CAPÍTULO 11

206 32 9
                                    


Retos y verdades.

Las pantallas parpadeaban a intervalos irregulares, las imágenes que estás transmitían se cortaban con estática apenas dejando ver la situación que pasaba. Todas mostraban distintos ángulos del hotel de la princesa, pero ninguna mostraba algo interesante salvo a los que entraban y salían de aquel hotel; un rayo atravesó una de las pantallas causando que se partiera a la mitad y cayera del sitio donde estaba colgada, Vox que miraba frustrado al techo, maldecía a aquel demonio de traje rojo y estúpida sonrisa, su interferencia estaba haciendo más difícil su trabajo, y la estrella de su socio no les decía nada relevante. Una de las pantallas volvió a encenderse mostrando un viejo programa de noticias, lo único que podía escuchar de este era la alegre voz de la princesa, su interés en ella se hacía cada vez más denso, y el tener poca información de ella lo hacía enloquecer más, entendía porque Alastor estaba interesado, en un principio la princesa avía aparecido como un hazmerreír, pero si tratabas de indagar más sobre su vida está llegaba a un callejón sin salida, no había nada de ella antes de la trasmisión en el noticiero, avía algo que no estaba viendo y que el demonio de la radio ya había descubierto.

—Mmm... Veo que sigues obsesionado con esa rubia ¿he?. —dijo Valentino detrás de la silla donde se encontraba Vox. —Es una criatura única y curiosa, incluso su sabor es especial. —su risa molestó al demonio de la Tv.

—¿Qué mierda quieres, Val?. —dijo Vox sin abrir sus ojos.

—Bueno hay rumores sobre la princesa y su Papi. —dijo Valentino rodeando la silla, evitando pisar algún cable y parándose por fin frente a su socio más cercano. —algunos nacidos del infierno mencionan la posibilidad de un nuevo demonio de sangre real. —

—Ya te dije que no te creas todas las mierdas que te cuentan tus putas Valentino. —respondió Vox molesto.

—Pero este rumor no vino de una zorra cualquiera, —dijo Valentino recargado sobre una consola de efectos. —esto me lo contó Lincy. —

La mención de la súcubo propiedad de su socio llamó su atención, la súcubo había actuado extraño en esa semana, y no había atendido a ningún cliente en el último mes, está normalmente atendía a figuras importantes, demonios pertenecientes al vasto principado del infierno, cuyos hijos o esposos suelen viajar al círculo del orgullo para divertirse sin los ojos de las demás familias sobre ellos. Eran viajes riesgosos, fácilmente podían irse al círculo de la lujuria pero incluso ahí había reglas a seguir.
Valentino comenzó a jugar con el humo rosado de su cigarrillo esperando una respuesta arrebatadora del Overlord.

—De todos a los que menos deberías creerles es a esa zorra. —dijo Vox acomodándose en su asiento.

—Esta vez temo que te equivocas, hace un mes tuve un problema con un principito, —comenzó a contar sabiendo que su socio escuchaba atento aunque quisiera demostrar lo contrario. —el muy imbécil la preño, y solo dijo ¡Upss! —exclamó molesto —me di cuenta de eso hace unos días y el muy ¡estúpido! se atrevió a volver, claro que lo amenace, resolver el problema o todos sus amigos sabrían su metedura de pata con una sucia ramera del círculo del orgullo, ja no tardó ni dos días en volver por Lincy y llevarla a dónde se hicieran cargo. —

—Eso lo puede hacer cualquiera en este círculo. —dijo Vox sintiendo que se avecinaba un dolor punzante en su pantalla.

—No cuando se trata de un heredero, me di cuenta ya que la perra parecía una anguila eléctrica, nadie podía tocarla sin recibir un choque, luego mientras esperábamos nos pusimos a jugar con..—

—¡Al puto punto Valentino!. —Vox gritó viendo a su socio y rasgando los reposabrazos de su silla.

—Ha, sí eso. —dijo regresando al punto principal de su visita. —como sea él regreso y se la llevó a una clínica especial o algo así, ahí Lincy recuerda que los médicos hablaban sobre la cita del rey con su hija, y el como está se fue dejando a los médicos preocupados. —

🥀...Su Verdad...🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora