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Una suave presión se sentía en su mejilla.

Era como un lugar que sentía conocer muy bien, el pecho de Harry, pero al abrir sus ojos, todo era brillante.

— ¿Harry? ¿Dónde... dónde estás?

Preguntó poniéndose de pie en ese campo gigante que parecía ser bañado en oro, el cielo mostraba un eterno atardecer de colores pasteles, un tono rosa se asomaba entre esos tonos anaranjados y amarillos.

Sus dedos tocaron el pasto, que también en tonos anaranjados baila con esa brisa que acariciaba todo el campo.

— ¿Umh?

Hizo un ruido confuso al tener una libélula volando con esa velocidad que guiaba su mirada hacia un punto donde las luciérnagas se presentaban con su luz. Su rostro se inclinó, entrecerrado sus ojos puedo distinguir a tres personas.

— Hola, ojitos de cielo.

— Mamá.

Sin dudarlo, sus piernas corrieron hacia ella. Esa voz, esa cálida voz que no pudo escuchar siendo más grande, pero sentía que unos borrosos recuerdos la tenían presente. Quizás era ese lado de su Omega que le ayudaba a reconocer la voz de su amada mamá.

Fuertemente se abrazó a ella, un recuerdo que no tenía presente, pero podía imaginar.

— Estás tan grande, mi bebé amado.

— ¿Por qué se fueron? No fue bueno que siguieran a esos hombres. No fue lindo para mí. Me he sentido solito en ocasiones.

Le confesó con sus lágrimas, demostrando ese sentimiento que no había podido expresar.

— Queríamos darte un futuro mejor... pero nuestros planes fueron cambiados, lo siento mucho hijo mío.

— No fue su culpa... solo... a veces duele mucho.

Se aferró más, abrazándola como siempre había anhelado, sintiendo por fin ese suave y seguro calor de su mamá.

— Lamento causar ese dolor, ambos lo lamentamos mucho.

— Ambos te pensamos y amamos hasta el último latido de nuestro corazón, hijo. Nuestro último recuerdo en esa cueva, fuiste tú.

Esta vez, la voz y la mano de su padre llegaron a él. Levantó su rostro que lloraba en su madre.

— Papá.

Él sonrió y acarició su mejilla.

— Eres bello, como mamá... y tus ojos, así de hermosos son desde que te vi nacer.

Louis recargó fuerte su rostro contra la mano de su padre, cerró sus ojos frunciendo un poco su expresión mientras sus lágrimas bajaban.

— Papá te he necesitado mucho. Hay un hombre malo, siempre ha q-querido hacer cosas horribles conmigo... siempre ha querido entrar a mi habitación. M-muchas veces me ha dado miedo, ¿por qué no te quedaste para protegerme?

— Perdóname por no estar a tu lado, ese hombre no te hará daño, hijo mío. Nunca lo volverás a ver, todo lo malo que ha hecho y te ha hecho sentir, tendrá su fin.

— ¿Te ha hecho daño?

Su madre preguntó angustiada, levantando su rostro suavemente.

— No lo ha hecho.

Una sonrisa llegó a los labios de Louis, pensó que nunca podría ver los ojos de su madre con esa luz de vida. Brillaban aún más con esos tonos y las luciérnagas, incluso habían llegado pequeñas mariposas amarillas.

Cabaña ♡𝐿𝒮♡ ~𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora