Dedos perezosos se deslizaban por la suavidad de su espalda, la sensación deja un cosquilleo relajante.
– Buen día.– Su voz sale en un murmullo ahogado contra la almohada, Giani se ríe por eso.
– ¿Dormiste bien?
– Demasiado bien, gordo ¿Vos?
– Creo que ahora vas a tener que dormir conmigo seguido, porque estuve re cómodo.
– Eso para mi no seria ningún problema, al contrario.
Media hora mas tarde, entra manos inquietas, besos pesados y risas, deciden levantarse a desayunar.
– ¿Queres que baje a comprar algo? Hay una panadería con opciones veganas.
– ¿Seguro? Sino voy yo, si son para mi.– Con ternura, lo ve salir del baño y se acercarse a la cama, dejando un beso en su frente.
– Por eso voy a ir yo, vos quedate y empeza a cambiarte, pone agua para hacer café. Agarra ropa mía si tenés frio.
Estando sola, no puede evitar suspirar mientras hunde la cara en las almohadas, percibiendo el perfume varonil de él. Sale de la cama con una sonrisa.
Sonrisa que es intercambiada por una mueca de confusión cuando escucha, desde la cocina, el ruido de la puerta solo 10 minutos después.
– ¿Ya volviste? ¿Te olvidaste algo?
– Disculpa, te conozco de algún lado ¿Verdad?– Se congela en el lugar, confundida y un poco asustada al no conocer ni la cara ni la voz de la mujer frente a ella. La ve dejar un par de bolsas en la mesa y un juego de llaves en su bolso. Es alta, de pelo castaño y corto y sonrisa simpática.– Soy Veronica, Giani no me dijo nada sobre que estaría ocupado, ayer en la mañana le dije que hoy vendría al medio dia pero se ve que se olvidó.
La observa sacar su teléfono y teclear algo rápido, su mente se encuentra sacando hipótesis, temerosa de quien sospecha que pueda ser.
– Soy Camila.
– ¡Ah! De ahí me sonabas, sos compañera de los chicos ¿Verdad? Escucho el programa porque a esa hora trabajo y no miro la pantalla ¡Encantada de conocernos al fin! Soy la mamá de Gian Franco.
Sospecha que su corazón se acaba de saltar un latido, o dos. Intenta mantenerse tranquila, no queriendo meter la pata y quedar mal frente a su ¿Suegra? Espera que el morocho no tarde en volver, y con la excusa de hacer café, regresa a la cocina.
Es cuando esta sacando las tazas de la alacena que escucha la puerta, y seguido a es la voz de Giani.
– ¿Mamá? ¿No venias a la tarde?
– Si, pero resulta que la modista termino las cortinas antes, y como tenia que hacer unas cosas por acá cerca pase ahora a dejártelas, pero me llevo la sorpresa de que no estabas solo.
– No lo estaba, no. Y ella es muy especial en realidad. Así que no la pongas incomoda.
En la cocina, se le paraliza por un segundo el corazón para inmediatamente sonreír con ternura. Mientras termina de servir el café, el morocho aparece en la cocina para abrazarla y llenarla de besos.
– Esto es sorpresivo, pero creo que estaremos bien.
La tarde transcurre maravillosamente bien. Vero, la madre de Giani, se va antes del almuerzo, haciéndoles prometer que irán a su casa para cenar algún día de esta semana. Una vez solos se tiran en el sillón para seguir con una serie que comenzaron juntos.
– Tu mama es muy simpática.
– Y le pareciste muy simpática también, la invitación a cenar lo dijo muy en serio.
– Lo se! Planeo ir, no me voy a arrepentir.
– Yo tampoco.– Ella entiende que esa frase tiene un significado mas profundo de lo que parece cuando recibe un beso en su frente.
Se pasan la tarde juntos, divirtiéndose solo como ellos saben hacerlo.