Capítulo 2

7.3K 808 290
                                    

Le temblaron las piernas. La primera palabra que le vino a la mente fue <<arrogante>>.

Sus ojos océano brillaban con fuerza mientras lo observaba con perturbado interés y le tendía una copa. ¿Qué tenían las chaquetas de los trajes de noche, pensó, que convertían a los hombres en dioses? Aunque aquel hombre ni necesitaba la ayuda de ropa buena para destacar. Habría tenido buen aspecto con cualquier cosa, o con nada. También era la clase de hombre que no le habría mirado dos veces en circunstancias normales.


Una súbita explosión de calor se apoderó de su cuerpo, deslizándose desde la pelvis a los muslos. Él no lo había tocado. Ni siquiera le había estrechado la mano. Y sin embargo...


<<Peligroso>> fue la palabra que finalmente lo llevó a dar un paso hacia atrás.


-Creí que conocía a todos los invitados de la lista, pero está claro que me equivoqué. - El hombre hablaba con una confianza en sí mismo que era la herencia natural de los ricos y poderosos. Tenía la voz seductora y ronca y alzó un de sus rubias cejas en espera de que el ojimarron se presentará.


Sergio estaba todavía tratando de comprender la reacción de su cuerpo, e ignoró la pregunta que le hacían sus ojos. No estaba por la labor de presentarse, principalmente porque no estaba en la lista de invitados. Era poco probable que alguien lo invitara a un evento de aquellas características.


Lo observó durante un instante, examinando la perfección de su estructura ósea y la indolente burla de sus ojos. Lo estaba mirando como miraba un hombre a un chico al que quisiera llevarse a la cama, y durante un instante, el ojimarron se olvidó de respirar.


<<Definitivamente peligroso>>


La química que había era tan intensa y tan inexplicable que se sentía sofocado y caliente.


El sentido común le decía que aquel era el momento de soltar una excusa elegante y seguir avanzando. No podía permitirse coquetear con nadie, porque eso atraería la atención sobre él.


-Sin duda eres un hombre al que le gusta tener el control de su hábitat. - Aseguró el pecoso


-¿Lo soy?-Preguntó Max divertido


-Si esperabas conocer a todos los invitados de la lista, entonces sí. Eso sugiere una necesidad de ejercer el control, ¿no crees?


-O tal vez sólo sea selectivo respecto a la gente con la que quiero pasar mi tiempo.


-Lo que significa que prefieres lo predecible a lo posible. Conocer a todo el mundo limita las posibilidades de sorprenderse.


Los ojos azules de Max brillaron apreciando lo que veía y escuchaba.


-No soy fácil de sorprender. Según mi experiencia, lo posible se convierte casi siempre en lo probable. La gente es predecible hasta el aburrimiento -, su boca formaba una curva sensual, y Sergio supo, sencillamente lo supo, que aquel hombre sabría todo lo que había que saber sobre cómo besar a una persona.


Durante un instante, la imagen de su hermosa y castaña cabeza inclinándose sobre él le resultó tan real que ni fue capaz de responder. Los ojos de aquel hombre se dirigieron hacia su boca, como si estuviera imaginando una fantasía similar.


-¿Cómo? ¿No me lo discutes? ¿No quieres demostrar que estoy equivocado? -, el rubio deslizó la mirada por su cuerpo y la dejó un instante detenido en su pronunciada silueta. - Dime algo de ti que pueda sorprenderme.


Todo lo relacionado con el pecoso le sorprendería. Su pasado. Su verdadera identidad. El hecho de que no fuera quien se suponía que era.


-Estoy muerto de hambre -, dijo con sinceridad, y Max se rio con ganas.

Un cazafortunas ¿virgen?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora