Cuando el sol se asomaba por las montañas nevadas, los animalitos abrían los ojos, los restos que quedaban de la gran fiesta de Halloween generaban una larga sombra en el pasto bañado en rocío y los gallos cantaban su canción:
...
Dije, los gallos cantaban su canción...
¿Y los putos gallos donde están?
En el gallinero, solo se podían ver restos de plumas y un desorden más marcado de lo habitual. Las paredes estaban manchadas con sangre y en el suelo las plumas con los fluidos generaban una especie de masa.
La única sobreviviente en el lugar, se puso a picotear una cabeza naranja, que hizo que este muchacho volviera a su estado consciente.
Ron abrió los ojos de golpe y apartó a la gallina al incorporarse. Le costó ver al principio, pero cuando pudo enfocar, era como si pudiera ver hasta la hormiga que caminaba sobre la astilla en el gallinero, el piojo en la pluma cubierta de sangre y escuchar las gotas cayendo sobre la paja.
Lucía como el gato que se había comido al canario, tosiendo plumas. Culpable, pero también en el sentido literal.
Miró sus manos, cubiertas en sangre, y ya no tenían ese sonrojo natural, o el tono violeta por el frío, sus manos eran casi grises.
No podía recordar nada, en un momento estaba bailando con Pansy y ahora estaba ahí. Una imagen fugaz de ese chico, Malfoy, a la luz de la luna con unos filosos colmillos le pasó por la mente.
Se levantó, no sentía dolor de espalda, ni frío, solo algo que podría ser cálido recorriendo sus extremidades y el esófago. Al ver la masacre, jadeó fuerte y se quedó en blanco unos momentos. Decidió salir de ahí, pero de repente sintió como si lo quemaran con ácido.
Jamás había sido quemado con ácido, pero sabía que así es como se sentiría.
Volvió a entrar al gallinero y miró hacia afuera, como la luz del sol bañaba la granja. Una vaca muerta yacía en el piso, parecía como desinflada. Se asomó un poco más. No parecía haber actividad en el corral de los cerdos, ni en el de las cabras...
Ron se llevó las manos a la cabeza. Tenía que salir de ahí.
Metió los brazos por dentro de la camisa y puso el cuello en su cabeza, dejando solo su cara a la vista y corrió a la casa, donde se puso la ropa normal y subió por la escalera.
Detrás suyo, una puerta se abrió.
—¿Es broma que vienes llegando? —se burló Ginny—. ¿Estuvo buena la fiesta? Ven, cuéntame o le diré a mamá que llegas ahora.
Ron no dijo nada, siguió subiendo. Su hermana notó que dejó algunas plumas y un fluido rojo detrás de él.
Se fue a encerrar a su habitación y se cambió de ropa rápidamente, a algo que cubriera bien su piel y salió otra vez al baño a darse una ducha, pero, si hubiera podido, se habría infartado al ver que en el espejo, solo se veía su ropa, y no él.
—No puede ser... —susurró—. No, esto no puede estar pasando... no... —se talló los ojos, pero nada cambió.
Cerró los ojos y de desvistió para meterse a la ducha. No había nada allí en el espejo...
El agua salía roja, y enjabonó y enjabonó hasta que saliera cristalina. Luego fue cautelosamente a su cuarto en la buhardilla y abrió la cámara frontal de su teléfono. Ahí sí podía verse, y estaba demacrado. Su cara no tenía color, tenía unas grises ojeras bajo sus ojos, y una horrible mordida en el cuello.
No podía estar pasándole. Tenía que ser una maldita pesadilla.
Se metió a su cama y se cubrió hasta arriba, meciéndose. Se detuvo cuando se abrió la puerta.
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Vampires Will Never Hurt You
FanfictionEn la casa de los Malfoy se celebra una gran fiesta de Halloween cada año. La primera vez que Harry asiste, cambiaría su vida y la de sus amigos para siempre.