II. NOCHE DE SILENCIO

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DÍA 2
RELIGION, MUTANT ERIK HUMAN CHARLES (XMCU)

—¿En qué estás pensando? —Charles preguntó—. No puedo leer tu mente, Erik.

La ironía y la burla de su voz no se reflejaron en el rostro de su mejor amigo. De hecho, Magneto giró su cabeza para mirarlo con contenida rabia. Charles suspiró, recargando su codo en el reposabrazos de su silla y luego su cara en su mano. Le sonrió al otro con resignación y levantó las cejas.

—No aprecio tu sentido del humor en un momento como este, Charles.

—Siempre has sido un poco aburrido en el fondo, mi amigo.

Esta vez Erik frunció el ceño, ofendido. Dejó pasar el comentario hecho en su contra y se enfocó en el problema, sus dedos tamborileando en la mesa antes de hablar.

—Estoy tratando de encontrar la manera de arreglar esto.

—Hank se encargará. No es el fin del mundo.

—Hank podría no encontrar una manera de revertirlo. Es posible. —Erik apuntó. Luego respondió a la otra parte del mensaje—: Esto tampoco es un juego, Charles. Agradecería que dejases la inmadurez para una ocasión diferente.

—Dios mío, Magnus —y el telépata sólo usaba este nombre en las peores instancias—, tu exagerado dramatismo no funcionará conmigo.

Erik se retrajo ante esto. Sus manos se quedaron quietas, su mirada se enfocó en la mesa delante de él y se quedó en silencio. Luego de unos segundos, durante los cuales Charles simplemente lo observó desde el otro lado del balcón en el que estaban, Erik se hizo hacia atrás, recargando su espalda en la silla y cruzando sus brazos sobre su pecho. Meditabundo, miró hacia el gran jardín de la mansión que se extendía frente a ellos.

—Esto no te molesta —aseveró Magneto.

—¿Debería hacerlo? No es la primera vez que luchamos contra un ser que es capaz de absorber nuestra mutación —explicó—. No es la primera vez que mi cabeza está en silencio, tampoco, pero al menos sé que es temporal.

—Aún no estamos seguros.

Charles apartó sus ojos del rostro de su mejor amigo, quien aún se negaba a mirarlo de vuelta. En cambio, se volvió a ver las hojas de los árboles moverse con el aire fresco de la noche. El paisaje se había tornado azul después del atardecer. Aquí, lejos de la ciudad de Nueva York, la luz de la luna aún les permitía observar los alrededores. Las estrellas eran más brillantes, más claras y bellas en el cielo. Charles escuchó el sonido de las aves, los grillos, el movimiento del pasto; no había ninguna voz que le hablase, ninguna que pudiese distinguir más allá de la suya propia dentro de su cabeza.

—Estás disfrutándolo. —Erik volvió a apuntar con el mismo tono irritado de antes.

El problema jamás era perder su mutación, sino aceptar la ausencia de su telepatía con tanta facilidad. Erik encontraba esta idea repugnante, aunque nunca lo decía en voz alta. Bastaba notar la tensión en su postura, en sus expresiones, para darse cuenta de que nunca, a pesar de las tantas veces que esto había sucedido antes, era agradable para él.

—Sí, Erik. Como puedes ver, es una noche hermosa. —Charles señaló el jardín, ahora compartiendo su molestia—. No pienso desperdiciarla lamentando un simple inconveniente.

—Un inconveniente.

—Es todo lo que es: desafortunado, pero momentáneo.

—No puedes dar eso por sentado.

—Es mejor que amargarme la vida pensando que cada pequeña cosa fuera de mis planes es un desastre.

—¡Te arrebataron tu mutación, Charles! —exclamó Magneto, golpeando la mesa con su palma y poniéndose de pie repentinamente.

UNA SEMANA [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora