7

118 30 7
                                    

No tenía muchas relaciones sociales cercanas, podría decirse que solo tenía a su padre y a Alemania, a pesar de que a esté último no le veía tan frecuente. Nunca se acercó a alguien más, tal vez a USA, pero solo hablaban unos minutos y la conversación terminaba.

Por eso agradeció cuando Alemania fue aceptado en la ONU en 1973. Se alegro tanto al recibir el aviso de la siguiente junta, preparando todo para cuando lo viera.

Su padre lo solía acompañar, ambos quedándose en un hotel cercano al lugar donde sería la reunión. Eso facilito la preparación de un almuerzo extra para el alemán, como cuando eran jóvenes.

— Le dices a Alemania que espero que esté comiendo bien. — Su padre estaba realmente preocupado, después de todo RFA y RDA eran lo único que quedaba de su antiguo jefe y amigo. — Y espero que puedas ver a Ali, no creo que puedas acercarte a él, pero por la menos trata de averiguar si no tiene tantos problemas.

— Trataré de acercarme, en medio de las reuniones podemos almorzar, tal vez pueda saludarlo. — Solo lo dijo para tranquilizar a su padre. Era obvio que USSR no le permitiría dirigirle la mirada. La tensiones con USA afectaban a todos los países que tuvieran el mínimo contacto con él.

— Y...y también ten cuidado.

Asintió antes de salir de la habitación. Siempre era lo mismo en cada junta, le preocupaba la ansiedad que su padre tenía cada que debía de reunirse con más países. Lo entendía y no le molestaba, por esa razón es que siempre lo acompañaba en sus viajes. Nadie lo sabía, tal vez sería sancionado si alguien llegaba a enterarse, después de todo era un criminal de guerra, pero prefería aceptar las consecuencias en vez de dejar a su padre a miles de kilómetros donde podría sufrir un ataque de ansiedad.

La junta paso como siempre, USSR y USA peleándose y gritando. Era extraño ya no ver a Rusia defendiendo a su padre, pero suponía que debía de ser algún castigo, pues no hallaba otra razón para su ausencia.

Había visto a Alemania desde hace rato, ambos sonriendose y haciéndose señas de que hablarían en un rato. Cosa que hicieron en cuanto la organización dió por iniciada la hora de descanso.

— ¿Cuánto tiempo sin...— Iba a saludar al alemán, pero este se adelantó para abrazarlo con fuerza. Correspondió sorprendido por la acción, sintiéndose nervioso y preocupado al tener a un tembloroso alemán en sus brazos. — ¿Qui... quieres almorzar mientras me cuentas que te pasa?

— Solo almorcemos. — Se separó limpiándose las lágrimas.

— Entonces toma. — Me entrego el almuerzo, sonriendo cuando vio la confusión del mayor. — Mi papá te lo mando, dice que espera que estés comiendo bien.

— ¿Tu estás comiendo bien?

— Te dejare en paz por esta ocasión.

Había olvidado lo bueno que era Alemania para voltear sus regaños,o por lo menos evitarlos.

Tenían media hora para almorzar, decidiendo aprovechar ese pequeño espacio lo más que podían. No pensó que ahí tendría una de sus pláticas más importante que lo harían ser quien era en el futuro.

— ¿Has estado viendo series infantiles?

— Algo así, solo son series animadas, pero son interesantes.

Le hablo al alemán sobre su hábito de ver anime en las noches cuando nadie lo veía. Sabía que se reiría, pero le tenía bastante confianza para contarle.

— Además son muy entretenidos, te hacen pensar muchas cosas, cómo que se sentiría ser del otro sexo. — Mencionó comiendo su última pieza de takoyaki. — ¿Nunca te has preguntado como sería ser una mujer?

— No, nunca, jamás, ni por un segundo.

Ahí vio la expresión de disgusto del alemán. Eso le desánimo un poco, pero le animo a seguir la conversación para molestarle.

— Yo creo que tú serías una chica linda, pero muy muy seria, podría decir que hasta cierto punto delicada. — Ahí tenía lo que quería: el ceño fruncido del alemán. — Si siendo hombre eres delicado, siendo mujer serías el triple.

— Pues tú serías más seria que yo, es más, te enojaras por todo y regañarías a cualquiera que incumpla las normas. — Respondió dejando de lado lo que quedaba de su almuerzo.

Le gustaba hacerlo enojar. No sabía la razón, pero era divertido verlo tan exaltado mientras los zafiros le miraban esperando una reacción similar. A veces le daba al alemán lo que quería y comenzaban una pelea de insultos, otra veces lo miraba con superioridad, riéndose al ver cómo se enojaba más. Y en esta ocasión tocaría hacer lo segundo

— ¿Pero sería una chica linda o no? — Sonrió victorioso al ver la vergüenza inundar el rostro contrario. — ¿Qué paso Alemania? Te impactante al imaginarme como mujer.

— Serías una chica linda.

Primera punzada en el pecho.

— Con el cabello largo amarrado en una coleta.

Segunda punzada, más fuerte que la anterior.

— Ya eres lindo, así que si fueras mujer también serías linda.

Tercera punzada, ahora con un calor extraño en la cara.

— So...solo creo que serías así. — Terminó sin poder mirarle a los ojos, pero se notaban las mejillas completamente rojas.

Cuarta y ultima punzada de ese día.

El silencio incómodo fue fácilmente deshecho, solo mencionando lo tarde que era y que tenían que volver.

Esa fue la primera vez que se cuestiono en voz alta sobre ser una chica.

Y fue una de las veces en que su corazón gritaba con fuerza sus sentimientos por Alemania, pero Japón tenia una audición horrible para captar sus propios sentimientos.































Si alcance a terminarlo

Tengo sueño y pensé que me quedaría dormida antes de acabar.

Me gusta todo el tema de Alemania y Japón siendo amigos, ambos sin darse cuenta de los sentimientos que tienen por el otro. O por lo menos es así bajo la perspectiva de Japón.

Japón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora