Las luces sobre la barra crean calidez en el ambiente, incluso volviéndolo algo intimo, cosa que comienza a ponerla un poco nerviosa. Sumando el hecho de que ambos estarán solos por primera vez.
– Esto es un poco inesperado– Como respuesta recibe una sonrisa de costado. Ella desvía la mirada, sintiéndose tonta por sus nervios.
– Será como una fiesta privada, solo nosotros. Pidamos algo para tomar.– Con un ademan llama la atención del barman, pidiendo un trago para ambos. Ella busca algo para comenzar la conversación pero él se le adelanta.– No es técnicamente un mozo, pero el chico de la barra es parecido.– Ella ríe sorprendida.
– No seas tonto, primero no estoy interesada y segundo, no voy a chamuyar a cada persona que trabaje en la gastronomía.
– Eso me deja varia- deja... les deja oportunidades a los demás.
Agradece internamente a cualquier deidad cuando el barman los interrumpe.
– Sus tragos, con permiso– El chico suspira, agradeciendo y tomando un buen sorbo, recriminándose por su atropello de palabras.
Últimamente era recurrente esto de sentirse avergonzado frente al otro, en especial después de que el tema del shippeo comenzó a crecer cada vez más en redes. Ellos le echaban la culpa a lo observados que se sentían, en lugar de admitir que los edits y clips estaban haciendo que miren con ojos (aún) más apreciativos a su compañero de equipo. Y sean conscientes ahora de que era recíproco.
– Un pequeño brindis para un pequeño festejo.
Ambos chocan sus vasos, mirándose a los ojos mientras toman un sorbo y saborean la bebida. Giani es el primero en hablar.
– Probablemente esperabas algo más después de llenar tu primer teatro.
– Aún sigo en shock, no creas que no. Incluso los nervios dejaron rastro en mi.
– Te desenvolviste demasiado bien, no parecías nerviosa entre el público.– Tamborilea los dedos sobre la barra, mantiene sus manos ocupadas.
– Eso fue demasiado ¿cierto? Ahora lo pienso y muero de la vergüenza.
Sentirse celoso por el recuerdo de Bruno lo hace confundir, aunque sabe que no es ninguna sorpresa tener esos pensamientos en su cabeza hacia su compañera. Desde hace un par de semanas que ha comenzado a sentirse diferente a su alrededor, buscando explicaciones e intentando entender qué es lo que siente.
No ha tenido el valor de exteriorizarlo para ver qué piensan sus amigos, pero sabe que Marti y Nico estarían felices de saber que algo está sucediendo y creciendo, al parecer, cada día más.
– El show es el show, sino míranos como Mica y el toro.
– ¿Es difícil de creer?– Ella pronuncia su interrogante y rápidamente toma su bebida, no queriendo, ni atreviéndose, a mirar a su compañero.
– Mhm, yo creo que no, pero se siente mejor cuando somos solo Cami y Giani.– En sus mentes, pueden admitir que su relación se ha sentido incierta desde que los rumores comenzaron, ambos creían que sería una situación simple de llevar y que no se verían afectados.
Pero cuando ven, y son consientes, de las miradas y gestos del otro hacia ellos es cuando comienzan a analizar por demás. Comenzando a dudar internamente sobre sus sentimientos.
– ¿Incluso fuera del programa? Tomando algo en un hotel en otro país.
– Es loco haber hecho un teatro, no que estemos juntos en un bar.
Ella ríe, achinando sus ojos.
– Me encanta cuando hablas con ese tono, como relatando una novela.
– A ver, decime que más te encanta.– Y ambos ríen, bromeando entre sí.
– Hablas así y me siento en un edit, esos de tiktok.– Ella toma lo que queda de su vaso, sacando de su bolso un espejo de mano para revisar su labial.– Increíble que solo por mirarme arman historias.
– Me gusta mirarte.– Ella detiene sus movimientos, mirándolo con sorpresa.– Tampoco voy a mentir, no puedo evitar hacerlo.
– Gianfranco Odoguardi ¿estás insinuando algo?.– La sonrisa que ella tiene se le contagia, y guiña un ojo en su dirección; él también toma su vaso y termina su trago.
– No admitiré mi opinión.
– Espero sea la misma que la mía.
Sonrisas cómplices cruzan sus rostros, sus pies bajo la barra se tocan y enredan.
Tiempo más tarde, cerca de las 2 de la mañana, comienzan a pensar en volver. Queriendo dormir algunas horas. No habiendo casi gente en el bar juegan con las cámaras de sus teléfonos, sacándose fotos entre sí en la barra y haciendo poses y muecas divertidas, incluso se sacan fotos juntos.
Discuten al momento de pagar, pero Giani es insistente y termina pagando todo. Cuando se levantan, ambos sienten un poco de mareo, haber tomado más de dos tragos es el motivo.
Caminan hasta el ascensor, y una vez dentro, se recuestan cada uno en paredes enfrentadas. Mantienen las miradas fijas en el otro hasta que comienzan a reírse con complicidad.
– Siento que me podría quedar dormida acá mismo.– Y para reforzar su frase, cierra los ojos mientras recuesta la cabeza hacia atrás. Se pierde de mirar la forma en que el chico frente a ella admira su rostro.
– Veni.– Confundida lo mira, notando que el ascensor se detuvo– Te voy a llevar a caballito.
– Ay Giani, pero no vas a poder-
– ¿Eso importa? Quiero hacerlo, vamos. Nuestras habitaciones son las últimas, y ni siquiera están en este pasillo.– Él tira de su mano y se pone de espaldas, mirándola por encima del hombro.
– Está bien, pero si peso me avisas.
– Y ya te dije que no importa.– Entonces así es como salen del ascensor, él la lleva mientras ella abraza su cuello y recuesta su cabeza en su hombro.
– Imagínate cuando contemos toda esta travesía en el programa.
– ¿Lo ibas a contar? Yo pensaba dejarlo como un recuerdo entre nosotros.– Escuchar eso, en especial tan cerca de su oído, hace que sonría como un boludo. Por suerte ella no parece notarlo.
– Me parece genial, cuando volvamos podremos tener más salidas.
– El alcohol y el sueño nos ha dejado bastante sinceros.
– Creo que sino nunca habría hablado con vos.- Cuando el intenta girar su rostro para mirarla, ella no se lo permite.– Y no me mires, que me pongo nerviosa.
– ¿En los programas también?
– Si, idiota. Podrías disimular como yo lo hago.
Ambos, sin que el otro lo note debido a sus posiciones, no han dejado de sonreír mientras recorren los pasillos alfombrados.
– Bueno, oficialmente hemos llegado, y tenemos cinco horas para dormir.
La coloca suavemente en el piso, mirándola buscar su tarjeta para abrir la puerta. Cuando la encuentra, se apoya en el marco de la puerta esperando.
Él se vuelve un poco loco viendo su boca pintada de carmesí, y la forma en que sus dientes atrapan su labio inferior, mientras le sonríe de costado.
Es tomada por sorpresa cuando su mano atrapa sus cachetes, plantando un beso rápido en su boca.
– ¡Gianfranco!– Es el grito contenido que sale de su garganta.
– ¿Qué? Era demasiado tentador.– Sus ojos brillan con diversión.
– Sos increíble.
– Lo sé.– Susurra sobre sus labios antes de volver a besarla, esta vez prolongando el momento un poco más.