I: Mundo humano

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-¿Al mundo humano?-pregunte atónita.

-Sí al mundo humano-me dijo mi madre empacando ropa en su maleta.

-Pero no podemos mudarnos al mundo humano-le reproche.

-¿Por qué no? Pensé que te gustaban los humanos-me dijo.

-Sí, me gusta observarlos desde lejos pero no convivir con ellos-le dije.

-Bueno, ahora lo harás-me dijo seriamente-Nos iremos está noche, así que prepara tu escoba, será un largo viaje-me dijo.

-Ok, está bien-le dije.

-¿Todo listo?-pregunto mi hermana Mónica entrando por la puerta.

-¿Tú lo sabias? ¿Sabías que nos mudaríamos al mundo humano?-le pregunte.

-¡Pues Claro! Vamos Cami, será divertido, harás amigos y todo será genial-me dijo tomándome de los hombros.

-Pero...ya tengo aquí mis amigos y, además, en el mundo humano, no hay magia-le reproche.

-Hablaremos sobre eso después-comentó mi madre y se fue de la habitación, luego me fui detrás de ella.

Estábamos listos para irnos, todos montábamos nuestras escobas, mochilas y maletas.

-Bueno ¿Están listos?-pregunto mi madre con entusiasmo, yo rodé los ojos.

-Supongo que sí-dije sin mucho ánimo y nos fuimos volando hacia el mundo humano. Habíamos durado hora y media volando hasta que llegamos a una ciudad, estaba llena de casas y grandes edificios, era muy tarde por la noche, así que nadie podía vernos. Llegamos a una calle y bajamos hacia una casa.

-Ya llegamos-dijo mamá

-¿En donde estamos?-le pregunte.

-En casa de la tía Zoe- dije tocando el timbre, salió por la puerta una mujer con el cabello castaño claro igual que mamá, eran muy parecidas.

-Al fin llegan-dijo la mujer con entusiasmo mientras abrazaba a mamá.

-Mónica, que grande estás-le dijo con un abrazo.

-Gracias tía Zoe-le dijo Mónica.

-Y tú Camila, mírate la última que nos vimos eras un bebé-me dijo. La última vez que vi a la tía Zoe tenia unos 5 años, según mamá había tomado la decisión de vivir en el mundo humano con su hija hace muchos años y no la habíamos vuelto a ver desde entonces.

-Bueno, entren, entren antes de que alguien las vea-nos dijo y entramos a la casa. Era muy bonita. Subimos las escaleras y llegamos hasta una puerta, al entrar vimos una pequeña sala con un perro y mi prima Estela sentada en el sofá.

-Al fin llegan-dijo sin mucho ánimo.

-Hola Estela-le dijo Mónica con un abrazo, ella y Estela tenían la misma edad 19 años, yo era dos años menor, tenía 17.

-Ven yo te ayudo con eso-le dijo tomando su maleta y llevándola a su habitación.

-Antes de irse a dormir, debemos hablar con ustedes-nos dijo la tía Zoe-Siéntense-nos dijo y nos sentamos en el sofá.

-Bueno como saben ahora están en el mundo humano, así que tiene totalmente prohibido hacer magia, así que nada de varitas-nos dijo quitándonos nuestras varitas-ni escobas-nos dijo y nos quito las escobas de la mano.

-Ah-exclame-Y ¿Cómo haremos para comunicarnos o llegar a la escuela?-le pregunte molesta.

-Aquí tienen-nos dijo entregándonos dos objetos rectangulares-Son teléfonos, con ellos podrán comunicarse, son como las varitas pero con más estilo-nos dijo. Utilizábamos las varitas como "Teléfonos" con ellas nos comunicábamos y localizábamos en donde estábamos.

-Y sobre como llegarán a la escuela, pues... tendrán que caminar-añadió mamá.

-¿Qué?-preguntamos Mónica y yo al mismo tiempo.

-Sí, nada de escobas ni magia mientras estemos aquí-nos dijo.

-No se preocupen, volverán al mundo mágico en verano, durante las vacaciones y verán que será divertido estar aquí, pero no olviden lo más importante, nadie puede saber que somos brujas, es un secreto ¿Está bien?-pregunto la tía Zoe y Mónica y yo asentimos con la cabeza.

-Ahora vayan a dormir, mañana será un día especial-nos dijo mamá, Mónica y yo nos levantamos del sofá y nos fuimos a dormir.

Mi pequeña brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora