I. UN SUEÑO

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DÍA 1
NO CUBA DIVORCE (XMCU)

Con toda la compasión de su corazón, gran mérito para alguien cuyo cuerpo había sido atravesado por una bala dos segundos atrás, Charles miró a Erik y dijo, sin más remedio, no queremos lo mismo. No era necesario quitarse el casco para experimentar la desolación que el rostro de Charles expresaba: sus ojos tan azules como el mar a espaldas de Magneto hablaron con contenida rabia, con decepcionado amor; con esa esperanza que incluso en el último día del mundo habría prevalecido en Xavier, porque sería un soñador hasta la tumba.

Erik no lo entendió en un principio. Difícilmente habían pasado un par de horas desde que ambos habían estado todavía en la mansión platicando de sus ideas para el mundo. Entre copas de vino y sonrisas largas, quizás algunos desacuerdos, los dos habían llegado a la conclusión de que el mundo debía ser un lugar mejor para los mutantes ahora antes que nunca, así que sólo les quedaba luchar fervientemente por ello. Juntos.

Pero ahora aquella aspiración desesperada se escurría entre sus dedos como la arena. Erik lo observó desmoronarse: Charles no pudo mantenerle la mirada, flaqueó por un segundo, tan breve que habría bastado un parpadeo para que Erik no notase el instante en que los ojos azules se apartaron nerviosos antes de volver a los suyos.

«Charles».

El pensamiento rebotó contra su casco. Vacío. No había nadie del otro lado, mas él mismo lo había decidido así. ¿Por qué de todas formas Erik estaba sorprendido? ¿Por qué ansió de repente deshacerse de la armadura para volver a sentir la calidez de aquella mente? Era ingrato. No habría soportado la presencia telepática de Charles, incluso si la quería. Sentir el rechazo hasta lo hondo de sus huesos habría sido demasiado, pues esta vez venía de alguien que había aprendido a amar en tan poco tiempo.

«Charles. Charles».

Su mejor amigo, entre sus brazos, sollozó suavemente, como si pudiese entender que Erik estaba tratando de comunicarse con él a pesar de la barrera entre sus mentes. Xavier se encogió de hombros.

No había más. Esto era todo. Los caminos se bifurcaban a partir de este punto.

Erik suspiró y levantó sus ojos hacia Moira, finalmente permitiendo que se acercase a ellos. La agente caminó con cautela, sus instintos en alerta hasta que estuvo del todo segura de que Magneto no volvería a atacarla. Después de un discurso, después de reunir a los suyos y juntar sus manos, el destino estaba escrito: era posible que a partir de este momento Charles y él no volviesen a cruzarse en la vida del otro por el resto de sus días, incluso después de haber planeado una eternidad juntos durante horas en vela.

La ira colmó a Magneto. Dicha emoción era de lo poco a lo que aún podía aferrarse. Su mejor amigo, tal vez su único amigo en la vida, le había dado la espalda. Si las personas que amaba eran asesinadas y aquellos en los que confiaba lo traicionaban, ¿qué más quedaba? Sólo su propia furia era una constante.

Erik miró a Charles de reojo una última vez. En un segundo, antes de que el telépata pudiese mirarlo de vuelta, la nueva hermandad de mutantes había desaparecido de la playa y...



El sol lo deslumbró por un instante, su mirada fija en lo alto del cielo, de la misma forma en que su brazo se extendía hacia arriba y su mano, palma abierta, sujetaba con la fuerza de su magnetismo todos los misiles que el gobierno había dirigido hacia ellos.

Erik respiró profundo. El peso de las bombas podía ceder si perdía la concentración, lo cual las haría explotar en el agua y no en sus enemigos. Cerró su puño, su brazo retrocedió velozmente y de nuevo, su muñeca se meció hacia adelante, fijando el curso de los misiles. Al mismo tiempo, escuchó el grito lejano de Charles, seguido de un inesperado golpe contra su cuerpo. Él y Xavier cayeron a la arena caliente después de que el profesor lo taclease con todo su peso.

UNA SEMANA [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora