capitulo uno

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Cuando el ascensor llega al piso marcado, las puertas hacen un pequeño tintineo al abrirse frente a él, sin levantar demasiado la vista del celular sale y se dirige a recepción. Sus pantuflas hacen ruido al arrastrar los pies debido al cansancio que siente en su cuerpo, consecuencia del día ajetreado que tuvieron.

Sus codos reposan en la recepción esperando a ser atendido; una chica alta, morocha que está casi de espaldas a él es quien está ahora con la encargada del turno nocturno.

Es tarde, cerca de la una y media de la mañana, pero aún no había podido conciliar el sueño porque su almohada molestaba y no tenía ninguna extra para poder sumarle altura, motivo por el cual ahora se encontraba en recepción usando solamente un jogging, pantuflas y una manga corta, pese al frío.

Tamborilea los dedos esperando, acomoda su pelo y vuelve a mirar la decoración del hotel por quinta vez en esos diez minutos.

– ¿Gian?

Concentrado en su teléfono, la pregunta lo toma por sorpresa. El aire escapa de su boca en un suspiro apreciativo cuando la ve frente a él.

– ¿Qué haces abajo? No pensé encontrarte acá.

– Y eso era lo que yo esperaba, encontrarlos ¿Ninguno quiere salir?– Ella nota sus ojos levemente hinchados y rojizos, probablemente de sueño.

– Con Nico nos dormimos, yo sospechaba que nadie se iba a sumar ¿Las chicas?

– Martina nunca respondió, Guada y Bianca se durmieron. Aunque pusieron una alarma, pero no creo que quieran salir si no estamos todos... Voy a volver arriba y me iré a acostar, de todas formas, quedan algunas horas antes de tener que prepararnos para volver. Tampoco me animaría a salir sola siendo que nunca estuve fuera del país.

Es inconsciente la forma en que toma su brazo; pero pensar que todos, de alguna manera, le fallaron en su primer evento como equipo lo lleva a decirlo.

– Puedo acompañarte, si queres. Podemos tomar una cerveza en el bar del hotel. Un pequeño festejo.

Ella lo considera, de verdad, porque sería la primera vez que pasarían tiempo solos sin ninguno de sus compañeros cerca.

– ¿No te importa? Te notas cansado, y hoy el buque bus sale muy temprano.

– Igual y vos te vas a quedar despierta ¿No contas siempre que sufrís insomnio?

Parpadea lentamente, sorprendida de que recuerde ese detalle.

– Ah, te acordas de eso... bueno, es cierto. Podríamos matar el tiempo, de todas formas, ya estoy vestida.

– Iré a buscar un abrigo y ponerme mis zapatillas, regreso rápido.

– Te espero acá.

Lo ve alejarse en dirección a los ascensores, aún un poco confundida por el cambio de planes.


Intentando ser silencioso para no despertar a su compañero, el morocho camina por su habitación buscando algo de ropa, tomando el primer buzo y par de zapatillas que encuentra.

– ¿Por qué estas revolviendo todo lo que ordenamos?– Se sobresalta en su lugar, dándose vuelta rápidamente solo para encontrar a Nicolas apoyado sobre un codo en la cama y mirándolo con los ojos entrecerrados debido al sueño– Pensé estabas durmiendo.

– No, en realidad yo... bueno.

– ¿Estás balbuceando?– Eso produce extrañeza en el pelinegro.

– Solo vine a buscar algo de ropa, tomare una cerveza en el bar de abajo.

Su amigo lo mira extrañado.

– ¿Solo? Eso suena extraño.

– Baje a pedir algo en recepción y estaba Cami, nadie se sumó a la salida y bueno... me dio cosa y no quise dejarla sola.

– Buena suerte entonces, ahora apaga esa linterna que quiero dormir.

– Gruñón– Se escucha por lo bajo en la habitación, antes de que salga y cierre la puerta.

planes espontáneos, finales inesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora