En el gélido invierno de Seúl, SeulGi y SeokJin, dos almas que habían encontrado refugio el uno en el otro, se enfrentan a una serie de desafíos inesperados.
La noche avanzaba lentamente en el pequeño refugio. El silencio era profundo, roto solo por el ocasional crujido del edificio abandonado y el susurro del viento frío que se colaba por las grietas. SeokJin, SeulGi y NamJoon permanecían en vigilia, sus pensamientos oscilando entre el peligro inminente y la lucha que tenían por delante.
SeulGi, sentada en un rincón, observaba a SeokJin con creciente curiosidad. Desde que se conocieron, había sentido una conexión inexplicable con él, una mezcla de confianza y algo más profundo que no se atrevía a definir. SeokJin, por su parte, sentía una atracción creciente hacia SeulGi, admirando su valentía y determinación.
NamJoon, siempre atento, notó la tensión palpable entre ellos y decidió darles un momento a solas.
—Voy a dar una vuelta alrededor del edificio para asegurarme de que estamos a salvo —dijo, levantándose con una excusa obvia—. No tarden en descansar, necesitamos estar alertas.
SeulGi y SeokJin asintieron, agradecidos por el respiro. Una vez solos, la atmósfera se volvió más intensa. SeokJin se sentó más cerca de SeulGi, intentando encontrar las palabras adecuadas para romper el silencio.
—SeulGi, sé que esto es... complicado. Todo lo que está pasando. Pero quería agradecerte por todo lo que has hecho —dijo, su voz suave en la oscuridad.
SeulGi lo miró, sus ojos encontrando los de él en la penumbra.
—SeokJin, no tienes que agradecerme. Estamos juntos en esto, y no me arrepiento de nada. Solo... —hizo una pausa, insegura de cómo expresar lo que sentía—. Solo quiero que estemos a salvo.
SeokJin extendió su mano y tomó la de ella, un gesto que envió una chispa de electricidad entre ellos.
—Lo estaremos, SeulGi. Lo prometo —dijo, apretando suavemente su mano.
El contacto entre ellos se prolongó, y la tensión amorosa que había estado creciendo se hizo más evidente. SeulGi sintió un nudo en el estómago, una mezcla de miedo y deseo que no podía ignorar. SeokJin, por su parte, se debatía entre la urgencia del momento y los sentimientos que comenzaban a florecer en su corazón.
—SeokJin, hay algo que necesito decirte —empezó SeulGi, susurrando, como si temiera romper el frágil equilibrio entre ellos—. Desde que te conocí, he sentido algo que no puedo explicar. Y ahora, en medio de todo esto, me doy cuenta de que no quiero perderte. No solo por lo que estamos haciendo, sino porque... porque me importas más de lo que debería.
SeokJin la miró, sorprendido pero profundamente conmovido por sus palabras. Se inclinó hacia ella, acortando la distancia entre ambos.
—SeulGi, yo siento lo mismo. Desde el primer momento en que te vi, supe que había algo especial. Y cada día, cada momento contigo, solo ha confirmado eso. No sé qué nos depara el futuro, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre.
El espacio entre ellos desapareció mientras SeokJin la atraía suavemente hacia él. Sus labios se encontraron en un beso lleno de promesas y emociones contenidas, un momento de pasión y vulnerabilidad en medio de la tormenta que los rodeaba.
El beso se rompió lentamente, dejando a ambos sin aliento y con los corazones acelerados. SeulGi apoyó su frente contra la de SeokJin, sus manos entrelazadas.
—Lo haremos, SeokJin. Saldremos de esto juntos —dijo, su voz firme y decidida.
—Juntos —repitió SeokJin, sintiendo una renovada determinación.
El regreso de NamJoon rompió el hechizo del momento. La seriedad de la situación volvió a asentarse sobre ellos, pero ahora había algo más que los unía, una fuerza compartida que les daba esperanza.
—No vi nada sospechoso afuera. Creo que estamos a salvo por ahora —dijo NamJoon, mirando a sus amigos y notando el cambio en su dinámica—. Pero tenemos que estar preparados para cualquier cosa.
SeokJin y SeulGi asintieron, sus miradas cómplices. Sabían que el camino por delante estaría lleno de peligros, pero también sabían que, juntos, podían enfrentar cualquier cosa.
La madrugada comenzó a asomarse lentamente, y con ella, una renovada sensación de propósito. Mientras la nieve seguía cayendo suavemente sobre Seúl, los corazones de SeulGi y SeokJin latían al unísono, listos para enfrentar las sombras del invierno y cualquier amenaza que viniera con él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
