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POV Esteban

Si antes no podía dejar de pensar en él, desde el día en que estuvimos juntos por primera vez me era absolutamente imposible.
pensaba en él durante el desayuno, mientras me bañaba, en el trabajo, conduciendo y hasta dormido. Francisco Romero se había metido en mi cabeza.

me pasaba todo el tiempo esto de distraerme recordando sus gemidos, los arañazos en mi espalda o su cuerpo perfecto perdido entre mis sábanas.
pensaba en sus "señor Kukuriczka" en un bucle constante y con mucha facilidad comenzaba a sentir como los pantalones se me encogian. lo deseaba, me gustaba y me tenía totalmente entre sus manos.

Sin embargo, el resto de la semana fue difícil comunicarnos.
yo estuve sumergido en muchas conferencias y reuniones importantes.
cada tanto me paseaba por el área en la que él trabajaba y lo miraba con toda la discreción posible, sabía que si lo miraba mucho perdería la cabeza.

Él siempre parecía estar atento a mis visitas y siempre me sonreía. esa sonrisa me llegaba al pecho, pero no podía devolversela, no podía dejar que nadie sospeche nada.

Durante la última hora del viernes, él decidió tomar las riendas del asunto.

Había estado más de una hora al teléfono discutiendo los últimos términos para concretar una compra importante y empezaba a ver los pequeños y parpadeantes destellos de un dolor de cabeza cuándo la puerta de mi oficina fue golpeada.

-no quiero ver a nadie, Susana, ya te lo había...

-¿ni a mi?-preguntó él asomando por el umbral, con unas carpetas entre sus manos

No pude evitar sonreír, sonreír con ganas, había estado extrañando como un demente ese tono relajado y delicado de voz.

Él me sonrió también, entró y cerró la puerta.

-no deberías estar acá-le dije contradiciendo mis pensamientos, su aparición en mi oficina fue lo mejor de mi día

Él dejó los papeles en mi escritorio y se acerco a la ventana por la cual yo veía a los empleados de mi piso.
bajó la persiana americana y caminó hasta mí.

-¿que haces acá?-le pregunté inquieto, sabía que nadie iba a entrar sin mi permiso (el único impertinente era él) pero igual me ponía muy nervioso

-nada, quería verte, hace días que no sé de vos-dijo tomando mi corbata entre sus dedos y deslizandolos por ella

-nos vemos todos los días-le dije, metiendo una mano entre sus muslos, para ese punto ya no pensaba con claridad, sus feromonas estaban haciendo lo suyo

-nos vemos nada más, pero te extraño

-¿que voy a hacer con vos?-le pregunté mirando hacía arriba solo para encontrarme con esos ojos maravillosos brillando sobre mí

pasó sus piernas por encima de las mías y se sentó arriba mío.
colocó sus brazos en mi cuello mientras yo abrazaba su cintura acercando mi rostro a su cuello, olía a espuma de afeitar y el olor navegó como un rayo hasta mi entrepierna

-darme besos, ¿que vas a hacer?-dijo, besando mi frente

-¿como hiciste para verme? nadie puede llegar a mi oficina

-Delfi tenía que traerte esos papeles y le pedí que me permitiera hacerlo a mí...

-ella no lo sabe ¿verdad?-le pregunté asustado separando mi cuerpo del suyo para poder mirarlo

-es mi mejor amiga, no va a decir nada...

-¡Francisco! fui claro en decirte...

-¡pero ella ya lo sabia! sabía...bueno, de lo tuyo

-¿como?

-hay...algunas personas que rumorean cosas de vos y la compañia masculina...-dijo con lo que a mi me pareció mucha suavidad mientras acariciaba mi rostro

-¡imposible! soy muy discreto

-si, pero esa carita te delata

-¡no!-le dije horrorizado-¿si?

supongo que vio el espanto en mis ojos porque me acarició un poco más y luego me besó, relajando mi cuerpo

-nada de que preocuparse, siempre hay rumores...¿vas mañana a verme tocar,no?

Había olvidado completamente nuestra cita, pero le dije que si, que no me lo perdería por nada del mundo.
le pedí que me indicara la dirección y la escribiera en mi celular, que le dejé entre las manos mientras besaba la piel que permitía ver su camisa abierta en sus primeros dos botones

-por favor, ¿de dónde es este celular? ¿de marte?-se quejó intentando comprender el artefacto

-cierto que el tuyo es un ladrillo-le dije abriendo yo mismo la aplicación

-ja, muy gracioso

dejé un pequeño beso entre sus labios mientras escribía cuándo, como un huracán asesino, me llegó el inconfundible tono de voz que despertó todas las alarmas de mi cuerpo.

Empuje a Fran de encima mio y logré acomodarme al mismo tiempo en que mi puerta se abrió de nuevo, solo que esta visita inesperada era de todo excepto agradable.

Mi padre se quedó de pie en la puerta intercambiando su mirada entre mi cara y la de Fran

-Francisco, él es mi padre...

No terminé de presentarlo que mi padre lo hizo por si mismo

-¿que haces acá?-le preguntó con desprecio, el desprecio habitual con el que nos hablaba a todos

Francisco estaba de pie, confundido, pero reaccionó rápido

-vine a traerle unos documentos a su hijo, señor

-para eso hay secretarías, vuelva a su espacio laboral, y...Esteban ¿es ese tu teléfono móvil?

Sentí un escalofrío recorriendo mi columna, Fran aún lo tenía entre sus manos

-s...si, aproveche que él estaba aquí para que me ayudara con la actualización de algo, no soy bueno con la tecnología...gracias, Francisco-le dije a él extendiendo mi mano

Él me devolvió el celular y este resbaló de mi agarre dos veces, me estaba muriendo de los nervios

-un placer ayudarlo, señor Kukuriczka-me dijo guiñando un ojo a espaldas de mi padre-con el permiso de ambos, sigo con lo mío-dijo para luego retirarse

Carlos,mi padre, lo siguió con la mirada hasta que él desapareció y luego clavó sus ojos en mi

-que parásitos que son estos, es increíble

-los empleados son las columnas de la empresa, papá, sin ellos...

-ay Esteban, despedis a uno y hay una fila de cincuenta más, nadie es imprescindible

-¿en que te puedo ayudar? estoy un poco ocupado

-mañana a la noche vamos a cenar, te esperamos en casa

-tengo planes-le dije esforzandome por no tartamudear

-deshacelos-me respondió. siempre tenia la facilidad de hacerme sentir poco importante, y decir poco es decir mucho

-papá, cuando uno tiene un compromiso...

-tu actitud me está cansando, mañana a las nueve en punto en casa, ni un minuto antes ni otro después ¿esta claro?

-si, papá

-y que ningún otro empleado se pasee por tu oficina, a estos muertos de hambre les das la mano y te agarran el brazo entero

-si, papá

se quedó conmigo hablando de cosas sobre la empresa y yo saqué a relucir mi habilidad de responderle en automático, mi cabeza estaba en ese chico que acababa de irse llevandose consigo mi cordura.

Siempre nuestro: Francisco x EstebanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora