Al escuchar el sonido de la voz de su padre, Max interrumpió la conversación que estaba manteniendo con el embajador neerlandés en Francia y se giró hacia él.
-¿A quién has encontrado? -, el hecho de que su padre hubiera hecho el esfuerzo de acudir aquella noche allí era una buena señal.Unos meses atrás era un hombre roto, reacio a salir de su aislada villa tras salir de su ya segundo y doloroso matrimonio fallido en seis años.
-Al hombre perfecto para ti -, su padre sacudió la cabeza con incredulidad, pero se le forman unas arruguitas alrededor de los ojos cuando sonrió. - A veces me pregunto si de verdad eres mi hijo. Este lugar está lleno de hombres hermosos, y ¿a qué te dedicas tú? A hablar con hombres aburridos vestidos de traje. ¿Qué hice mal contigo?
-Esta noche no estoy ganando dinero, lo estoy repartiendo. Y estás asustando a la gente. Compórtate. Además, no necesito que me busques un hombre.
-¿Por qué? ¿Ya has encontrado uno por ti mismo? No, claro que no. Al menos, no el adecuado. Pierdes el tiempo con hombres que no serían buenos esposos.
-Por eso los elijo -, murmuró Max, pero su padre frunció el ceño con desaprobación.
-¡Ya sé a quién escoges! Lo sabe todo el mundo, Max, porque sale en todas las revistas. Una semana es Martin, la siguiente un tal Charles... Ninguno te dura más de unas semanas, y siempre están muy, muy delgados - con su fuerte acento Austriaco marcando las palabras, Toto emitió un sonido de desesperación. - Cómo vas a ser feliz con un hombre que no disfruta comer? Un hombre así, ¿cocinaría para ti? No. ¿Disfrutaría de la vida? No por supuesto que no. Los hombres que escoges tienen piernas y pelo y son como atletas en la cama, pero ¿se ocupará de tus hijos? No.
-No necesito un hombre que cocine. Tengo personal para eso -, Max se preguntó por un instante si después de todo no habría sido un error invitar a su padre a aquel evento en particular. - Y no tengo hijos de los que deba ocuparse un hombre
Su padre resopló exasperado.
-¡Ya sé que no tienes hijos, y yo quiero que los tengas! ¡Es a eso a lo que me refiero! Tienes veintiséis años, ¿y cuántas veces te has casado? Ninguna. Yo tengo cincuenta y dos, y me he casado tres veces. Ya es hora de que empieces a alcanzarme, Max. ¡Hazme abuelo!
-Mick ya te ha hecho abuelo dos veces.
-Eso es diferente. Él es mi hijo menor y tú mi hijo mayor. Quiero estrechar entre mis brazos a los hijos de mi primogénito.
-Me casaré cuando encuentre al hombre adecuado, no antes.
Max se llevó a su padre hacia la terraza que rodeaba la sala de baile y se contuvo para no recordarle que sus dos últimos intentos de matrimonio habían supuesto un desastre emocional y financiero.
Él no pensaba cometer de ninguna manera el mismo error.
-¡No encontrarás al hombre adecuado saliendo con los que no debes! ¿Y qué estamos haciendo en Paris? ¿Por qué no puedes celebrar este baile en Viena? ¿Qué tiene de malo Austria?
-El mundo no se limita solo a Austria-, el rubio contuvo un bostezo mientras la conversación se desviaba hacia otro tema típicamente familiar. -Mis negocios están por todo el globo terráqueo.
-¡Y nunca he comprendido por qué! ¿Tuve yo que salir de Austria para conseguir mi primer millón? ¡No!-Toto miró hacia la sala de baile.
- ¿Dónde se ha metido? Ya no lo veo.
Max alzó las cejas en gesto interrogante.
-¿A quién estás buscando?
-Al chico con cuerpo de Adonis. Era perfecto. Y ahora ha desaparecido. Era todo ojos y curvas y parecía muy dulce. Ese chico sí que será un buen padre. Me lo imagino con tus hijos pequeños subidos al regazo mientras la comida se enfría en tu mesa.
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Un cazafortunas ¿virgen?
FanfictionBajo las órdenes de Max Verstappen, Sergio Pérez no tuvo más remedio que hacerse pasar por su futuro esposo. El poderoso magnate lo bañaría de joyas y lencería fina... pero él se lo pagaría en especie. Por mucho que admirara su cuerpo, Max creía que...