En el gélido invierno de Seúl, SeulGi y SeokJin, dos almas que habían encontrado refugio el uno en el otro, se enfrentan a una serie de desafíos inesperados.
La noche se había asentado sobre Seúl, y la nieve seguía cayendo sin cesar. Las calles estaban desiertas, el frío intenso había ahuyentado a los transeúntes, dejándolas como un desolado paisaje blanco. SeulGi caminaba rápidamente hacia su apartamento, su mente trabajando a toda velocidad, repasando cada detalle de la tensa conversación en el café. Kang-ho no solo era evasivo, sino que parecía peligrosamente a la defensiva. Ella sabía que había algo más profundo y oscuro en ese proyecto.
Al llegar a su apartamento, SeulGi se quitó el abrigo y se dirigió a su pequeño despacho. Su escritorio estaba cubierto de notas, recortes de periódicos y su portátil abierto con varios documentos relacionados con la constructora de Kang-ho. SeulGi había pasado meses investigando sobre las prácticas corruptas en la industria de la construcción, y todo apuntaba a que esta restauración en Bukchon no era una excepción.
Encendió su computadora y comenzó a buscar más información sobre los socios de Kang-ho. Los nombres y las caras se entrelazaban en una red de conexiones turbias. De repente, una notificación apareció en su pantalla. Era un mensaje de un contacto anónimo que había estado proporcionando pistas cruciales en su investigación.
Contacto Anónimo: "SeulGi, cuidado con Kang-ho. No es solo corrupción. Hay algo más grande en juego. Nos vemos mañana en el parque Namsan, cerca de la torre. Medianoche."
SeulGi frunció el ceño. El mensaje era inquietante y la hora propuesta no era para nada conveniente ni segura. Pero su instinto periodístico no la dejaba ignorar la pista. Sabía que cada encuentro con su contacto anónimo la acercaba más a la verdad.
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Al otro lado de la ciudad, SeokJin llegó a su pequeño estudio, aún perturbado por el encuentro en el café. La presencia de Kang-ho había traído consigo una sensación de peligro que no podía ignorar. SeokJin había sospechado de la empresa constructora desde el principio, pero sus propios ideales y la pasión por la restauración le habían hecho aceptar el proyecto, con la esperanza de poder proteger la integridad de la histórica casa hanok.
Mientras encendía la luz, observó los planos y maquetas dispersos por la mesa. Recordó la intensidad en los ojos de SeulGi y su clara determinación por descubrir la verdad. Había algo en ella que lo intrigaba, una mezcla de fortaleza y vulnerabilidad que no había visto en mucho tiempo.
Decidido a no dejarse intimidar, SeokJin tomó su teléfono y marcó el número de un viejo amigo, NamJoon, un abogado especializado en casos de corrupción.
—NamJoon, soy SeokJin. Necesito tu ayuda —dijo en cuanto su amigo respondió.
—SeokJin, ¿qué sucede? —preguntó NamJoon, su voz preocupada.
—Es sobre el proyecto de Bukchon. Hay algo muy turbio con la constructora de Kang-ho. Necesito que investigues y me ayudes a protegerme y proteger el proyecto.
—Entiendo. Dame un par de días y te conseguiré toda la información que pueda. Ten cuidado, SeokJin. Kang-ho no es alguien con quien jugar.
—Gracias, NamJoon. Lo apreciaré.
A medianoche, SeulGi llegó al parque Namsan. La nieve continuaba cayendo, creando un silencio casi absoluto. La torre de Namsan se erguía imponente contra el cielo oscuro, sus luces brillando como un faro en la noche.
Esperó en la sombra, sus sentidos alerta. Después de unos minutos, una figura apareció entre los árboles. Era su contacto anónimo, una figura envuelta en un abrigo largo y un sombrero que ocultaba gran parte de su rostro.
—Gracias por venir —dijo la figura, su voz apenas un susurro.
—¿Qué es tan urgente? —preguntó SeulGi, sin rodeos.
—Kang-ho está involucrado en algo más que corrupción. Hay una red de tráfico de artefactos históricos. Utilizan proyectos de restauración como el de Bukchon para encubrir sus operaciones. Necesitas pruebas, y sé dónde encontrarlas.
SeulGi sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el frío.
—¿Dónde puedo encontrar esas pruebas?
—En el almacén de la constructora, en el distrito de Mapo. Tienen una sección secreta donde guardan los artefactos antes de sacarlos del país. Pero ten cuidado, están vigilando.
La figura le entregó una pequeña memoria USB.
—Aquí tienes más detalles. No puedo quedarme más tiempo. Buena suerte, SeulGi.
Antes de que ella pudiera responder, la figura se desvaneció en la oscuridad. SeulGi miró la USB, sintiendo el peso de la información que acababa de recibir. Sabía que esto era solo el comienzo y que el peligro que enfrentaba era real. Pero también sabía que debía seguir adelante, no solo por la verdad, sino por la historia y el legado de su país.
La nieve continuaba cayendo mientras SeulGi caminaba de regreso, su mente ya planeando el siguiente movimiento. El invierno en Seúl había traído consigo más que solo frío, había desenterrado sombras del pasado que ahora amenazaban con envolverlo todo en una red de engaño y traición.
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