Capítulo 9

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El fin de semana llega más rápido de lo pensado. Mi primera semana de clases tras ausentarme no fue tan mala con la compañía de Alessa e Ivan, quienes se encuentran el día de hoy en mi departamento. Se invitaron a sí mismos a una mañana de series coreanas y muchas chucherías.

Sullivan también llega a las horas con dos botellas de tres litros de Pepsi, palomitas, alitas y deditos de queso.

—¡Tenemos tiempo!

Es lo que dicen a las diez de la mañana.

Como trae la comida chatarra en tuppers, supongo que su súper chef personal al que adora con toda su alma le preparó estas raciones. Es imposible que haya algún establecimiento de comida rápida abierto a estas horas.

Me siento en el sofá junto a Ivan y nos disponemos a ver una serie de terror y suspenso. Sólo puedo escuchar el sonido de las bolsas al ser saqueadas por mis amigos y el aroma a comida mezclada.

En la televisión la serie transcurre junto a las horas.

Mi teléfono suena con notificaciones de Haven, sé que es él porque es el único que me manda mensajes a este número e ignora mis comentarios sobre no ser muy amante del dispositivo. Eso le da igual porque sigue enviando mensajes hasta que le respondo.

Le digo que estoy con mis amigos mirando una serie y él me responde con un “Qué divertido fin de semana”. A lo que le recuerdo que horas más tarde pasaré por él para ir a la fiesta.

Sabe también que estarán mis amigos, así que aprovecha para preguntar si podemos llevar a su hermana, quien también irá a la fiesta.

Los nervios están más presentes que nunca. La fiesta es una pública, cualquiera puede ir, sea o no sea de nuestra universidad.

Sabía por Alessa que la hermana de Haven iría, pero no esperaba conocerla tan pronto.

Al final del día, justo cuando se dan casi las once de la noche, Alessa salta frente a mí y me pide la loción que traigo entre mis manos.

—¿Por qué esta loción lleva tu nombre?

—Es un regalo de mi padre —sonrío y señalo la botella cuadrada—. Me regaló mi propia loción, está hecha sólo para mí y nadie más la tiene. Nunca me dijo dónde o quién la fabrica, pero llega cada tres meses a mis manos.

—Huele… ¿A ti? ¿Estas son feromonas…?

Alessa está con su rostro enrojecido. Levanto una ceja.

—¿Te gusté o algo así?

—¿Disculpa? Eres guapo, claro que vas a gustarle a las chicas —ella se cruza de brazos—, pero eres omega y claramente jamás vas a tomarnos en cuenta, sobre todo porque eres Dominante.

Asiento.

—Por desgracia es así, aunque hay sus excepciones, yo prefiero a los alfas…

Nuestra plática se va tornando incómoda conforme ambos nos ponemos rojos como un tomate.

—¿Por qué si me pongo no huele a nada?

Su descubrimiento atrae mi atención. Alessa extiende su muñeca hacia mí para que la huela y niego, jamás le había mostrado mi loción a alguien, a excepción de Xavier y Víctor.

¿Es por su casta…?

Antes de poder preguntar algo, mi teléfono suena.

—Hola, Muñeco —Haven habla a través del móvil—. ¿Qué te parece si te veo allá? Mi hermana sufrió un accidente e iremos de emergencia a comprar unas copas.

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