sintió una oleada de esperanza. Sus palabras habían sido sinceras, una confesión que llevaba tiempo guardada. Aunque no sabía cómo respondería Gary cuando despertara, estaba decidida a estar allí para él, sin importar lo que el futuro les deparara.

En medio de la quietud de la sala de recuperación, Perla apretó la mano de Gary una vez más, su corazón lleno de una mezcla de amor y determinación.

—Vamos a superar esto, Gary —susurró—. Juntos, como siempre.

La lucha por la supervivencia de Gary había revelado la profundidad de sus sentimientos y el verdadero alcance de su conexión. Ahora, solo quedaba esperar y ver cómo se desarrollaría su historia, o bien... La historia de cada uno.

Accidente Sobre Las VíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora