Estar en un vip, junto a sus compañeros de trabajo, es aún una experiencia nueva para Camila.
Tener el brazo de uno de sus compañeros rodeando su cintura le hace sentir mariposas en el estómago.
Eran ya cerca de las 4:30 de la madrugada, todos estaban dispersos por la fiesta. Cansada, había vuelto a la mesa, encontrándose solo a Giani concentrado en su teléfono.
– ¿No vas a bailar?
– Ahora poco me interesa.– Tomando su mano la arrastra hasta que está sentada junto a él en uno de los sillones.– Así está mejor.
– Nose cómo aguantas toda una salida, y encima después irte de after, porque yo ya empiezo a sentir cansancio.
– Nose si saldré de after hoy, quizás pueda haber otros planes.
– ¿Se puede saber?– La morocha ríe cuando mueve las cejas en su dirección, él muerde su mejilla en consecuencia. Habían acordado que ambos dormirían en el nuevo departamento del chico.
– Estas muy linda vos hoy.– Rodea sus hombros con un brazo, ella se recuesta contra él aún mirándolo.
– Vos también lo estás, me encanta cuando tenés el pelo así como en el verano, no tan lacio.– Con su mano arregla algunos mechones.
– Hace tiempo estoy pensando que quiero hacer algo, pero no se me ocurre que puede quedarme bien.
– No creo haya algo que te quede tan mal, tenes que animarte, además seguro a vos te crece rápido.– Baja su brazo, tomando la mano de él que descansa en su propio hombro.– Es importante hacerlo cuando la luna está en cuarto creciente.
Ante esto último, una sonrisa se plasma en su cara.
– Me encanta cuando hablas de todas esas cosas místicas.– Ella solo puede tomar sus cachetes y besarlo, ambos sonriendo en el medio.
Es así como Martina los encuentra.
– Me ponen tan feliz que les sacaría una foto.
– Sos tan rara tía.– Cami se ríe con ella, el morocho frunce el ceño cuando la chica a su lado se levanta.– ¿Vamos a bailar?
– Por eso los vine a buscar.
Se acercan a la pista de baile, que está sobre el escenario, uniéndose a su grupo y equipo. No se sacan los ojos de encima, ya sea conectando miradas o cuando el otro no lo ve. A las 5 am el grupo de las chicas va a repartir shots, Giani no le saca los ojos de encima a su morocha.
Más tarde todos deciden volver a su mesa para organizar la vuelta. Ambos volverán hasta el departamento del morocho, y Martina los alcanzará, ya que le queda de pasada. Nico lo mira con extrañeza, incluso con un poco de sospecha, pero no dice nada sabiendo que su amigo tarde o temprano le confía todo.
Sin dar más vueltas todos se dirigen a donde dejaron los autos, el aire frío es cortante contra su piel, en especial para las chicas que están sin abrigos. Nico rápidamente, y por costumbre, le da su campera a Cata.
Ante esto, y viendo a Cami abrazándose a sí misma, decide quitarse su buzo para pasárselo. Van un par de pasos por detrás del grupo por lo que nadie se da cuenta de que se rezagaron.
– Toma, que veo que estás temblando.
Sorprendida, no esperaba ese gesto de él.
– ¿Tú buzo?
– Para que te pongas por el frío, dale veni.– Ella solo ríe cuando él pasa la prenda por su cabeza, luego ella acomoda las mangas.– Mucho mejor, te queda muy bien. Quizás porque es mío.