CAPÍTULO 8

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Tomando decisiones (parte 2)

Charlie se sentía tranquila en aquel lugar, era una casa modesta y con decoraciones que te transportaban a la época del ex locutor, pero ese no era momento para admirar las decoraciones, ya era tarde y sabía que en el hotel aun estaba su novia y su padre quienes la esperaban con una explicación. Aún así Alastor había insistido en que probara algo de comida, y por más que quisiera no pudo negarse, la cocina del demonio era simplemente deliciosa, mientras esperaba Alastor le había concedido el permiso de recorrer la casa, pero ella no se sentía con mucho ánimo para eso, solo se quedó en la sala mirando las asta de venado que colgaban sobre la chimenea de piedra negra. ¿Cómo conseguía Alastor venados en el infierno?, era una pregunta que se hacía un par de veces.

-Son majestuosas ¿No es así?. -dijo Alastor parado junto a ella.

Charlie se estremeció por la impresión, ni siquiera lo había escuchado acercarse desde la cocina.

-Si, eso creo. -respondió volviendo su vista a las ornamentas.

-Al, -lo llamó tratando de comenzar con lo que había estado ensayando en su mente, pero simplemente no sabía cómo.

-Fue muy valiente de tu parte retar a tu padre querida. -dijo él mirándola con una orgullosa sonrisa. -al fin vuelves a tomar decisiones por ti misma, eso es algo que muy pocas mujeres tienen el placer de presumir. -

Aquello sorprendió un poco a la princesa, ¿Alastor la estaba elogiando?, tal parecía que si, algo que la hizo sentir un poco orgullosa de sí misma.

-Gracias Al, aunque aún así estuve cerca de cometer algo que vá en contra de mis principios, -dijo con molestia, -creí que hacía lo correcto debido a las palabras de Vaggie, ¿Cómo podría cuidar de un pequeño en un lugar como el infierno?, parecía una idea muy horrible, condenar a un inocente a este lugar. -

El demonio de la radio no dijo nada, solo escuchó a aquella indefensa criatura que se encontraba a merced de cumplir con lo que los demás querían y lo que ella creía, un espectáculo por demás entretenido para él. Pero la mención de la exterminadora lo molesto, un ser más que se quejaba de la actitud de los demás sin querer ver qué ella también actuaba bajo sus propios impulsos, al menos él no escondía sus intenciones, todo mundo sabía de lo que era capaz y que debían andar con cuidado.

-Aun así mírame, tratando de hacer una diferencia. -Charlie suspiró cruzando sus brazos, tomando sus antebrazos en un intento de calmar las descargas de poder que recorrían su cuerpo cada vez que se metía más en sus emociones. -pero cuando me quedé sola en aquel lugar por fin pude pensar en lo que yo quería, y tenías razón Alastor. -el mencionado amplió su sonrisa -yo no soy capaz de lastimar a alguien y estaba a punto de caer en ese error que probablemente nunca me habría perdonado. -

-No seas tan dura contigo misma dulzura. -dijo levantando el rostro de la princesa con su dedo índice y pulgar en su barbilla. -sólo tuviste un mal consejero y el corto tiempo entre las decisiones no ayudó mucho. Aún así me alegra de que hayas tomado mi consejo y lo pensarás mejor-

Charlie miró sus ojos, sabía que aquel ser de sonrisa perpetua escondía muchos secretos, que podía ser el mejor tramposo y mentiroso que haya conocido, pero por esa ocasión pudo ver sinceridad en su mirada, un extraño cosquilleo apareció de repente en su pecho pero asi como llegó se fue.

-Ahora que aclaramos eso, lo siguiente es mi deber como caballero. -dijo cortando el intenso y extraño momento alejándose de ella, a él no le agradaba la facilidad que tenía aquella princesa para ver más allá de su actuación, un recordatorio de que debía tener cuidado de no permitirle más esos acercamientos.

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