Intimidad.

837 58 286
                                    

– Bueno ¿No tienes nada que hacer? — indaga mientras colocaba los platos limpios en su sitio

– ¿Me estas corriendo? — se lleva las manos a los bolsillos — Tan rápido me corres

– ¿Rápido dices? Ya son casi las tres de la tarde, los niños están durmiendo su siesta ¿No hay una junta a la que debas asistir o algo?

– No, no hay nada en la empresa, por eso quise aprovechar y estar más tiempo con los chicos y de paso... Compartir contigo

– Definitivamente no te cansas — suspira — Oye que bueno por ti pero yo soy mamá de dos niños con demasiada energía, así que debo aprovechar cuando duermen, vete por favor

– ¿Quién dijo que te iba a estorbar? — la sigue a la sala

– Se te olvida cuantos años llevo conociéndote ¿Verdad? — sonríe mientras se descalza — Si vas a pisar mi alfombra es sin zapatos

– ¿Qué sueles hacer cuando los niños duermen?

– Me recuesto y levanto los pies pero contigo aquí no lo puedo hacer agusto

– Que aburrido tu plan

– Mis otros planes no son aptos para tus sensibles oídos — se deja caer al sofá

– ¿No quieres subir a cambiarte por algo más cómodo? Aunque en verdad me encanta verte en ese vestido — se quita los zapatos — Dudo que puedas estar cómoda

– Ya me recosté Esteban — cierra los ojos — No pienso moverme en un rato

– Ah pues, subo y te traigo algo

– Shhhh — lo calla — Sólo recuestate, cierra los ojos y disfrutemos del silencio







Y al principio si le hizo caso, aunque Esteban nunca fue fan del silencio, en especial estos últimos años ya que la casa sin los niños era un abismo del silencio que lo torturaba a diario; había olvidado lo cómodo que era estar junto a Marcia, escucharla respirar, sentir el aroma dulce de su perfume, sin duda fueron unos minutos relajantes que lo hicieron sentir en calma pero también en casa. Por supuesto ese silencio no duró, digo hablamos de Esteban, un ser que no logra mantener la boca cerrada por mucho tiempo y eso Marcia lo sabía bastante bien.







– Hace tanto tiempo que no teníamos un momento así

– Y acabas de romperlo — asiente aún de ojos cerrados — Pero debo reconocer que aguantaste bastante en silencio

– Siempre me pareció que no te molestaba ese aspecto de mi

– Sigue sin molestarme Esteban, estoy acostumbrada a que hables hasta por los codos, además... Los niños son igual a ti, silencio es lo que menos tengo en esta casa — ríe suave

– En casa es todo lo contrario — observa la foto familiar colgada en la pared — Recuerdo lo mucho que batallaste con el fotógrafo para esa sesión de fotos

– Organizarlos a los tres es una tarea difícil y que hagan caso aún más — también observa el cuadro — Pero es una de mis fotos favoritas de nosotros cuatro

– Tenemos lindas fotos familiares — sonríe — Me parece lindo que me incluyas aunque esta sea tu casa

– Esteban, eres mi ex marido, el hombre que escogí para ser el papá de nuestros hijos, obviamente pondré fotos de los cuatro, quiero que los niños tengan presente que aunque no estamos juntos, mami y papi los aman y son un equipo, así siempre va a ser

– No si vuelves a estar con alguien más

– Y ya salio el peine — niega volteando a verlo — Aunque este con alguien más, siempre serás parte de mi vida y eso lo tendrá que aceptar la persona que quiera estar conmigo, además ¿De qué te preocupas? Soy mamá soltera de dos, no hay hombres que se quieran comprometer conmigo — ríe — Te paniqueas en vano

¿Lo Intentamos Otra Vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora