Capítulo 8

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—Explícame en qué momento tú y Haven Maxwell intercambiaron fluidos.

Mi rostro está rojo, lo sé por la forma en la que mis mejillas se sienten, el calor me sofoca junto al bochorno que me provoca que Sullivan se haya metido al aula a la segunda hora, apenas y se enteró que el profesor no vino.

—Nosotros no…

—¿Folla rico? —me interrumpe Alessa—. ¿Cuánto le mide?

—Sí, eso —la apoya Sullivan—. ¿Le hace honor a su nombre o le quedó grande?

Ivan comienza a abanicarme con una libreta, su rostro también está rojo como un semáforo ante las preguntas indecorosas de las chicas.

—No, nosotros-

—Dios, una vez escuché que besa riquísimo, ¿qué tal sus besos?

—No-

—¿Fueron a un motel?

—Esp-

—¿Usaste condón, cierto?

—¡Que no me acosté con Haven! —Azoto las palmas de mis manos sobre la mesa—. ¿Pueden callarse un momento? No sé cuánto le mide el pene, no sé cómo besa, ¡no sé nada porque ni siquiera le he tomado la mano! Joder.

Ivan se cubre el rostro, y cuando hace eso me entero que todavía continuamos en el aula. Mis compañeros de clase están mirándome, entre burlones y sorprendidos. Me encojo de hombros, avergonzado.

—¿No? —Sullivan parece indignada—. Joder, yo pensé que sí, ¿dices que te regaló chocolates y un oso sólo porque sí?

Niego.

Ivan las detiene cuando van a bombardearme de preguntas.

Les cuento lo que sucedió el día del accidente, la razón por la que descubrí mi infidelidad y el cómo estuve a nada de entrar en crisis y Haven me salvó al llevarme a casa. Después les explico que no volví a tener contacto con él hasta hace dos días, cuando me lo volví a topar y se acercó tanto a mí, que terminé en el hospital por su culpa.

—Pero ya te lo habías topado antes, ¿por qué no te pasó eso? —Sullivan hace una interesante observación y yo me pongo a pensar.

—Quizá porque su cuerpo ya se encontraba bajo estrés —Alessa nos da su teoría, la cual es acertada—. Piensen, primero traía la ansiedad de que sus sospechas fueran ciertas y después se entera del accidente. Estaba tan mal que ni siquiera pudo manejar a casa… Creo que tu cuerpo y mente ni siquiera se enteraron de que tenían a un Dominante con un rasgo de feromonas a su lado y terminó siendo ignorado por lo que te importaba en ese instante, que fue el accidente de tus papás. Algo así recuerdo haber visto en clase de anatomía y educación sexual.

—Sí —Ivan le da la razón a Alessa—. El estrés y ansiedad en nuestras Castas influye mucho, puede ocasionar irregularidades en las feromonas y celos. Supongo que ese día no tenías tiempo para notar a Haven.

Asiento y emito un gemidito que atrae la atención de los alfas que están conmigo. Sullivan me acaricia el cabello e Ivan la espalda y se acerca a mí, buscan protegerme al responder mi pequeño llamado. Fue involuntario.

—Le dije que si quería disculparse me diera chocolates —chillo—. Pero no pensé que fuera a venir tan descaradamente a la universidad y me los diera frente a todos. Ugh… Mis sentimientos estas semanas son un caos, ¿saben? Yo soy un caos…

Mis nuevos amigos me dan el consuelo que necesito, pronto Sullivan se despide diciendo que debe entrar a su siguiente clase, mientras que Alessa aprovecha que tenemos dos horas libres para ir a comer junto a Ivan. Yo me quedo en el aula escuchando música.

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