Jack, Jack.

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– Mi amor, esperemos a que Lucía acabe de comer para ir a la pastelería

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– Mi amor, esperemos a que Lucía acabe de comer para ir a la pastelería

– Cielo, ella no va a terminar de comer pronto y no me interesa si se me quedan viendo, en este horario ya casi todo esta tranquilo, la gente fue a trabajar y sólo hay pedidos para entregar

– Pero la gente que trabaja para ti, va a estarte viendo el pecho

– ¿Y? Ya me lo han visto mil veces, he usado muchos escotes desde que abrí la pastelería — abre la puerta de la camioneta

– Supongo que no podré convencerte de lo contrario — suspira y baja

– Venimos por algo rápido, si nos quedamos a esperar a Lucía que no da indicios de soltarme pronto, se nos hará tarde para volver a casa y luego pasar por los niños, lo del hospital nos llevo más tiempo del pensado

– Despacito — le extiende la mano — Te he visto disimular el dolor toda la mañana

– Me duele el seno — admite — Está muy sensible

– ¿Duele cuando succiona? — frunce el ceño ayudandola a bajar

– No, siento alivio cuando me los vacía pero me duele al acomodarla

– ¿Crees que ella esté succionando mal?

– No, ella no es el problema, me duelen tanto incluso al tocarlas, Lucía si engancha bien por suerte

– Con Hugo viste estrellitas — cierra la puerta — Recuerdo que fue todo un mes doloroso para ti

– Pero en ese caso fue porque Hugo me lastimaba, lo que era normal porque no sabía acomodarlo

– Tener una asesora de lactancia fue el mejor regalo que pude hacerte — ríe

– Burlate pero es cierto, habría continuado sufriendo porque no le daría biberón

– No entiendo porque no te gusta, es practico, permiteme — abre la puerta del local

– Es practico cuando el bebé es más grande, lo practico en las madrugadas es agarrarlo y pegartelo al pecho para seguir durmiendo







Abandonaron el tema cuando los trabajadores hicieron algo de bulla al ver que su jefa ya había dado a luz, Lucía se apiado de su padre dejando de lado su hora sagrada de alimentos porque recibiría mucha atención; Marcia les enseño el perfecto ser humano en el que estuvo trabajando por largos meses causando en todos mucha ternura, ya después pudo enfocarse en los números de ventas fue ahí que descubrió el éxito de los cambios en el menú para el desayuno. Le preocupo un poco que no fueran bien aceptados porque esta era la primera vez en un año que le hacía cambios, no eran frecuentes porque eso implicaba mucho más trabajo.







– Entonces nos va bien con la adición de granola fresca — asiente meciendose con Lucía en brazos — ¿Se vende bien la que ya esta envasada?

– Muy bien, hicimos una muestra gratis antes de sacarla al mercado y a la gente le fascinó

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